1a ETAPA CAMINO DE SANTIAGO PRIMITIVO: OVIEDO - GRADO (25,2 Kms)
Y por fin llegó el momento. No he madrugado mucho, el despertador lo tenía puesto a las 8:00 de la mañana. La mochila la había dejado prácticamente lista, por lo tanto, tras un café y un par de magdalenas solito en la cocina, me puse en marcha nervioso hacia la Plaza de la Catedral. El día se ha presentado nublado y así ha permanecido todo el día, pero lo importante es que no ha llovido, y que la temperatura, sin sol, era ideal para hacer el camino.
Una vez en la Plaza de la Catedral me ha costado "darme cuenta": de dónde me encontraba y de lo que estaba a punto de iniciar. Como si te costase arrancar porque quieres alargar el tiempo. Al fin y al cabo, pones tanta ilusión y esfuerzo en organizar tus caminos, que sabes que cualquier instante que vivas, inmediatamente será pasado, y este camino y su punto de partida tienen tanta categoría para mí, que el comienzo lo necesito especial e inolvidable. Este es mi quinto camino, y dicen los taurinos que no hay quinto malo...
Localizada la primera vieira de bronce incrustada en el suelo, y saludado el Rey Alfonso II (si supieras la que has liado...), comenzamos a seguir esta estela de vieiras que nos guiarán los primeros centenares de metros de esta etapa. Me ha costado guiarme por ellas, porque su color casi se mimetiza con el acerado y porque tienes que acostumbrarte a que la orientación la marca donde la vieira se cierra. En un determinado punto me detuvo desconcertado otro peregrino de Plasencia que iba en bicicleta. Desorientado como estaba intentando localizar las vieiras (la verdad es que de tanto mirar al suelo buscando parece que se nos ha caído un chorro de monedas de euro), y fallándole para colmo el track del camino que le habían pasado, decidió bajarse de la bici para hacerlo caminando, y se acercó para preguntarme si sabía cómo seguir o interpretar este invento de las pequeñas vieiras de bronce.
Ciertamente, en su inicio, es imposible que un peregrino en bicicleta pueda localizar una vieira incrustada sobre la acera a falta de GPS...; La cosa cambia más adelante cuando a las vieiras se unen por fin las flechas amarillas, carteles azules adosados a las farolas y mojones de piedra donde de nuevo es la vieira la que te orienta. Caminamos un rato juntos dialogando, hasta que se detuvo en una ferretería para comprar alguna herramienta y yo continúe en solitario.
La salida de Oviedo es larga pero no aburrida. Me sorprende esta ciudad por la gran cantidad de grandes espacios abiertos que atesora entre bloques de pisos y avenidas. En un momento dado, una de estas avenidas te regala de pronto el enorme telón de fondo de enormes colinas verdes que la perspectiva sitúa a la misma altura de los edificios que te rodean, colinas cuidadas y serpenteadas por senderos donde la gente acude a hacer deporte. Es la antesala de lo que nos vamos a encontrar a partir de aquí, cuando dejamos poco a poco ya la ciudad, el ruido del tráfico..., para ir pasando al silencio, el canto de los pájaros, el olor a abono y el canto de algún cencerro que se agita en alguna parte.
Creo que esta ha sido de las más bonitas primeras etapas que he disfrutado. Es tal la cantidad de verde, pero verde que se desborda a tus pies porque sin darte cuenta has tomado altura y te rodea un mar de preciosas colinas y prados que parecen recién peinados, que te preguntas cómo serán las siguientes etapas en plena naturaleza si el inicio ya es así de apabullante. No van a faltar los senderos de tierra en esta etapa, a pesar de que nos tocará caminar por tramos de asfalto, algunos de ellos sin apenas arcén y dónde hay que extremar la precaución en las curvas, pero los preciosos senderos y el verde frondoso que los cobijan, compensa este desliz del recorrido...
Otra de las características de esta primera etapa es, como ya advierten algunas guías, que no es un paseo por las nubes. A partir de la Capilla de Carmen (donde puedes autosellarte la credencial), en Lampaxuga, comienzan tramos de bajadas y subidas que nos van a hacer sudar a pesar del fresquito que nos acompaña. Es el momento, si no lo has hecho ya, de sacar los bastones para no guardarlos más.
Paré a coger fuerzas en el primer bar de la etapa, Casa Valdés - Bar Restaurante La Bolguina, en Loriana: bocadillo de buen chorizo asturiano y cerveza, sentado en la puerta y dejando el tiempo pasar. En este bar me he encontrado al perro más grande que he visto en mi vida: al verlo deambular por el establecimiento dudé hasta de si se había colado un oso. Mientras engullía el bocadillo en la terraza me he acordado de mis dos grandes compañeras de camino que me dejé olvidadas en Sevilla, mi vieira y mi calabaza. Yo no uso una nueva vieira en cada camino, uso siempre la misma, junto a una calabaza que me traje de Mallorca. No entiendo cómo, me las dejé olvidadas en mi habitación y no las metí en mi mochila. Me acordé en el bus desde el aeropuerto a Oviedo, y qué desasosiego me entró...; Ahora me acompaña una nueva vieira que he comprado en la Catedral de Oviedo.
He caminado lento, como siempre, parándome a observar, a ser consciente de lo que me rodeaba, a hacer "tropecientas" mil fotos, a comerme unos orejones, o simplemente a descansar y apoyar la mochila. Así disfruto yo el camino, porque sé que no voy a hacer turismo en el final de etapa con los pies castigados, y así recomiendo que lo hagan, porque esta etapa tiene tramos preciosos que se merecen que les dediques tu atención, y tú mismo te vas a sentir satisfecho de haberte percatado de ellos. En la parte final se impone majestuoso el Río Nalón, el más caudaloso de Asturias, y te va a acompañar ahí abajo, a veces con ruidosas corrientes, a veces manso y casi inmóvil, a veces verde oscuro, a veces turquesa. Justo me encontré a la salida de Paladín, junto al cauce de un río, un cartel con una reflexión de Ángel González sobre esto mismo que ha dado en el clavo:
Me sorprende lo grandes que son los hórreos asturianos. Algunos parecen auténticos apartamentos rústicos elevados de lo imponentes que son. Algunos están abandonados junto a casas que han corrido la misma suerte, y es una pena. Me ha llamado también la atención que algunas capillas sobreviven, arquitectónicamente hablando, gracias al esfuerzo de sus vecinos, algunos agrupados en plataformas como la Plataforma por la Reconstrucción de la Iglesia de Loriana para poder hacer ruido y llegar a oídos sordos. No es que se trate solamente de edificios de culto religioso, por si los detractores.., es que esta última está datada en el siglo XII, y si como parece presenta piezas de estilo prerrománico, esto entonces es Patrimonio Cultural de la Humanidad.
La única parte de esta etapa que ya se me ha hecho eterna es enfilar el último tramo desde Peñaflor hasta Grado, atravesando un campo y viendo ya a lo lejos el final de etapa, y mucho peor los últimos 800 metros hasta el albergue, que casi estaba a las afueras del pueblo.
Me alojo en Albergue La Quintana. Hoy se encuentra abarrotado, seguramente porque el municipal está cerrado, y por lo visto mucha gente que llegaba sin reserva ha tenido que continuar para conseguir litera. Este albergue por fuera es una pasada, parece una mansión colonial. Las habitaciones están en la planta baja, justo a la entrada, y había excesivo ruido si querías descansar con tanta gente que se paraba a hablar en recepción o se dirigía al bar, el cual hay que atravesar también para dirigirse a las duchas. Es lo único a lo que le buscaría solución, al menos hacer respetar el descanso. Las habitaciones superiores no dudo que deben ser un lujazo para quien quiera pasar aquí un fin de semana porque el alojamiento es muy bonito. Y la hospitalera, eso sí, atenta y un encanto.
Para cenar he ido con el peregrino José Camino, que ya estaba en el Albergue desde las 13:30 (yo he llegado más tarde de las 18:00) al Restaurante "Pepe el Bueno" que me habían recomendado, situado a 400 metros del albergue. Todo un acierto, pues me he comido un enorme "medio" cachopo con queso azul, cebolla caramelizada y setas que me supo a gloria para un final de etapa.
Mañana me esperan 29 kms hasta Bodenaya. Alargo la etapa hasta allí en lugar de parar en Salas para conocer este mítico albergue y su auténtico ambiente peregrino del que tanto hablan. A ver cómo llego...
Buen Camino!
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