2a ETAPA CAMINO DE SANTIAGO PRIMITIVO: GRADO - BODENAYA (29,2 Kms.)
13 de mayo de 2022
Otra vez en marcha en esta segunda etapa. He dormido regular, y no he madrugado demasiado. A las 8:30 tenía puesto el reloj, y aún así esperé un ratito más para dar tiempo a que salieran la gran mayoría de peregrinos del albergue, que estaba completo, pues no me apetecía demasiado ruido en el camino. Una vez en pié y preparado, mi café con leche para coger tono, y a caminar...
La mañana se presentó de nuevo nublada, de hecho a ratos las nubes soltaban un "chirimiri" muy fino que no invitaba a sacar el poncho.
Nada más empezar la etapa aparece la primera cuesta, esa en la que los que salieron bien abrigados se arrepienten de haberse acoplado la chaqueta, y los que nos quedamos en manga corta "por si acaso" pensamos una y otra vez que para qué nos hemos traído la chaqueta, ahí arriba enganchada en la mochila y disfrutando del paisaje...
De nuevo se van a suceder preciosas y bucólicas postales rurales, y un mar de colinas y prados verdes salpicados de casas, pequeñas aldeas, inmensos hórreos, caballos y vacas...; Me llaman mucho la atención los caballos asturianos, de color marrón caramelo, más bajitos pero fuertes, con prominente musculatura, enormes cascos, mullido pelaje y una mirada guapa, cuando consigues que te miren de frente, que te enamora...
Embelesarse en este caminar no es difícil, y solo te sales del contexto cuando te encuentras donde no debe sucesivos kleenex en el suelo que todos sabemos para que se han usado, y que no cuesta nada meter en una bolsita para depositar en la primera papelera que te encuentres. Lo peor de todo, es el nivel de algunos/as indeseables, capaces de ponerse a hacer sus necesidades junto a un banco donde paran a descansar los peregrinos, como si no hubiera suficiente campo a tu alrededor para ello...; No se qué nombre ponerles a estas personas.
Se nota el esfuerzo de los inicios de esta etapa, normal si tenemos en cuenta que superamos un desnivel de 300 metros hacia arriba durante cinco kilómetros. Hoy mis pensamientos se entretuvieron mucho bajando del Alto del Fresno. En primer lugar al ver una vieja casa aislada sobre un cerro que tuvo que ser antiguamente una Venta. Por una de las ventanas abiertas aún se podía ver el mobiliario, y decenas y decenas de botellas de cristal, que seguramente fueron de sidra, con su tapón de corcho aún colocado y todas esparcidas por el suelo. Como si de la noche a la mañana sus dueños decidieran cambiar de vida, imagino que probar suerte en algún otro lugar, abandonando todo lo que tenían. O simplemente era la casa y negocio del familiar fallecido que los hijos, ávidos de otra vida llena de oportunidades en las grandes ciudades, decidieron cerrar con candado para nunca más volver, pensando qué tal vez algún día volverían para poner el cartel de "SE VENDE" por si de verdad alguien se interesase por aquel terreno alejado de todo al pie del Camino de Santiago. Y ahí se quedó mudo y resistiendo al tiempo ese contenedor de recuerdos, viendo pasar peregrinos una década tras otra.
Son muchas las casas así que me he encontrado en estas dos primeras etapas, casas que te transportan a tiempos mejores, algunas dejando ver aún algún desvencijado visillo que sobresale por la ventana como si alguien estuviera todavía ventilando la habitación para hacer las camas; que conservan su hórreo, encorsetado entre vegetación descuidada que lo atrapa, y alguna maquinaria o útiles de labranza que se intuye sobre la maleza.
El siguiente pensamiento fue al ver una placa de mármol negro adosada a una pared de roca, en el punto donde falleció un peregrino, y su familia lo homenajea así para recordarlo. A pesar del dolor por el familiar fallecido, en el fondo todos los mensajes en este tipo de hitos van encaminados de alguna forma a dejar patente el privilegio de haber fallecido haciendo lo que más quería ese peregrino o peregrina, el Camino de Santiago, y en su familia queda la satisfacción de saber que desde ese punto iniciaron, ahora sí, el camino del encuentro con el Apóstol. Yo no pude evitar coger algunas flores de las que había cerca y ponerlas tras la placa, como una forma de hacerle saber "he venido a saludarte compañero".
Al salir de San Marcelo me he perdido, de la manera más tonta (será de tanto pensar...). Salimos a una rotonda y una autopista que baja. Seguí las flechas dibujadas sobre el quitamiedos caminando por el arcén, pero en algún momento debía desviarme a la derecha y no lo vi, de modo que caminé al menos kilómetro y medio hacia abajo. Era tan cómodo caminar hacia abajo y por un arcén que no daba sensación de peligro que no pensé que me hubiese desviado hasta que empecé a echar de menos las flechas amarillas, miré en la aplicación y , ¡oh Dios mío!, debía retroceder hacia arriba. Me pasé al otro lado de la autopista hasta conseguir un desvío a la izquierda hasta Doriga, donde volví a reenganchar con el camino. Así y todo aún paré par hacer una foto del enorme viaducto suspendido entre el verde de las colinas y con el río a sus pies.
En Doriga enlacé justo donde se encontraba el bar Ca Pacita, donde pensaba detenerme para tomar un desayuno más elaborado. Mi gozo en un pozo: está, tal y como pone en el cartel, "CERRAO": a tener en cuenta para los que inicien el camino en estos días (NOTA: recuerda que esta entrada está escrita en mayo de 2022). A todo esto, ya me estaba quedando sin agua y no conseguí localizar ninguna fuente alrededor, pero tres señoras que caminaban juntas se ofrecieron a rellenar mi botella. Espero en algún momento poder coincidir con ellas en algún lugar del camino donde las pueda invitar.
En Cornellana entré embelesado por el cauce y el sonido del enorme y pedregoso Río Narcea, cuyo puente has de cruzar. Aquí me detuve a tomar una cerveza y un pincho de lomo con queso que me llegó al alma en Café Bar Camper. Los pinchos son minibocadillos, bien proporcionados. Después de iniciar la marcha, y tras pasar por delante de la Repostería Casino, con escaparate atrapagolosos, no pude evitar retroceder sobre mis pasos para entrar en ella y comprarme una porción de "Bollo Preñao" (un enorme pan relleno de chorizo y panceta que cortan según el tamaño de la porción deseada) y un delicioso carballón. Para reponer proteínas, me autoconvenzo yo...;
En Cornellana merece pararse un rato también a ver de cerca su majestuoso Monasterio de San Salvador aprovechando que lo debemos rodear. Está cerrado y solo funciona una pequeña parte como albergue. Es un edificio enorme, podrás adivinar sus proporciones desde la siguiente cuesta una vez lo dejes atrás. Este edificio no se qué planes le habrán destinado, pero merece una rehabilitación completa y que saquen provecho de ese enorme e histórico contenedor.
Por cierto, aprovecho para saludar, si me lee, a un señor que confundió al peregrino José Camino conmigo, y que por lo visto sigue mi blog y mis publicaciones sobre el camino. Una pena no haber coincidido en Cornellana, ¡pero te envío un fuerte abrazo!.
Igual que el Camino tiene puntos bonitos de llorar, tiene lugares horripilantes que no encajan en el imaginario de un camino de peregrinación. A veces te topas con polígonos industriales o feos entornos urbanos, pero encontrarte, en medio del campo y tras atravesar un frondoso sendero, que has de entrar y salir por una empresa de sílices triturando piedra con montañas de polvo blanco y maquinaria a tu alrededor, eso sí que no me lo esperaba...
El camino de hoy ha sido largo, muy largo. Realmente hubiera estado en la tónica de lo común en mí, que camino lento y me paro multitud de veces a sacar fotos, descansar, observar..., si hubiese finalizado en Salas; Llegué a Salas a las 18:00 de la tarde. Es un pueblo muy apetecible como final de etapa por lo poco que he podido ver, pero al elegir pernoctar en Bodenaya, aún me faltaban completar más de 7 km, y hacia arriba...; Paré a descansar en la terraza del Bar El Arco, junto a la Torre de Valdés Salas (bajo cuyo arco debemos de caminar), con una cerveza y una hamburguesa buenísima para coger fuerzas, y de ahí, para arriba...
Mencionar aquí que a la salida de Salas se encuentra el Albergue Casa Sueño y lo verás de camino a Bodenaya. Creo que es otra gran alternativa en Salas a pesar de no haber pernoctado allí, en un paraje idílico y tranquilo que invita a descansar. A tener en cuenta para una próxima vez.
Ni qué decir tiene que de Salas a Bodenaya me he encontrado, a pesar de su dureza, al tramo más bonito de la etapa de hoy. Es todo verde y por fin un continuo rumor de agua que fluye por todos lados. La subida es constante, pero no demasiado inclinada al menos en su inicio, y con muy escasos tramos llanos. Creo que me he parado infinidad de veces, pues a estas alturas del día las piernas se me cargaban demasiado. Me apuraba el hecho de que el peregrino José Camino me avisara de que la cena comunitaria en el Albergue de Bodenaya era a las 20:00, lo cual me hacía intentar avanzar más rápido. Este tramo tiene puntos muy interesantes, como un árbol con una curiosa y enrevesada forma de su tronco, una preciosa roca sobre la que cae el agua que resguarda a una pequeña imagen de la Virgen de Fátima, y espectaculares agrupaciones de flores. La imagen de la Virgen de Fátima me ha recordado que el fin de semana del 3 de junio voy para allá con mi madre y mi hermana a pasar el fin de semana, una visita que me hace mucha ilusión sobre todo por los favores que quiero rogar para mi madre.
Cuando llegué a la altura de la Cascada de Nonaya, a la que había que desviarse 250 metros hacia abajo, me dije que ninguna cena puntual me iba a evitar pasar por alto esta visita, así que bajé a verla. Pena que no me quedase más tiempo, a tumbarme en algún recodo, cerrar los ojos y escuchar el sanador poderío del agua.
Toda esta constante subida finaliza en una carretera que, OJO!!, es peligrosa porque no cuenta con arcén y tiene un tráfico moderado de vehículos a toda velocidad. Yo no lo vi, pero espero que en algún punto se le pida a los vehículos que extremen la precaución y reduzcan la velocidad en el tramo frecuentado por peregrinos, al igual que nos avisan a nosotros del peligro al ser un tramo compartido. Sobre todo en las curvas, espera a pasar cuando no escuches vehículos acercarse, y corre para salvar la curva lo antes posible y que puedas estar visible para los vehículos que se acerquen de frente. Es solo un pequeño tramo este por la carretera, para continuar después a la izquierda por otro sendero que sube, y sube, y sube ...
En este punto ya me había llamado José desde Bodenaya para preguntarme por dónde estaba, que no iban a empezar a comer si no llegaba, y que me ofrecían venir a buscarme en coche. Obviamente dije que no: no iba herido, y acortar mi camino por ir a cenar a las 20:00, no entraba en mis casuísticas normales. Les ofrecí que empezarán sin mi, lo cual me daría un respiro, pero decidieron esperarme. Por el camino pensaba yo si la acogida iba a ser igual de risueña por el resto de peregrinos hambrientos. Finalmente llegué a las 20:45, lo justo para llegar, soltar la mochila y sentarme a comer, y a continuación los peregrinos huyeron corriendo a dormir, como hormigas de un hormiguero que se acaba de derruir, tras decidir la mayoría que nos teníamos que despertar todos a las 6:30 a.m. ( ay Dios mío...), así que mi experiencia aquí fue corta. No obstante, tras la ducha, pude compartir un ratito y cuatro chupitos a solas con David, el hospitalero. Estaba tan cansado que no pude ponerme a completar el blog, solo repasar las fotografías, a oscuras tumbado en mi litera.
Mañana me espera una etapa corta hasta Tineo, por eso quería haber descansado más hoy. Intentaré recuperarme allí. Además he quedado con José Ojeda, el peregrino canario de Oviedo, que se acercará para comer conmigo.
Buen Camino!
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