13a Y ÚLTIMA ETAPA CAMINO DE SANTIAGO FRANCÉS (DESDE ASTORGA): O PEDROUZO - SANTIAGO DE COMPOSTELA (19,16 Kms).

4 de Noviembre de 2022.

He dormido regular esta noche. No por incomodidad, quizá porque estaba algo inquieto. Me he despertado antes de que sonara la alarma, la cual programé a las 8:00 de la mañana, no tenía prisa...; He oído pasar a todos los peregrinos ante mi rinconcito privado, acurrucado, hasta que empezaron a decaer las voces que se entremezclan. Cuando ya puedes distinguirlas por separado, es que la mayoría del caudal de peregrinos ha salido por la puerta del albergue. Ojeo desde mi litera toda la ropa repartida por las literas de alrededor, secándose u oreándose. Hoy, después de 12 días caminando, me parece que vengo cargado con más ropa que nunca, o me cuestiono por qué tengo tanta ropa fuera de la mochila. No me apetece organizarla, y esto no es más que parte de la desazón que acompaña al último día a todo peregrino que se precie. Cuando soy consciente de ello, decidí ponerme en marcha, adueñarme del baño y aligerar un poco, que el albergue se ha quedado vacío y van a comenzar a limpiar.

He salido por la puerta de atrás al descampado donde se encuentran los tendederos para recoger la toalla de microfibra que me olvidé meter por la noche en el interior. Me ha sorprendido encontrar junto a la puerta una verdadera montaña de mochilas. Esta puerta de atrás es la que usan también las agencias de traslado de mochilas y maletas, y aquí van a tener un trabajo importante. Estoy lejos de equivocarme si digo que había cerca de treinta mochilas, y me sorprende porque la gran mayoría de peregrinos que han pernoctado en el albergue esta noche, casi todos ellos también extranjeros, eran bastante jóvenes y por lo tanto capaces de caminar con ella a sus espaldas. Una pena que se pierda la cultura del esfuerzo, y que se priven de la experiencia de entrar a Santiago de Compostela con su compañera de viaje, aunque solo sea el último día.

Sorprendentemente la toalla de microfibra estaba completamente seca, aún cuando yo esperaba encontrármela mojada por el rocío de la noche, así que podré secarme la cara con ella. Aprovecho para intuir el parte metereológico del día, que se presenta nublado y frío, pero no creo que vaya a llover. Una vez todo listo me pongo en marcha, como siempre sin poder despedirme de la Gerente del albergue, que aún no ha llegado al establecimiento. Hoy todas las sensaciones serán extrañas, incluida la de abandonar en solitario y en silencio el albergue. Es lo que tiene saber que desde que pones un pié en la calle se inicia la cuenta atrás de los últimos pasos hasta Santiago, los últimos pasos de este camino con toda la importancia que tiene para una persona que cuando se echa a andar tantos kilómetros a lo largo de tantos días, es porque lo necesita...

La primera calle a la derecha me muestra las vecinas viviendas y el campo envueltos en una niebla que los primeros rayos de sol se empeñan en disolver . Me encantan las mañanas así, de niebla perforada de luz, de oro y plata los matices, pequeños momentos mágicos que te dan los buenos días y vanidosamente te hacen pensar que son regalos exclusivos para tí.


Sin prisa me he dirigido a la Cafetería y Panadería Che 4, para desayunarme el acostumbrado café con leche y las tostadas con mantequilla y mermelada. Y con este primer acopio de energía del día me dirigí hasta la entrada del bosque frente al Polideportivo Municipal, donde nos zambullimos de nuevo en una nueva etapa. Desde mi primer camino, no puedo evitar girar la cabeza a un determinado punto de este inicio de etapa, cuyo recuerdo en cierto modo me hace fuerte para continuar caminando. El bosque está precioso, y no hay nadie. Ya lo había notado cuando he ido a desayunar y no me he cruzado con peregrino alguno. Sólo con un papá que seguramente acompañaba a su hija pequeña al cercano colegio.





Otro presente especial que me ha hecho el día ha sido cuando al salir del bosque y mirar a la izquierda he vuelto a encontrarme con la misma imagen que aquí tuve en mayo en la última etapa del Camino Primitivo: subiendo camino arriba una pequeña señora tirando de dos enormes vacas.  No sé qué posibilidades hay de vivir dos veces el mismo momento foto, pero imagino que la buena mujer hace esta misma tarea todos los días a la misma hora, y aquí se encontró de nuevo a uno de los últimos peregrinos. Me he parado a fotografiarla y esperar para saludarla, y como la anterior ocasión no dudó en detenerse para dar las buenos días y dejar que admirase a sus dos enormes compañeras. Coqueta ella posa tímidamente para la foto con la que inicio esta publicación: "no me saques a mí, que estoy muy fea". Le he comentado que en mayo también coincidí con ella, que tengo un Blog y que ya forma parte de él desde que nos cruzamos (ENLACE A LA 14a Y ÚLTIMA ETAPA DEL CAMINO PRIMITIVO: O PEDROUZO - SANTIAGO DE COMPOSTELA), y le mostré la foto de entonces, que contempló risueña y creo que hasta orgullosa. Dios la cuide muchos años ...


En este punto me he cruzado con una pareja joven, pero el camino continúa siendo bastante solitario. El ruido de la carretera a lo lejos con su trasiego de tráfico nos recuerda que nos acercamos a la "civilización", si podemos llamar así a la gran urbe y su área metropolitana, muy lejana en contexto, paisaje y disfrute sensorial de lo que nos encontramos en anteriores etapas. A mi paso centro más mis recuerdos en mi último paso por aquí en mayo que en mi primer camino de 2019, quizá porque en mayo esta etapa estaba repleta de peregrinos, al menos hasta la entrada a la ciudad de Santiago  donde todo se diluye, y noto mucho más el contraste. Yo me aferro en estos últimos instantes a cualquier rinconcito especial a mis ojos, verde o histórico, para parar y hacer fotos. Ha comenzado de pronto a chispear fuerte, y he dudado en si entrar a una cafetería a pié de camino donde se guareció también otra peregrina joven o proseguir, pero decidí continuar rogando porque no tuviera que poner en marcha la logística del poncho de lluvia. Definitivamente solo se trató de una nube pérdida...



Otro grato encuentro lo he tenido al llegar a un puesto de venta de souvenirs del camino que se suele instalar siempre en el mismo punto del bosque que atravesamos antes de llegar al viejo monolito de piedra que indica "Santiago", y también te sellan la credencial si así lo deseas, con sello de tinta o lacre, a cambio de la voluntad. En este puesto ambulante se encontraba el amigo "compadre", haciendo acopio de recuerdos y regalos para llevarse de vuelta. Me alegra verlo cada vez que me lo encuentro, porque sé que le ha costado terminar cada una de las etapas, pero doy fé de que las ha terminado todas, en solitario, porque su compañero, como en anteriores etapas, iba por delante. Me comentó que ellos solo pasarían una noche en Santiago, porque tenían que volver a Sarria a recoger el coche con el que viajarían de vuelta a Andalucía. Lo he dejado allí comprando y me he despedido pensando que me lo volvería a encontrar en Santiago, pero ahora que escribo esto y recuerdo sus palabras diciéndome "¿ya te vas?", me invade la pena porque debería haberle esperado y hacer este último trozo con él para entrar juntos a Santiago y vivir su primera vez. Creo que a él le hubiese gustado y me lo dejó caer, pero yo me he dejado llevar por la importancia que le doy a empaparme de los sentimientos que me provoca llegar a nuestro destino, y finalmente no me los encontré en la ciudad, ni en la Plaza del Obradoiro donde confluimos todos, ni siquiera en la Oficina del Peregrino, sonrientes y felices con la Compostela bajo el brazo, y me da tristeza...; Ahora caigo que, como le pasa a muchos otros peregrinos que luego intentan saber de efímeros compañeros de camino indagando a través de las redes sociales y los grupos del Camino en Facebook, no nos preguntamos los nombres, ni nos pasamos los teléfonos, ni recuerdo si exactamente eran de Sevilla o de otra ciudad andaluza, lapsus inexplicables que no sabes por qué suceden...

Y he llegado al viejo monolito que nos hace saber que pisamos ya tierra de esta bendita ciudad, que aunque aún nos queda por andar, la sentimos ya tan y tan cerca...; Mientras me sacaba algunas fotos y repasaba piedras y ofrendas de anteriores peregrinos que pasaron por este punto, me ha adelantado volando otro peregrino con el que he compartido un "Buen Camino", y me ha hecho sentirme parte de ese pequeño club de caminantes lentos que abandonan los últimos los albergues y disfrutan entre origen y destino de cada etapa.



Dos estampas han reclamado mi atención antes de llegar a Lavacolla. Una es un conjunto de estrellas de colores que colgaban de las guías entrelazadas de una yedra alrededor de un árbol y que ya me he encontrado en anteriores etapas, por lo que han levantado mi curiosidad. Tienen diferentes nombres escritos en cada una, y me imagino que habrá sido obra del mismo grupo que las ha ido ubicando, o alguien que ha querido homenajear a una serie de personas. De todo lo que uno se puede encontrar en el camino, creo que no hacen daño a nadie y son muy bonitas visualmente hablando donde las encuentras. La segunda estampa es un cartel en el camino paralelo al aeropuerto casi al llegar a Santa Lucía, que me ha hecho reír ya que nos avisa de que "En esta aldea hay dos bares", imagino que por iniciativa del segundo bar, más retirado a la vista del primero, que sin duda será donde paren la mayoría de peregrinos que desean hacer una pausa para comer o para el aperitivo. Por solidaridad y por la gracia del asunto, me he dirigido al segundo establecimiento, una casa rural llamada Last 12 km Guest House a tomar un café y una napolitana de chocolate que estaba abandonada en el expositor de bollería y que buscaba comensal. He aprovechado para descansar un rato y charlar con la señora que lo regentaba sobre el devenir del camino y los diferentes peregrinos que lo transitan. Finalizado el tentempié he entrado en la Capilla de Santa Lucía de Sabugueira que continuaba abierta en estas fechas, a orar antes de continuar camino. En esta ocasión me he detenido a leer un retablo que habla sobre las reliquias de diferentes santos que supuestamente se debían encontrar en esta capilla, pero consultada la persona que allí se encontraba acogiendo a las visitas para interesarme me aseguró que no estaban allí, sino que se las habían llevado a otra Iglesia.




Saliendo de la aldea, en esa cuesta arriba a modo de prueba para medir tus energías el último día, reparo de nuevo en la señalización a la izquierda del camino que proviene del aeropuerto y desemboca a esta altura en el Camino Francés. Imagino que es una buena alternativa para quien quiere comenzar a caminar desde que pone un pié en el aeropuerto y se encamina, por ejemplo, hacia el Epílogo a Finisterre, teniendo la oportunidad de ir caminando hasta los piés del Apóstol antes de continuar desde la Catedral de Santiago hasta Muxia y Fisterra. Antes de finalizar la cuesta me ha dado tiempo de recordar a un peregrino que el pasado mes de mayo iba en grupo y que subiendo esta misma rampa se percató de que se había olvidado su bordón en el bar donde había descansado escasos minutos antes. Tras los segundos de desconcierto por el olvido, decidió que no iba a volver a buscarlo y continuó su camino. Pobre bordón despreciado en el último momento tras haber servido de apoyo tantas horas, tantos días de peregrinación o excursión...; Ni siquiera le dió la oportunidad de pasar por el gesto y la intención de ser donado para servir a futuros peregrinos si no podía llevárselo a casa, el tránsito digno si tienes que dejar las manos que te han portado. Ni siquiera tuvo el momento romántico y lastimoso del peregrino que se lo quiere llevar como un compañero y recuerdo irrenunciable de la gesta alcanzada y que se ve obligado por la seguridad de turno a abandonarlo a última hora en el aeropuerto. Se quedó olvidado primero y rechazado después junto a una mesa metálica repleta de vasos vacíos donde se dibujan cercos y constelaciones de espuma blanca de la Estrella Galicia...; Y a mí, que lo observo todo, estos momentos intrascendentes para la mayoría se me quedan grabados.

Cuando llego a la altura de la Iglesia de San Paio vuelvo a tantear por tercera vez, alzando la mirada desde la escalinata, la posibilidad de visitar su interior, pero aún no he tenido la suerte de encontrármela abierta. Aún así vuelvo a retratar su esbelta figura, reparo en lo florido del pequeño cementerio anexo debido a la cercana festividad de todos los Santos, y cruzo la N-634 seguido de la mirada curiosa del mural verde y turquesa de las Estrellas del Camino al otro lado de la misma. A pocos metros del mural, el estrecho Río Sionlla, que salvaremos por una pasarela de madera. Se dice que en el Capítulo VI del Códice Calixtino ya se menciona el curso de este río, en el que los peregrinos se despojaban de sus ropas y se lavaban antes de llegar a Santiago. Para emularlo, he bajado hasta el borde mismo del cauce para lavarme las manos y mojarme con ellas la cara. Me encanta cumplir tradiciones, qué le voy a hacer. Si todos hiciéramos lo mismo, si estos gestos no se perdieran sino que se cuidaran y se insistiera en darlos a conocer y respetar, quizá el futuro del camino no pasaría por descontextualizarse o ser absorbido por el turismo. 


Y así poco a poco casi llegamos al Monte do Gozo. Antes he parado, junto a un joven peregrino argentino de 19 años que ya se está recorriendo el mundo (incluso ha estado trabajando en Sevilla de camarero para ahorrar dinero y continuar viajando), en el moderno Restaurante A Calzada que hay en la calle San Marcos. Me detuve aquí atraído por un delicioso olor a filetes en salsa y ajito, y pensé que era buen momento para el pincho de tortilla y la copa de vino. Craso error..., la tortilla seca y recalentada al microondas tardó en llegar a la mesa, mientras acababa la copa de vino. Otro largo rato para que cobrasen la cuenta..., mientras empiezas a notar que los camareros te miran raro como cuando no eres el tipo de cliente que esperan: el extranjero. Definitivamente se está acabando el camino...; En el Monte do Gozo me detuve a orar en la Capilla de San Marcos, que en esta ocasión solo tenía abierta la puerta de entrada. Tras esta, una reja te impedía la entrada a la Capilla, que cuenta además a tu alcance con un aparatito de esos que si introduces unas monedas se enciende la luz para que puedas ver el interior mientras un ruidoso sonido a modo de "tic tac" acelerado marca el tiempo que te queda para contemplar la escena antes de que la cuenta atrás se detenga y la oscuridad engulla de nuevo la sala. 


No me ha apetecido aventurarme a ver de nuevo los restos del desintegrado  monumento al peregrino, ni acercarme a saludar a las esculturas de los peregrinos que señalan felices por fin las torres de la Catedral. Los he divisado a lo lejos, y solo me he desviado para acercarme a las enormes letras oxidadas que marcan territorio del Parque Monte do Gozo. Al retornar de nuevo al camino, me he parado ante una casa o finca singular en cuya parcela interior se erigen, como en un museo al aire libre, infinidad de esculturas de piedra. Una de ellas me hizo acordarme de la compañera peregrina Elizabeth Sánchez Vega, pues tenía esculpida la frase "LOS DERECHOS HUMANOS ESTÁN DESNUDOS". A Elizabeth la conocí virtualmente haciendo el Camino Primitivo. Ella promueve la Ruta de los Derechos Humanos en el Camino Primitivo, 30 placas de bronce dedicadas a los 30 artículos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos repartidas por las diferentes etapas de este precioso camino. El proyecto es bastante más ambicioso que la mera colocación de las placas, y puedes obtener más información si te interesa en la web de Where is Asturias; A partir de aquí ya solo me he detenido para hacer una foto al monumento del Templario Peregrino y al retablo de hierro que da la bienvenida a Santiago de Compostela, últimos instantes para intentar parar el tiempo antes de que nos planteamos en la Plaza del Obradoiro y todo acabe para dar paso al desasosiego.







Ahora sí todo va terminando. Nos invade la efervescencia  que sube hacia el borde del vaso cuando, en mi caso, nos sentimos en casa y reconocemos ya las calles que pisamos, aunque hagamos aún de peregrino primerizo intentando localizar la vieira incrustada en el suelo o la flecha amarilla que nos indican cómo llegar a la meta en esta urbe bulliciosa de la que, a la vista, curiosamente no emergen las torres de la Catedral, y en la que te cruzas con peregrinos que caminan al revés, volviendo de la Plaza del Obradoiro buscando el último alojamiento. Aquí ya no eres esa persona que llama la atención a lo lejos, caminando por un paraje solitario con una enorme mochila a la espalda, eres el más común de los mortales, uno más de tantos que todos los días se entremezclan entre el diferente gentío de la ciudad. Y de pronto, esa efervescencia comienza a bajar cuando por fin desembocamos a la altura de San Martín Pinario, la Catedral se te presenta majestuosa a tu izquierda, la gaita suena (siempre suena...), y acabamos con una extraña tranquilidad mezclada con latidos demasiado fuertes sentados en mitad de la Plaza del Obradoiro. Este instante para muchos puede resultar hasta pavoroso, porque nuestra aventura, objetivo o promesa, finaliza aquí, poniendo punto y final a largos días en los que solo teníamos que preocuparnos de levantarnos, desayunar, caminar, disfrutar del campo, la paz, los momentos íntimos, la introspección, la animosa charla con otros peregrinos, conocer gente nueva, disfrutar de la gastronomía, y terminar satisfechos una nueva etapa en la que nos olvidamos del reloj, de la fecha, de si es lunes o viernes, de los problemas y las inseguridades....; Y de pronto estamos aquí, en la Plaza del Obradoiro, desconcertados, planteándonos ir a visitar de inmediato la Cripta del Apóstol y recoger la Compostela en la Oficina de Acogida al Peregrino, pero con un pensamiento fijo de soslayo puesto en el "¿y ahora qué?".





He buscado con la mirada a mi alrededor caras conocidas de mi camino, tenía ganas de fundirme en un abrazo, pero no he encontrado a nadie. Me he imaginado las llegadas de algunos, como serían sus momentos, y espero que los hayan disfrutado como los disfruto yo. He dirigido mis pasos hacia la cercana Rúa Carretas para pasar por la Oficina del Peregrino, donde no había excesiva cola de espera. Recogí mi Compostela y el certificado de distancia además de comprar como siempre Lotería de Navidad, entré un momento a orar en la Capilla, y me fuí hacia el que sería mi alojamiento los próximos tres días que pasaré en Santiago de Compostela: la Hospedería de San Martín Pinario. Por fin había conseguido reservar aquí y me ha sorprendido para bien. El edificio es inmenso, con un claustro que te recibe nada más llegar y largos pasillos que te sumergen de lleno en un lugar histórico. En cierto modo me recuerda a un Colegio Mayor, pero las actualizaciones modernas en determinados puntos y los preparativos de un evento delatan que estamos también en un hotel. Las habitaciones de los peregrinos están en la última planta, son antiguas celdas, y no podían tener ubicación mejor. Son habitaciones muy pequeñas, austeras, con lo necesario para descansar y un pequeño cuarto de baño, que también se me hace suficiente. El mobiliario y los sanitarios son antiguos, y el caso es que a mí me gusta así. Tanto la estancia como el baño, cuentan con unos ventanucos desde los que, en mi caso, se divisaba parte del Monasterio, un campo de deportes que parece oculto y la ciudad vieja. Del tejado cuelgan helechos que le dan mayor encanto a este pequeño remanso que te han asignado, invitándote a asomarte y embelesarte a cada instante. 










Tras descansar un rato y tomar la ducha de rigor, momento para sacar del fondo de la mochila algo de ropa más urbana, para dirigirme con tiempo suficiente después a la Catedral, atravesar por tercera vez este año la Puerta Santa,  pasar un ratito en la Cripta con el Apóstol para agradecerle esta nueva oportunidad y pedir por mi madre, encender unas velas por el alma de dos personas fallecidas recientemente, y participar en la Misa del Peregrino. Tras la misa, he quedado por fin para conocernos en persona con el amigo y gran peregrino Guilherme Ribeiro, portugués apasionado del Camino de Santiago y de España en general que en su muro de Facebook comparte una ventana abierta a decenas de peregrinos con los que tiene oportunidad de charlar a través de videollamadas para hacer volar historias personales vinculadas a la peregrinación y el Camino. Aún tenemos pendiente mi entrevista, que a pesar de que me lo ha pedido un montón de veces aún no hemos podido cuadrar, pero al menos hoy hemos tenido la oportunidad de abrazarnos, cenar juntos y charlar largo rato ante la mesa y mantel de la Cafetería Paradiso en la Rúa do Vilar. Me ha regalado una plaquita a modo de matrícula de Santiago con mi nombre que ya forma parte de mi cuadro de imanes viajeros, paseamos por el casco antiguo y hemos disfrutado de un momento guapísimo con la tuna y la corte especial que los acompaña, bajo los soportales del Pazo de Raxoi.







Los próximos días los dedicaré como siempre a pasear y encontrarme, porque a pesar del camino, siempre queda una parte no resuelta que ansío arreglar antes de volver a la realidad que me espera cuando vuelva a coger el avión de vuelta.  A provecharé para hacer compras y pasaré por la tienda A Rúa Recordos del amigo Óscar Martarelli para hacerme, como siempre, con el parche de tela y el imán de este camino, que son mis trofeos particulares.

Una última  reflexión importante: disfruta de esta maravillosa, mística e histórica ciudad Patrimonio de la Humanidad que te acoge y su gente, pero sobre todo, respétala, cuídala y que tu huella no sea negativa ni tu visita sea tenida por impresentable. Solo así el enamoramiento mutuo hará su trabajo, y aquí tendrás una casa a la que querrás volver siempre.

Muchísimas gracias a todos los que me habéis seguido compartiendo este camino y disfrutando como si estuviéseis conmigo. A vuestra disposición siempre.; Me despido con un último pensamiento: hoy más que nunca he necesitado poder subir al camerín y dar un fuerte abrazo a Santiago, y él lo sabe...

Buen Camino!




INFORMACIÓN PRÁCTICA Y ENLACES:

Avda. Igrexa, 7
+34981511371
+34629518204
reservas@alberguecruceirodepedrouzo.com

Avda. de Compostela, s/n - A la entrada de la población , junto a la carretera (O Pedrouzo)

Avda. de Santiago, s/n (O Pedrouzo)
+34981511239

Lugar San Paio, 22A ( A Lavacolla)

Praza Inmaculada, 3 (Santiago de Compostela)
+34981560282
reservas@sanmartinpinario.eu

Rúa do Franco, 4 (Santiago de Compostela)
+34981582537



Rúa de Carretas, 33 - Santiago de Compostela
+34981568846
oficinadelperegrino@catedraldesantiago.es 

Rúa do Vilar, 29 (Santiago de Compostela)
+34981583394

Cantón do Toural, 7 (Santiago de Compostela)

Una invitación a descubrir Compostela de la mano de 20 compostelanos y compostelanas. Plazas, callejuelas y rincones escondidos, de visita imprescindible, en la capital de Galicia.

Webcams en directo de Santiago de Compostela: imágenes de la Catedral, de las Plazas del Obradoiro, Quintana y Platerías, vista desde el Monte Pedroso...




App de seguridad ciudadana de la Policía y la Guardia Civil. Canal discreto y eficaz para solicitar ayuda de las fuerzas de seguridad ante cualquier hecho del que seas víctima o testigo. Entre sus principales funcionalidades destacan: 

Chat: contacta a través del chat, envía fotos y vídeos y obtendrás una respuesta inmediata desde el centro de Policía o Guardia Civil más cercano a tu posición.

Botón SOS: protección reforzada para colectivos vulnerables. Envía una alerta urgente al centro policial más cercano junto con tu posición y una grabación de audio de 10 segundos de lo que está pasando.

Guardián: comparte tu posición con los tuyos o con los servicios de rescate. Tu posición será enviada periódicamente para que puedas ser localizado rápidamente en caso de incidente.

Avisos localizados: recibirás un aviso en tu móvil si hay una emergencia de seguridad en la zona en la que te encuentras.

Acceso universal: adaptada a personas sordas e invidentes. Incorpora un traductor automático para poder comunicarte con las FFCCSE en más de 100 idiomas.


IMÁGENES:
























Comentarios

ENTRADAS POPULARES:

1a ETAPA CAMINO DE SANTIAGO PORTUGUÉS INTERIOR: VISEU - ALMARGEM (15,2 Kms.)

CAMINO DE SANTIAGO PORTUGUÉS INTERIOR. Oporto: segundas partes también son buenas .

CAMINO DE SANTIAGO PORTUGUÉS INTERIOR. Viseu: una janela medieval.