Un cajón para recopilar experiencias, desahogos y reflexiones, pero sobre todo, un lugar para compartir. Realizando el Camino de Santiago descubrí que soy MÁS YO Y MÁS FELIZ, y que compartirlo en los foros de los diferentes caminos ha ayudado y animado a mucha gente a aventurarse a hacerlo o simplemente desplazarse y vivirlo con el pensamiento. Sirva entonces este lugar como punto de encuentro de todas esas publicaciones que se perdieron en Facebook...
8a ETAPA CAMINO DE SANTIAGO DE INVIERNO: MONFORTE DE LEMOS - DIOMONDI (22,29 Kms).
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28 de Octubre de 2023
He dormido prácticamente del tirón esta noche. La cama de 135 cm seguro que ha contribuido a ello, pudiendo estirarme hacia las cuatro esquinas de la cama, y el silencio de una habitación en la que dormitaba únicamente yo. La ventana junto a mi cama deja pasar las claras del día, es temprano, y si no fuera porque quedé con Begoña a las 8:30 para desayunar, hubiese seguido durmiendo un rato más. Agudizo el oído y no escucho llover, pero todavía me asomo incrédulo a la ventana para confirmarlo, parándome un instante a observar el verde alfombrado de la parcela que se extiende uniforme, y el cielo separando nubes.
Me tomo mi tiempo para terminar de acomodar en la mochila la ropa que puse a secar por la habitación, asearme y vestirme con ropa limpia. Me encanta buscar con el olfato el olor a suavizante de la ropa lavada que me voy a poner, es un "tic" que de alguna manera también me calma y anima. De hecho es un detalle que me llama mucho la atención de las personas cuando estoy cerca o paso junto a ellas, sean jóvenes o adultos, vistan de chándal o más formales: capto siempre el olor a suavizante y es como si ese hilo me llevase a la persona que ha hecho el trabajo fino que hoy portan el padre, el hermano, la niña o el hijo. Rarezas mías...; Una vez haciendo el Camino Primitivo estuve a punto incluso de preguntar por la marca a una señora que en una parcela colgaba sábanas y toallas al viento, y el olor a suavizante impregnaba despertando paz mental hasta el sendero peregrino. Pues sí, tengo buen olfato, como buena memoria (excepto para los nombres en este último caso) y buen oído. La vista ya me falla un tanto...
Hoy comienzo también con la rutina de las curas. Debo limpiar la ampolla y cubrirla bien para que me haga el menor daño posible tratándose de la planta del pie. Parece q ha vuelto a llenarse de líquido y he tenido que pincharla de nuevo.
Bajo a desayunar a la cocina-comedor, donde no hay nadie en ese momento y huele a café, pero no tarda en aparecer Begoña para compartir un buenos días, preocuparse por mi descanso y animarme a sentarme a la mesa. Para desayunar, bizcocho, tostadas, zumo y café con leche, pero lo que más me ha nutrido ha sido poder conversar un rato largo con Begoña, una amena charla sobre mis dudas de subir o no al Castillo, mi madre y una señora mayor que ella misma cuida, la familia...; llegado el momento y con todo listo, me ha acompañado a la puerta para despedirme. Cuando te toque a tí, verás que Begoña retratará el momento de tu partida como si fuera único, y como ya comenté en una publicación anterior sobre el Camino Inglés y las mujeres gallegas, asume el papel de una madre que ve marcharse un hijo y te acompañará con la mirada desde la puerta hasta que te pierda de vista en tu búsqueda del paso a nivel que cruza las vías y nos sumerge en una nueva etapa.
El día se presenta contrariado climatológicamente hablando. Las mullidas nubes grises barruntan lluvia, pero de momento parece que dará tregua, y solo se hace presente un aire frío que aparece y desaparece de modo intermitente. Monforte ya presenta mucho movimiento, de hecho me sorprende la cantidad de tráfico rodado que concentra. He decidido parar en la Oficina de Atención al Peregrino, abierta y a pie de camino. He sellado la credencial y me han dado indicaciones para subir al Castillo, que desde allí mismo tampoco me llevará demasiado tiempo, así que no quiero quedarme con esa espinita y comienzo a subir por una larga cuesta que según ascendemos nos va regalando preciosas vistas sobre Monforte.
Camino por el Barrio de la Judería, que atravieso por calles vacías y en ascenso, fijando la vista en las murallas y la Torre del Homenaje, únicos restos del denominado Castillo de San Vicente que perteneció a los Condes de Lemos. Hay una visita guiada a las 11:00 pero no quiero detenerme demasiado tiempo en el inicio de la etapa. Llego hasta arriba por estrechas calles adoquinadas, algunas alfombradas de hierba, donde hay casas habitadas que me parecen privilegiadas en este entorno tan bonito.
Y así llego hasta el Monasterio de San Vicente del Pino, y junto a él, la Torre del Homenaje con sus 30 metros de altura que vigila todo lo que desde aquí arriba se ve y domina. El Monasterio lo ocupa el Parador Nacional, y nos permiten acceder a su claustro neoclásico con esa especie de linterna central bajo la cual se encuentra un depósito de agua. En la recepción también te sellan la credencial si así lo deseas, y aunque tú te sientas raro con tu indumentaria y mochila en un lugar en cuyos pasillos camina gente elegante, la sonrisa y amabilidad de las recepcionistas se encargarán de la acogida.
Me hubiese quedado más tiempo aquí arriba, pero aún me quedaba mucho día por delante y todavía no había salido de Monforte, así que de nuevo he enfilado la cuesta abajo para continuar con esta intensa y, como he podido comprobar después, una de las más fotogénicas etapas del Camino de Invierno.
Esta ciudad me va a retener un ratito más, porque he decidido bajar a la orilla del Río Cabe para ver de cerca el Puente Viejo de Monforte que debemos cruzar y que aseguran es de origen romano, aunque fue reedificado en el siglo XVI. Su entorno ofrece preciosas postales bucólicas en los que una pareja de cisnes se han erigido como protagonistas de mis fotos. Y tras esta parada se han sucedido varias más sin abandonar aún la ciudad para retratar lugares a los que no me he podido resistir. El que más especial me ha parecido por los recuerdos que me evoca, se encuentra en una rotonda ya saliendo a zona rural, donde una escultura de un antiguo peregrino nos señala el camino a seguir y que me ha recordado, aunque en menores proporciones, a la escultura de San Roque en el Alto del mismo nombre después de abandonar O Cebreiro en el Camino Francés, un lugar mágico y especial donde los haya.
A partir de aquí ya pasamos por fin poco a poco a lo que estamos acostumbrados y casi echamos de menos, el campo, la soledad y el imperio del viento cimbreando las copas de los árboles. Lo que sí es cierto es que llegar hasta aquí no me ha parecido del todo fácil y creo que hay que mejorar la señalización para atravesar Monforte haciendo el Camino de Santiago, pues he tenido que recurrir varias veces a la App Buen Camino.
He dejado atrás un amago pasajero de lluvia y me he resistido a ponerme aún el agobiante chubasquero, aunque me arrepentiré más adelante cuando de nuevo se hace presente en un largo y recto trecho caminando por el asfalto de la LU-P-3204. Me he sobresaltado cuando de pronto, ensimismado que caminaba mirando al suelo para evitar la lluvia en la cara, he escuchado un tiro de escopeta demasiado cerca. Se sucederán algunos más, y me siguen pareciendo muy cerca de la carretera. Antes de llegar a A Corga (A Vide) se acerca un coche de policía que se detiene junto a una señora que pasea un perro casi más grande que ella. Cuando me la cruzo, mientras la policía se adentra en la arboleda que queda a mí izquierda, se queja de la actividad de los cazadores tan cerca del pueblo, y me comenta que alguien ha dado aviso a las autoridades por ello.
Dejo atrás A Corga después de hacer un corto rodeo por su interior, y continúo por un leve ascenso para detenerme en la Iglesia de San Cibrao de A Vide y su cementerio, donde comparto fuente con una señora que prepara los ramos de flores nuevos para sus familiares difuntos, estampa habitual estos días previos a la festividad de Todos los Santos.
Caminando de nuevo por el asfalto, vuelve a llamarme la atención encontrarme cazadores apostados en el mismo arcén de la carretera, parados y escopeta en mano, esperando imagino a que aparezcan corriendo hacia ellos las piezas que los "batedores" se encargan de levantar a lo lejos. Aceleré un poco el paso no fuera a cruzarme con algún jabalí alterado y me encuentre en medio de la "fiesta".
Aunque caminemos por asfalto, realizaremos un largo tramo bordeado de árboles que lo embellecen. El sonido del tráfico ya habrá desaparecido entonces, el silencio se hace presente dejando paso únicamente a la banda sonora de la naturaleza y es cuando empieza la introspección para pasar a observar mi película interior, olvidándome a ratos de lo que me rodea. Solo vuelvo a la realidad cuando algo aquí fuera me distrae y me devuelve al momento presente, para tomar una foto o sentarme un momento, como así fue en un solitario banco de madera junto a un prado verde en Os Campos que me invitaba a quedarme un sereno ratito en el lugar.
Ojo en la siguiente bifurcación de la foto, porque tampoco dispone de señalización alguna, o no es apreciable a simple vista. Debemos continuar de frente en este caso, y NO desviarnos hacia Panton y la Casa dos Muros:
El camino hacia Regueiro transmite la paz que necesita cualquier alma atormentada. Es de esos entornos donde te gustaría tener una casa para regresar de vez en cuando, con su pozo, su gran chimenea y ventanas abiertas a estos prados limpios que tenemos por delante. De hecho, como el común denominador de muchas otras etapas de otros caminos, he reparado en las casas vacías o cerradas a cal y canto que me voy encontrando mientras camino y también en Regueiro, donde además de la soledad cobran protagonismo su Iglesia de San Salvador de Moreda (de origen románico, aunque solo conserva de esta época un trozo de muro del lado derecho de su nave) y un apartado escenario en un área anexa que debe cobrar vida en verano como punto de encuentro festivo de los vecinos repartidos a lo largo del año en otras orografías, pero que ahora ofrece una imagen desoladora a la que pone la puntilla un peto de ánimas elevado sobre la carretera que gira por detrás del escenario.
Me he cruzado con un árbol cargado de manzanas tipo golden enormes, muchas de las cuales alfombraban lastimosamente el suelo debido al viento incesante, así que no he podido evitar coger una que estaba deliciosamente dulce, agradeciendo el tentempié improvisado en una etapa sin servicios que el camino nos regala.
El camino sigue siendo igual de llevadero, la verdad es que no me noto cansado, y el paisaje es tan gratificante y atractivo que no me da tiempo a aburrirme o abusar de la meditación. La ampolla me duele, pero de momento consigo no enfocarme en ella y es soportable. En estos casos lo que me preocupa siempre es fastidiarme el pie al modificar la pisada para no presionar la ampolla, lo cual sería un lastre para etapas como la de mañana, que no va a ser fácil.
Me he detenido también ante el majestuoso Pazo de O Reguengo (cuyo origen se remonta al siglo XV) al cual me hubiese gustado pasar aunque fuese solo un ratito para visitarlo, pues de hecho aún no he visitado ningún pazo en Galicia. Me he tenido que conformar con subirme a un trozo de muro accesible junto a la entrada para verlo a lo lejos, y me he imaginado cómo sería la familia que puede disfrutarlo actualmente o cómo se prestaría este lugar para eventos.
Caminar durante tanto tiempo en solitario te da para reflexionar sobre las cosas más insignificantes y darte cuenta de todo lo que te rodea. Y así me he percatado de que la mayor concentración de bancos peregrinos de todos los caminos, está en el Camino de Invierno. Cualquier pueblo o aldea, por pequeño que sea, parece que quiere identificar su adhesión al camino con uno de estos bancos de madera cuyo respaldo lo compone una enorme flecha amarilla, colocados normalmente en un emplazamiento estratégico. A mí me gusta fotografiarlos en ese entorno ideal en el que se encuentran ubicados, esperando día y noche al peregrino que llegue cansado a su altura y se detenga para sentarse y justificar así su propósito y existencia.
Tras dejar atrás las casas de San Lourenzo, nos adentramos en un estrecho trozo de camino muy auténtico, empedrado, rodeado de muros de piedra y musgo y encajado entre frondoso verde. Me encanta sobremanera encontrarme de pronto la puerta de una pequeña finca justo a pie de camino cuya vieja vivienda casi no se aprecia entre la arboleda. Son lugares muchos de ellos deshabitados en los que sueñas que te hubieran prestado la llave para pasar allí la noche y al día siguiente incorporarte en un segundo al camino. Algún día tendré alguna así en algún camino, con un cartel que invite a tocar la campanita al peregrino que pase para tomar un café...;
¿Habéis visto alguna vez una seta con forma de "teta"?. Pues que alguien me diga de qué especie es esta solitaria y larga seta rematada por una copa con forma de pecho y su correspondiente pezón que no había visto antes, o igual es que esta es así de única y original...
Este precioso tramo que nos ha despertado los sentidos desemboca en Piñeiro, donde una restaurada fuente de agua fresca y constante nos invita a descansar un instante. Así que es momento de sentarnos un rato en otro banco peregrino a escuchar el sonido del caño de agua que se sumerge en la pileta y rellenar la botella de agua. Me he acordado de mi madre, que me dijo una vez de pequeño, viendo lo que me gustaba acercarme a las fuentes, que antiguamente la gente se acercaba a estas a escuchar el sonido para curarse de los riñones. Y seguro que funciona ...
A partir de Piñeiro los sentidos vuelven a ponerse en alerta cuando atravesamos otro bonito sendero de corredoiras y arbolado de gran porte que el otoño se ha encargado de poner guapo para los escasos caminantes, y que el viento se empeña en darle cierto toque inquietante con el sonido amplificado de ilocalizables ramas que crujen y se parten, cortinas de hojas sueltas que corren de una a otra parte, enormes setas acopladas a los troncos una sobre otra como monstruos que se mimetizan para observarte, y semi oscuridad. Y aquí estoy yo..., que aunque comience a llover a goterones gordos, no puedo evitar sacar mi sufrido móvil para hacer fotos a diestro y siniestro. El Camino, que sabe lo que me gusta, está sacando hoy toda su artillería para compensar la pátina gris del mal tiempo, y me sitúa sobre otro Pasal de Agua de esos que tanto me gustan y que, aunque no sea necesario, yo sigo por encima como Alicia siguiendo el camino de baldosas amarillas...
Caminaremos después un tramo largo por carretera rural jalonada de fincas ganaderas de las que salen a veces enormes y ruidosos tractores. Me he parado a preguntar por el Miradoiro do Cabo do Mundo II a una señora que barría la puerta de su casa. Me ha asegurado que hay un desvío desde el propio camino, pero que antes de eso hay otra posibilidad dando un pequeño rodeo que lleva al mirador y a continuación nos devuelve al camino, y con un palo largo de una rama me ha dibujado un mapa sobre la arena del suelo: debo cruzar la carretera LU-P-4102, dejando atrás la Comercial Quesera Campoverde, y continuar recto hasta que llegue a otra carretera que se cruza ante nosotros, la LU-P-5807; en este punto debo girar a la izquierda por la carretera, hasta que vea un cartel que indica girar a la derecha para dirigirse al Miradoiro do Cabo do Mundo II.
La verdad es que es del todo recomendable este desvío, porque aún nos permite disfrutar de otros tesoros que de otro modo nos pasarían inadvertidos al quedar apartados del camino principal. El primero de ellos es una casa blasonada en un entorno bucólico de vides, y a continuación un pequeño área de descanso arbolada con bancos y mesas frente a otra preciosa casa vacía clamando por calor de hogar y un cruceiro, que me ha llamado a sentarme aquí para almorzar. A pesar del viento, el frío y alguna otra ramita que de pronto adornaba la mesa, me he sentido el rey del mundo disfrutando de mis piezas de queso, salchichón y chorizo con picos integrales, y una naranja, que me han llegado al alma...
Con el estómago agradecido me he puesto de nuevo en marcha. Me he llevado un susto cuando apenas había caminado unos metros por la carretera en dirección a la Iglesia de San Lorenzo de Fión y su pequeño cementerio, y me he detenido a apartar una rama que había caído en mitad de la carretera y podría obstaculizar el paso de vehículos. Y justo cuando me detuve y me agachaba a coger la rama, ha caído otra enorme delante mía a pocos centímetros. Quiero pensar que el Apóstol quiso que me detuviera precisamente para que no me pillase la siguiente rama, y eso me hace sentir bien a pesar de todas las dificultades que se puedan presentar en este camino porque sé que gracias a Dios voy protegido.
En la Iglesia, de origen románico y modificada en el siglo XVIII al estilo barroco, me he detenido un momento a orar, y han llegado en coche una señora mayor cargada de un tiesto de margaritas para adornar la tumba de algún familiar acompañada del que imagino sería su hijo aún vestido con su mono de trabajo azul. Me han saludado sonrientes, les he preguntado si iba bien hacia el Mirador, y ya de paso me han dado las indicaciones oportunas para regresar después al Camino de Santiago.
Desde la Iglesia ya sólo hay que caminar unos metros en subida para llegar por fin a uno de esos pocos lugares que en tu vida tienes la oportunidad de conocer y que te impactan. Cuando llegas al mirador, con su valla de cristal, no es hasta que te asomas al borde mismo cuando te percatas de la inmensidad de lo que tienes delante. Me ha venido a la mente una frase de Fray Luís de León que me llegó la segunda vez que pisé la Plaza del Obradoiro en Santiago de Compostela, haciendo el Camino Inglés recién salidos del confinamiento por la pandemia del COVID 19: "Faltan palabras a la lengua para los sentimientos del alma...". La sensaciónen este punto es de haber cumplido con otro hito importante de este camino, ha sido como soltar otro nudo que se tenía que quedar aquí, mirando este inmenso y bello paisaje del meandro más importante de la Ribeira Sacra. Y eso ha provocado un sentimiento que solo he tenido una vez en la vida disfrutando en persona de otro espectáculo de la naturaleza como son las cascadas del Parque Natural de Krka en Croacia: ganas de llorar y pena por tenerme que marchar.
Cuando llegué al mirador había un chico disfrutando también de las vistas a pesar del fuerte viento. Esto me ha permitido pedirle que me hiciera una foto del momento que por fin no fuese un selfie.
Desde el mirador, para regresar al camino, solo tenemos que continuar caminando recto por el sendero que hemos venido, hasta que lleguemos a una pequeña rotonda con otro banco peregrino, donde se encuentra la bifurcación que nos dirige a la izquierda hacia el camino, y es aquí donde se encuentra el desvío hacia el Mirador si te quieres desviar desde el camino en lugar de hacer el atajo que he explicado antes.
Parece que el Apóstol se ha aliado conmigo hoy, y me ha permitido disfrutar de todo lo bonito que me ofrecía el pack de esta etapa compactada en 22 kms cargados de puntos de interés, y ha sido cuando por fin he visto la joya de la corona del mirador que ha soltado la borrasca que debía llegar el día de hoy, y el último tramo hasta mi destino ha sido ya con el chubasquero puesto bajo una lluvia torrencial que no ha parado ni siquiera de noche.
En Vendanova he parado a guarecerme un poco y darle un respiro al chubasquero, en el porche de una vivienda con bancos de madera que además ofrece la posibilidad de sellar la credencial haciendo uso del sello que se encuentra en una caja de latón disponible en el dintel de una ventana que da al camino. Estas personas que piensan en los peregrinos y aportan su granito de arena para ayudarnos no saben cómo se agradecen estos recursos o refugios inesperados en caminos como este donde cualquier detalle cobra enorme importancia.
Mi destino esta noche debía haber sido Chantada, pero mi llegada coincidía con la celebración en la localidad de un Festival de Rock llamado "Castañazo" y se me hizo imposible conseguir alojamiento. Aunque hubiera encontrado un lugar donde dormir, no me apetecía tampoco mezclarme con la bulla de quienes con toda lógica acuden a este festival a pasárselo bien, así que decidí parar en Diomondi y alojarme en su Albergue Público del que he leído muy buenas referencias y que a lo mejor hasta me ofrece la posibilidad de vivir la experiencia de disfrutarlo yo solo. Y a Diomondi he llegado con las ganas del que se desespera ya en el cansado tramo final golpeado por la fuerte lluvia. Sorprendentemente no he encontrado ninguna señalización que indique la ubicación del albergue público, pero sabía que estaba en Diomondi he incluso he localizado la bajada a la izquierda por donde mañana debo descender hacia Belesar.
Bajo la lluvia y mirando hacia las casas sin alma viva de mi alrededor, me he acercado con cierto respeto hacia un vehículo aparcado a la puerta del cementerio. La imagen de esta vieja aldea deshabitada comenzando a oscurecer, el cementerio, el coche aparcado en la puerta y un señor que salía y entraba del cementerio bajo la lluvia me han recordado una escena de una película de terror de zombies de esas en blanco y negro de cuando era pequeño a las que no les hacían falta sofisticados efectos especiales para llevarte casi al desmayo de puro miedo, "La Noche de los Muertos Vivientes" (1968). Le pregunté al señor por la ubicación del Albergue y hacia él me ha señalado, para después darme otro efímero susto diciéndome que cree que está cerrado. De no ser porque sabía por Begoña, del Albergue Lemavo, que la hospitalera me esperaba esta noche, me hubiese quedado en shock, y aún así me he alegrado al ver un coche aparcado en la puerta, significado de que había vida en el albergue...
Y por fin tenía ante mí la Iglesia de San Paio de Diomondi, a la que se encuentra anexado el genial albergue que me acogería esta noche. Dejo las fotos del exterior para mañana y me dirijo a buscar la puerta de entrada, una enorme puerta de madera roja que da acceso a lo que me ha parecido la entrada de un hotel de cinco estrellas. A la derecha se encontraba la recepción donde no había nadie, por lo que he gritado un ¿"Hola?" interrogativo que tuvo respuesta, y en la parte superior de la escalera que tengo de frente apareció Rosa, mi anfitriona, para darme la bienvenida.
Después del oportuno registro y sellarme la credencial, me ha hecho un tour por la planta baja del edificio, que es por donde me voy a mover: la cocina (no tiene prácticamente vajilla ni menaje, hay que tenerlo en cuenta a la hora de proveerse de avituallamiento), el apoteósico comedor (que comparte paredes, ventanas y puerta con la Iglesia anexa y desde el que se pueden apreciar los volúmenes de la reforma y cómo se ha unido lo antiguo y lo moderno), el baño y los dormitorios de la planta baja: uno con tres literas y otra pequeña habitación al fondo a la derecha de la primera con una litera y una cama baja.
He decidido elegir la cama baja de la pequeña habitación, donde se nota más la calefacción por su menor proporción, y porque junto al muro de pladur han respetado la visión del muro de enormes bloques de piedra de la Iglesia, y me gusta sentirme tan cerquita del espacio sagrado que hay al otro lado. Aquí todo son grandes y gruesos muros en el continente, y una preciosa y moderna distribución en el contenido que no desencaja en absoluto. Me sorprende además que a pesar de los espacios tan grandes, antiguos y altos, la calefacción se deja notar y no tengo nada de frío.
Tras sacar lo necesario de la mochila, distribuir por la otra habitación la ropa que necesitaba poner a secar y dejar la cama preparada, me he dado una reconfortante ducha de agua caliente y de nuevo me he puesto ropa cómoda y limpia. En la ducha la ampolla se ha manifestado escociéndome bastante. Para colmo se me pega la piel a la chancla, y sin darme cuenta empiezo a poner el pie de lado y me empieza a molestar, justo lo que no quería que ocurriese. En los caminos me preocupa más esto que la lluvia, las cuestas o el peso de la mochila.
Después del aseo, era el momento de merendar y tomarse un cafelito caliente, así que he preguntado a Rosa sí le apetecía y allí que nos hemos sentado los dos en la cocina para degustar un café bien calentito (preparado a base de los sobres solubles que compré en Ponferrada y agua caliente, servidos en vasos de plástico reutilizados), y unos bollos de chocolate tipo "phoskitos". Hemos charlado largo rato, primero en la cocina y después en la recepción, mientras fuera llovía a cántaros. Parece que no va a llegar ningún peregrino más, y Rosa se marchará a las 21:00 h.
Le he mostrado a Rosa mi interés por la reforma de este lugar. El albergue fue inaugurado en la primavera de 2022, y ocupa lo que era una antigua casa rectoral donde veraneaban los Obispos de Lugo, y que con esta reutilización mediante, salvó de la ruina el que se considera uno de los contados ejemplos de arquitectura civil de origen medieval que queda en Galicia, y cuyos elementos arquitectónicos más antiguos están datados en el siglo XIII. Es el primer albergue público de la Xunta de Galicia en el Camino de Invierno.
Leyendo noticias de su inauguración, me llegó la información de que debajo de algunas de las literas, obviamente en la planta baja, se descubrieron tumbas medievales durante la restauración (toda esta zona es una necrópolis del medievo), y aunque no se puedan apreciar porque el nuevo suelo a modo de tarima las debe cubrir, saber que están ahí me impone muchísimo respeto de cara a la noche que voy a pasar "solito" y me pregunto si verdaderamente voy a ser capaz de dormir...
Lo mejor ha sido cuando Rosa me ha dado la posibilidad de visitar la Iglesia, pues ella conserva las llaves de una puerta junto a la escalera que lleva directamente a su interior. He sentido una expectación tal que he querido grabar incluso el momento en el que Rosa abría los enormes cerrojos que en aquel momento sonaban como los de las mazmorras de un castillo vacío en el que no se adentraba nadie en varios siglos, y en cuanto ella accedió a la oscuridad y le dió a la luz, el espectáculo se hizo presente con esa preciosa y bien conservada capilla donde todo estaba perfectamente dispuesto como en un museo.
He reparado en algunas piezas de antaño, como un viejo cepillo y un antiguo "Anda" o parihuela con ruedas para sacar a los santos en procesión, y una colosal y antigua pila bautismal de piedra que vete tú a saber a cuantos niños en cientos de años ha recibido en este sacramento. Conserva incluso el suelo de piedra original.
Rosa ha dirigido mi atención a las cabezas de dos feroces lobos colocados a ambos lados de la puerta por la que hemos entrado y en la entrada principal, que se dice protegen a la Iglesia de la entrada de personas con malas intenciones...
Mi recomendación a los que estéis pensando en hacer el Camino de Invierno es que consideréis la posibilidad de terminar aquí vuestra etapa desde Monforte, pues este lugar merece muchísimo la pena por la posibilidad de vivir la experiencia de dormir en el interior de un bien cultural de primer orden, y terminar la siguiente etapa en Chantada aunque sea una etapa corta, para así iniciar al día siguiente directamente la subida a Monte Faro. Me he dado cuenta ahora de que debía haber programado así la etapa de mañana ya que siendo domingo los albergues estarían disponibles una vez finalizado el festival de rock, y tal y como lo he planeado va a ser excesivamente complicada pernoctando en Diomondi y dejando atrás Chantada. Pero no me arrepiento...
Este albergue no tiene servicios alrededor, ni tiendas, y tendréis que llevaros comida para la que sea suficiente el microondas (yo me he apañado hasta el café de la mañana), pero a cambio tendréis el privilegio de pernoctar en un lugar único e inusual en sus instalaciones, y sobre todo, cargado de historia. No dudéis en pedir a Rosa la hospitalera que os enseñe la Iglesia, ya que rebosa amabilidad y os la mostrará agradecida por vuestro interés.
Después de visitar la Iglesia, he hecho un tour en solitario por la planta de arriba y sus habitaciones a las que tampoco les falta de nada. Hay una pequeña y confortable habitación interior que comparte también paredes con la Iglesia que me ha enamorado para otra ocasión, y esta planta superior tiene también su propia cocina. A continuación comparto dos vídeos con ambas visitas y algunas fotografías que no tienen desperdicio, para que os hagáis una idea de lo que os espera en este mágico lugar enclavado al inicio de la famosa bajada a los codos de Belesar:
Rosa se ha marchado y me he quedado como dueño y señor del Castillo, no sin advertirme antes, como en un cuento con moraleja, que si salgo al exterior procure que no se cierre la puerta ya que entonces me quedaría fuera. He sentido una sensación inquietante y expectante a la vez al quedarme solo en este lugar en una aldea apartada y en medio de una borrasca. Era hora de disfrutar el momento así que he dispuesto la cena, a base de un bol de ensalada de pasta y atún y otro socorrido pack de la marca "Carretilla", de pollo con champiñones, que solo necesita calentarse en el microondas y que se puede comer de la misma bandeja. De acompañamiento la media botella de vino que abrí ayer en Monforte, y de postre otra naranja. Menos mal que me traje cubiertos de plástico...;
Esto es algo que los peregrinos no terminamos de entender en los albergues públicos de la Xunta de Galicia, que sus enormes y amuebladas cocinas no dispongan del necesario menaje y vajilla para poder cocinarte tú propia comida. Se podía entender durante la pandemia por el Covid 19, pero no antes ni después, y muchísimo menos en albergues como este que se encuentran en medio de la nada y ni siquiera tienes la posibilidad de acercarte a un restaurante a comer caliente. Igual de inexplicable es que en el millón de euros que se gastaron en esta restauración incluyeran dos modernas cocinas para dejarlas después desabastecidas y prácticamente sin funcionalidad alguna, pues eso ya hasta mosquea. Estoy seguro de que si se lo propusieran, hasta IKEA patrocinaría la dotación mínima necesaria para los albergues públicos....
Para mitigar la soledad me he puesto una lista de reproducción de música en el móvil mientras cenaba aunque la cobertura en la cocina no es buena, ni el wifi tampoco debido a estos gruesos muros, pero sin problemas en la zona de recepción, donde me he sentado un rato después a curiosear las redes sociales.
Creo que voy a caer rendido en la cama, pues la verdad es que estoy bastante cansado. Mañana me espera una larga etapa de 33,16 kms. que no va ser fácil: debo bajar hasta Belesar, volver a subir, dejar atrás Chantada, subir y bajar el Monte Faro y llegar a Rodeiro. No sé si he dimensionado mal mis fuerzas, pero tampoco tengo miedo de afrontarlo. Lo que sí he decidido con Rosa, es enviar mi mochila mañana con el servicio de traslado que ofrece Manuel de Bar Mar en Sobradelo, para quitarme peso en las espectaculares subidas y bajadas de mañana y evitar hacerme más daño en el pie fastidiado por la ampolla, y aligerar un poco en ese largo recorrido.
Cuento además con una hora extra para dormir: esta noche se produce el cambio de hora, y a las 3:00 serán las 2:00, así que eso que me llevo.
Espero que toda el agua que está cayendo esta noche sea para que no tenga que caer mañana, y que los senderos y el barro sean benévolos...
App de seguridad ciudadana de la Policía y la Guardia Civil. Canal discreto y eficaz para solicitar ayuda de las fuerzas de seguridad ante cualquier hecho del que seas víctima o testigo. Entre sus principales funcionalidades destacan:
Chat: contacta a través del chat, envía fotos y vídeos y obtendrás una respuesta inmediata desde el centro de Policía o Guardia Civil más cercano a tu posición.
Botón SOS: protección reforzada para colectivos vulnerables. Envía una alerta urgente al centro policial más cercano junto con tu posición y una grabación de audio de 10 segundos de lo que está pasando.
Guardián: comparte tu posición con los tuyos o con los servicios de rescate. Tu posición será enviada periódicamente para que puedas ser localizado rápidamente en caso de incidente.
Avisos localizados: recibirás un aviso en tu móvil si hay una emergencia de seguridad en la zona en la que te encuentras.
Acceso universal: adaptada a personas sordas e invidentes. Incorpora un traductor automático para poder comunicarte con las FFCCSE en más de 100 idiomas.
Hola Sergio Por fin llegó tú crónica de esta etapa. La esperaba con ansiedad. Como siempre una descripción exquisita y meticulosa en los detalles. Me será de utilidad. Gracias y quedo a la espera de la siguiente. Buen Camino!
17 de Octubre de 2024 . _____________________________________________________ Una consideración MUY IMPORTANTE a tener en cuenta antes de iniciar este camino: es IMPRESCINDIBLE contar con el apoyo de una aplicación GPS o track actualizado para orientarnos ante la incompleta señalización en alguna zona, señalización confusa o desaparición total de ella, pues caminaremos por parajes bastante solitarios y como veremos en posteriores crónicas, prácticamente transformados por los incendios. En mi caso he utilizado la aplicación Gronze Maps , que no me ha dado ningún tipo de problema en la ruta portuguesa, apoyado por un track de la aplicación Wikiloc , disponibles ambos también en enlaces facilitados en el apartado INFORMACIÓN PRÁCTICA . _____________________________________________________ He dormido bastante bien para la cantidad de ruido que había ayer noche en la calle. Me ha despertado antes de hora la voz de algún crío alojado con sus padres que hablaba desde el pasillo, y si ...
14 y 15 de Octubre de 2024. Se me ha hecho eterno esperar a este día. Un larguísimo año esperando de nuevo el momento en que mi mochila y yo nos ponemos de nuevo en marcha hacia un deseado Camino de Santiago. Dejar pasar todo el verano y ver marcharse de vacaciones a todos mis compañeros de trabajo ha sido desesperante, pero por circunstancias laborales no me quedaba más remedio que postergar este camino a la segunda quincena del mes de octubre y los primeros días de noviembre. Mientras tanto he tenido tiempo de sobra para poner en orden mis pies (con una operación del dedo gordo del pié izquierdo de por medio y un tratamiento con diodo laser por metatalsargia en el pie derecho), y renovar el equipamiento. Después de lo vivido en el Camino de Invierno seguido del Epílogo a Muxia y Fisterra el pasado año, decidí que tenía que invertir en mejorar la impermeabilidad y confortabilidad tanto en el calzado como en la ropa, y hasta polainas llevo...; Todos estos preparativos han ido aliment...
16 de Octubre de 2024. Me he levantado a las 7:30, aunque despertar me he despertado mucho antes y varias veces, peor que la noche antes de coger un avión. Por un lado la gente que llegó tarde a dormir aprovechando al máximo la noche de Oporto (totalmente entendible teniendo en cuenta que este es un albergue joven y no particularmente para peregrinos...), el ruido de la lluvia incesante y algo de frío que se colaba por la ventana abierta y que tuve que levantarme yo a cerrar, algo enorme y pesado que se ha caído desde la litera de arriba estrellándose como un peso muerto contra el suelo de tarima, otros compañeros de habitación que se levantaban a la vez que se acostaban los que llegaban tarde, continuando con el ruido de pasos y chanclas que se arrastran de un lado a otro, los cajones metálicos que se abren y se cierran...; por lo tanto la noche ha sido una sucesión de micro despertares, y en todos y cada uno de ellos pensaba que ya iba a sonar el despertador. Tengo los ojos que ...
Hola Sergio
ResponderEliminarPor fin llegó tú crónica de esta etapa. La esperaba con ansiedad. Como siempre una descripción exquisita y meticulosa en los detalles. Me será de utilidad. Gracias y quedo a la espera de la siguiente.
Buen Camino!
Gracias a ti!. Buen Camino!
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