5a ETAPA CAMINO DE SANTIAGO DE INVIERNO: A RÚA DE VALDEORRAS - QUIROGA (29,48 Kms).



25 de Octubre de 2023

He dormido regular esta noche, me he despertado muchas veces, a ratos con calor y a ratos con frío por destaparme. La cabeza la tengo embotada de tener la calefacción puesta toda la noche. Cuando la alarma suena aún está oscuro, y me dispongo para acicalarme, meter en la mochila todas las prendas que dejé secando por la habitación y salir a la calle dirección al Bar Paco, que me aseguraron abre a las 6:00 de la mañana.  Silencio en la calle, frío y humedad, y pocos parroquianos en el bar, donde me tomo un café con leche grande con tostadas y encargo el necesario bocadillo para la etapa de hoy que no cuenta con ningún tipo de servicios en todo su kilometraje. Con el almuerzo asegurado a base de bocadillo de tortilla al que acompañarán las naranjas que me compré ayer, me encamino de nuevo hacia la Pensión Fabio a recoger la mochila. No he podido despedirme de nadie, pues la recepción se encuentra vacía a estas horas, así que dejo un saludo en el aire y salgo de nuevo a la calle, esperando que la lluvia se porte. No recuerdo bien por donde me dijo el chico de recepción que debía conectar de nuevo con el camino, así que con la App de Buen Camino en la palma de la mano decidí tirar por la Avda. de Almendralejo, que me acerca a una rotonda con el nombre de la localidad en letras grandes donde he tomado la primera foto. En este punto por circunstancias personales me he tenido que quedar un rato, desquiciado por una llamada que recibí sobre un tema de atención sanitaria que afecta a mi madre (los que me conocen se imaginarán "por dónde van los tiros"), dándole vueltas a la rotonda con la mochila a la espalda y vociferando. Luego me imaginé la extrañeza que debían mostrar todos los coches que rodeaban la rotonda y viesen a este peregrino discutiendo con el teléfono mientras daba vueltas a las enormes letras mayúsculas de A RUA...




Con este genial y efervescente inicio de etapa continué la marcha, deseando salir de la carretera y el trasiego de tráfico para que la naturaleza balanceara mi demonios. Este momento me llegó pronto, al llegar a la carretera local OU-933 en ascenso rodeado de bosque. La nave de Gaseosas Roca, que sorprende encajada en este entorno natural, será el último resquicio urbano que por fin dejamos atrás. Subiendo por la carretera casi nos ponemos al mismo nivel de su tejado, donde unos obreros están reparando la cubierta. Escucho a uno decirle a otro mientras me observaban curiosos "pues díselo ...", y me preguntó si a lo mejor ese otro se quedó con ganas de decirme lo que se desea a los peregrinos a su paso...

Caminaremos largo rato por el arcén de la carretera pero es un camino agradable y solitario, con el Río Sil de nuevo acompañándonos ahí abajo. La etapa de hoy será una etapa larga y dicen que un poco rompe piernas, pero muy completa en atractivos e hitos, entre ellos la entrada en la Ribeira Sacra.

Llamará nuestra atención de pronto una serie de retablos de madera con diferentes diseños y vivos colores colgados del tronco de los árboles y de algunos postes. En ocasiones intentan crear la visión de unas enormes y enigmáticas miradas que nos observan, otras veces parecen escudos o máscaras tribales, o aparecen flores o animales exóticos. Es toda una exposición al aire libre creada por un artista anónimo cuyo trabajo hay que reconocer teniendo en cuenta que si miras la altura a la que se encuentran colocadas muchas de estas creaciones partiendo de la base del tronco, poste o cuneta en el que se encuentra, ha debido hacer uso de grandes dotes de escalada y mucha afrenta al vértigo.

Intentando localizar las próximas figuras mientras avanzamos, se entremezclan preciosas vistas hacia el río, que nos ofrece uno de sus característicos meandros con la serpiente  de agua abrazando la montaña, y la inmersión en las Montañas do Courel, consideradas Geoparque Mundial de la UNESCO. Los geoparques son territorios con un patrimonio geológico singular, de los cuales existen 15 en España de un total de 169 repartidos por todo el mundo. Este en el que nos encontramos cuenta con 578 km2 de extensión  entre los municipios de Folgoso do Courel, Quiroga y Ribas de Sil. Su patrimonio geológico está directamente relacionado con el aprovechamiento de las rocas de construcción, minerales industriales y otros recursos desde la prehistoria.  Qué gratificante está siendo este Camino de Invierno, que nos da la oportunidad de pasar y disfrutar por enclaves únicos que no nos habíamos planteado conocer desde el sofá de casa...; Y así, sin darnos cuenta, llegará el momento de despedirnos de Orense, pues una enorme señal a un costado nos da la bienvenida  de forma silenciosa a la provincia de Lugo.















Cuando llegamos a Albaredos te das cuenta que todas esas creaciones artísticas que jalonan los árboles y postes de luz a lo largo del camino son, como en el cuento de Hansel y Gretel, las miguitas de pan que nos dirigen hasta esta aldea singular, epicentro de la genialidad e imaginación del artista en su esfuerzo por llenar de vida y color este pequeño punto de paso en el Camino de Santiago. Caricaturas, animales y retablos se empeñan en dar vida y voz a casas desvencijadas y al silencio de sus calles. En un rincón a pie de camino, aparece de pronto un lugar de acogida al peregrino donde se nos ofrece gratuitamente la posibilidad de hacernos un café, disfrutar de un zumo o comer fruta. Un rincón de avituallamiento en una etapa escasa en servicios y en un día frío y gris como el de hoy  que se agradece muchísimo por inesperado. Aquí mismo puedes sellarte la credencial, y te invitan a dejar mención de tu paso en una libreta al efecto para conocerte. Yo he parado un rato para sentarme sobre un pollete y disfrutar de un café. Lástima que la resistencia de la cafetera debía haberse averiado y el café salió frío, pero me lo tomé igualmente mientras pensaba que la poquita gente que viva aquí debe de contar con una enorme calidad de vida. Para ser tan pequeño, Albaredos puede presumir de contar con unas bodegas de vino, la Bodega Alvaredos - Hobbs, que elaboran vinos procedentes de uvas que maduran en las laderas y montes que nos rodean. Meto en la "Bolsa de Pendientes" la degustación de estos caldos en una próxima ocasión...









Al salir de Albaredos nos encontramos otra sorpresa. Como si no quisieran dejarnos marchar, unos bancos colocados junto a una fuente y lavadero nos proporcionan enchufes en los que podemos cargar el móvil. Este punto me ha entretenido otro ratito porque es de esos lugares en los que se nota la buena energía. Una antigua pila o abrevadero de piedra que ha llamado mi atención evocando tiempos pasados, el silencio solo interrumpido por el constante chorro de agua de la fuente, la humedad, el verde y la soledad del entorno donde reina una escultura protagonista  de la postal, me han atrapado hasta que la realidad me recuerda que me queda largo camino hasta Quiroga...










En la bajada desde Albaredos el paisaje continúa haciéndose más interesante, con esa pinceladas que el otoño sitúa en lugares seleccionados para empoderarlos, y de pronto, una preciosa casa junto al Río de Centeais, aislada, enorme, con una balconada donde debe ser una gozada salir a darle los buenos días al mundo. Antes de llegar aquí, otro pequeño punto con fruta, nueces y tomates que aseguran ser ecológicos, y un surtidor de agua, a disposición de los peregrinos que quieran proveerse y dejar un donativo. Desde aquí, caminaremos en paralelo a una vía de tren e iniciamos el ascenso hacia Montefurado.







Montefurado me ha recordado por su nombre al Montefurado asturiano que atravesamos realizando el Camino Primitivo en una preciosa etapa por las cimas de Hospitales, una pequeñísima aldea con un único habitante en boca de todos los peregrinos por su férrea custodia del agua disponible (enlace a la 5a ETAPA DEL CAMINO PRIMITIVO DE SANTIAGO: BORRES - BERDUCEDO POR HOSPITALES). Comparte con el Montefurado de hoy el origen del nombre, la intensa actividad de extracción de oro de la zona y las galerías que para ello realizaron los romanos, "montes furaos" (agujereados). Para ser un pueblo tan pequeño, cuenta hasta con estación de tren, junto a la que caminaremos antes de subir. En el ascenso me ha llamado la atención una casa con una enorme terraza acristalada a la que le faltaban la gran mayoría de los diminutos cuadraditos de cristal que salvan la luminosa estancia con vistas de las inclemencias del tiempo. Como en similares ocasiones, me dejo llevar por esta otra vieja casa que habla y los pensamientos imaginativos que me llegan de etapas mejores. Y así llegamos, sin cruzarme con ningún alma, a la plaza de la Iglesia de San Miguel de Montefurado, donde me he sentado de nuevo en un pequeño banco mientras admiraba la fachada de piedra roja de la Iglesia. Aquí disponemos de una fuente para repostar agua, y me he acercado a mirar tras el cristal un local que parece ser un salón social, que hoy hubiera agradecido que estuviera abierto para tomar un café caliente. He rodeado la Iglesia (siglo XVIII) cerrada como prácticamente todas en todos los caminos. Había un vehículo aparcado en uno de sus laterales por lo que me he acercado a las diferentes puertas por si estuviesen abiertas y hubiese alguien en la sacristía que me permitiera visitarla, pero ha sido en vano. Me he limitado entonces a leer la información que ofrece un panel anexo, mientras me llegaba música de una casa vecina, música trap o rap que desentonaba con el entorno y la edad de sus piedras, pero que pone de manifiesto gratamente que en pueblos milenarios y apartados también vive gente joven.






Según avanzas por las estrechas calles de Montefurado te das cuenta de que su casco se hace más y más viejo, y eso lo hace encantador. En una casa con la puerta cerrada he visto un cartel que ofrecía sello y café, pero me ha dado vergüenza interrumpir la rutina de una familia llamando a su puerta para que me hicieran un café a mi solo, así que he continuado caminando con cierto desasosiego por mi escaso atrevimiento. Una vez dejadas atrás las últimas casas, tocará ahora subir una estrecha cuesta empedrada desde donde deberás comenzar a fijarte para poder ver a lo lejos el famoso túnel del siglo II d.C. construido por los romanos por el que el Río Sil atraviesa la montaña, 400 metros de ingeniería excavados en la roca sin la maquinaria pesada de hoy en día para desviar el curso del río y facilitar las tareas de extracción del oro. Yo he tratado de hacer una buena foto pero a esa distancia mi móvil da lo que da...; en este punto y casi sorpresivamente me han adelantado de pronto la pareja italiana con la que coincidí en Casa Rosa de Puente de Domingo Flórez, que caminando a muy buen ritmo y tras saludarnos fugazmente han desaparecido por delante de mí, mientras comenzaban a caer las primeras gotas de lluvia.

Continuando camino y con el cielo amenazante he llegado a la vieja aldea de Hermidón, que cuenta con fuente de agua y donde otra vivienda  abandonada con su fachada abierta muestra una destartalada cuadra y una robusta escalera que resiste el paso del tiempo y que casi parece que te invita a subirla para descubrir detalles de sus antiguos residentes. Intentando encontrar el origen del topónimo Hermidón o O Ermidón, he dado con una curiosa página que recoge la evolución de la población de esta aldea hasta 2022, siendo los últimos años de tan solo 2 personas, ambos hombres. La presencia de mujeres se extinguió en 2015, año en el que residían 3 hombres y 1 mujer. Desde 2015 hasta la actualidad se han mantenido los dos últimos hombres que quedaron, imaginándome entonces que de los 4 habitantes de 2015 una pareja hombre y mujer partió o escapó hacia nuevos lindes...










Continuo camino hacia Bendilló, a momentos en altura con impresionantes vistas, divisando laderas de vides y olivos, otros atravesando senderos boscosos y cerrados de los que tanto me gustan donde los castaños vuelven a hacer acto de presencia, y tristemente también áreas de obligado barbecho porque han sido asolados por el fuego. Esta última es la peor parte que se llevan de recuerdo nuestros ojos, que para borrar la imagen se agarran a un rayito de esperanza cuando ven que de la base de los tallos quemados vuelven a brotar ramas verdes...

Puedes sorprender pero Galicia también tiene aceite gallego, de ahí los olivos que vemos por esta zona. Se cree que fueron los romanos quienes los introdujeron, y hoy son pequeños productores los que elaboran este aceite gallego con variedades autóctonas de aceituna, como la  brava y la mansa, de las que  jamás había oído hablar.

Destacan los restos abandonados a pie de camino de una serie de viviendas denominadas Venda Vella, que antiguamente fueron venta de atención al público, y que hoy la naturaleza está haciendo suya. Me resulta curioso pensar que las mismas plantas que sembramos un día y quedan abandonadas junto a la edificación, subsisten por si solas creciendo, protegiendo y custodiando de algún modo el contenedor de vivencias que dejamos atrás, esperando el día en que regresen sus antiguos o nuevos moradores. Y ahí están viendo pasar peregrinos, como el perro que ve pasar candidatos curiosos por delante de su jaula en la perrera municipal, esperando que alguien se pare ante él con buenas noticias.










Y llego por fin a la Capilla das Farrapas, un lugar que se me antoja importante en esta etapa, tan ligada a los peregrinos como el lugar donde los caminantes se despojaban de sus harapos en su caminar por el Camino Real que unía Madrid con la Coruña. Está dedicada a San Xoan, aunque su interior se muestra desangelado porque no conserva imagen ni advocación alguna. Al fondo solo se aprecia la solitaria mesa de altar, desconozco si es porque la imagen titular se encuentra en alguna otra Iglesia y alguna vez al año la trasladan a esta Capilla como en las romerías. De hecho he podido saber que solo se utiliza una vez al año, el 29 de agosto con motivo de la celebración de San Xoan Bautista. A pié del Camino de Santiago como está le vendría genial que una imagen del Apóstol Santiago ocupase permanentemente la capilla ante la que los peregrinos puedan orar aunque sea tras la ventana abierta a su interior. Junto a ella se conserva un antiguo molino de aceite con más de 300 años restaurado que continúa usándose, y ha sido a los pies de este molino donde me he sentado para almorzarme el bocadillo de tortilla y una naranja que a estas alturas me han sabido a gloria.








En la pared de la capilla he visto un cartel rojo de alguien que anuncia la venta de bocadillos, menú del día y bebidas en el cercano pueblo de Bendilló, además de su número de teléfono para encargo. Me ha parecido una muy buena iniciativa teniendo en cuenta que esta es una etapa sin servicios, aunque desconozco si atienden todo el año o solo en temporada alta. Yo lo reproduzco aquí por si alguien se quiere poner en contacto y asegurarse el almuerzo a su paso por la localidad sin tener que transportarlo:



Bendilló nos recibe como Montefurado, pueblos de porte pero completamente vacíos, en la tónica de esos pueblos que suelen llenarse de vida sobre todo en verano, cuando se ocupan las casas que en realidad son segunda residencia de herederos que hacen su vida fuera, pero cuyos parientes cercanos duermen para siempre en el cementerio del pueblo. A pesar de que no haya vida por sus calles huele a chimenea y calor de hogar. He pasado por delante de la vivienda de "Ana", la persona que deja su teléfono en carteles repartidos por el camino ofreciendo avituallamiento. He llamado al timbre, que ha sonado retumbando en toda la casa, pero no obtuve respuesta, tampoco llamando al móvil, por lo que imagino que igualmente no es alguien que resida en otoño o invierno en la localidad.

Me he fijado en la Iglesia dedicada a Santa María de Bendilló, su bucólico entorno y, sobre todo, la posibilidad de subir hasta su espadaña de piedra roja y acariciar sus campanas. La de infinitas veces que me he quedado con ganas de hacer sonar una campana cuando he llegado a alguna de esas capillas cuya cuerda que cuelga del aldabón queda a la altura de la calle al alcance de todos, pero siempre me dió reparo que el aldabonazo desconcertara a los vecinos creyendo que llaman a misa a una hora inesperada. He subido para al menos poder tocar por encima el bronce de las campanas, y a la vez divisar en el horizonte las preciosas vistas de otro meandro del Río Sil que se dibuja romántico a esta hora de la tarde. Desde arriba he visto también a dos señoras mayores que subían camino arriba  dialogando entre ellas y que no repararon en mí aquí arriba en ningún momento. Las vi pasar por todo el costado de la Iglesia y el cementerio, y las observé un rato analizando ese caminar característico de cuando te están contando algo tan sorprendente que además de dejar hablar únicamente a la relatora y unir hombro con hombro para hablar casi susurrando no se vaya a enterar alguien, hace que cada cinco metros se paren ambas imbuidas de la perplejidad que produce la historia para darle la notoriedad, gravedad y peso que se merecen algunos de los detalles, y continuar después caminando unos metros más para volverse a parar para degustar otro escabroso detalle...; y qué felicidad poder pasar así la tarde y que todas las preocupaciones fueran así de llevaderas...










Dejando atrás el cementerio comienza un largo descenso con preciosas vistas al meandro antes mencionado. Ha comenzado a llover otra vez, y esto acentúa el olor a pino y a resina de sus cortezas. Finalizado el descenso desembocaremos en la carretera N-120. Aquí tenemos dos opciones, iniciar una nueva subida por el camino oficial para dar un rodeo que salva la carretera para llegar a Soldón, o cruzar la carretera con toda la precaución del mundo (es una curva) y continuar por un sendero a la derecha en descenso que lleva directamente a la misma aldea de paso. Yo he optado por la segunda opción, atravesando cuesta abajo está pequeña aldea que cuenta con algunas viviendas interesantes arquitectónicamente hablando, y al final un área de descanso  con mesas bajo un enorme viaducto junto al Río Soldón, manso y callado, ideal para el recreo en verano, conocido también como Encoro de Sequeiros. Aquí me he sentado un instante, el poco tiempo que me ha permitido la lluvia, que está empezando a inquietarme con sus idas y venidas, por lo que aligero el paso sobre charcos y montículos de barro ya demasiado tiernos para mí peso.















El siguiente punto de interés de esta completísima etapa ha sido cuando he llegado al pequeñito pueblo de Os Novais. El recorrido del camino y las prisas ya por llegar a Quiroga pueden hacer que dejemos atrás, sin reparar en ello, el Castillo de Novais, al que solo hay que apartarse del camino  unos metros en ascenso para disfrutar de un tesoro construido entre los siglos X y XIII que fue habitado por los Caballeros Hospitalarios de San Juan de Jerusalén. Subir al Castillo de Novais por una pendiente cuando está lloviendo y queda poco para llegar a Quiroga puede resultar masoquista, pero la inquietante sensación de introducirte en esas ruinas y la aldea completamente vacía, eran demasiado atrayentes como para dejarlo pasar. Llama la atención su piedra rojiza, característica de los grandes edificios civiles y religiosos de la zona, y la Cruz de Malta que aún conserva sobre su puerta de entrada. No tiene techumbre, pero  está bastante bien conservado como para hacerse una idea de sus proporciones y diferentes usos. En el exterior un panel muy deteriorado intentaba infructuosamente  explicar didácticamente detalles del lugar y una leyenda que pesa sobre estas ruinas, así que allí mismo la busqué por internet. Cuenta esta leyenda que este Castillo, ligado a la Orden de Malta, perteneció al Señor dos Novais. Este tenía una hija de extraordinaria belleza que en secreto se veía con un chico de bajo estatus social en un túnel que excavado bajo el Río Sil unía el Castillo con el otro lado del río. Cuando su padre supo del romance, ordenó a su servicio que la próxima  vez que los amantes se introdujeran en el túnel, se sellaran para siempre ambas salidas de este, y allí fallecieron encerrados y a oscuras... Dicen los lugareños de esta zona que aún hoy se pueden escuchar los lamentos de la joven, y que a veces se puede ver a la joven pareja en noches de luna llena paseando junto al río...; A mí que me encantan los castillos y lugares abandonados, he de decir que recorrer las diferentes estancias me resultó extrañamente perturbador, sobre todo observando una característica ventana mirador de palacio que aún se conserva con sendos bancos a cada lado y que da para imaginar a la joven asesinada y su amante oteando la vida que transcurre por los alrededores del castillo.








Tras esta reconfortante visita que me dió la satisfacción de saber que le había sacado todo el provecho posible a la etapa, he reanudado el camino parando un par de instantes más antes de abandonar la aldea de Novais para observar por un huequito abierto el interior de la pequeña capilla, y para volver mi mirada buscando el origen de relajantes sonidos tibetanos que el viento transportaba por encima de la tapia de una casa vecina. Continúa lloviendo y camino ahora por un bonito sendero rodeado de frondoso verde que se disfrutaría más pudiendo mirar abiertamente hacia arriba en lugar de rehuir de la lluvia con la cabeza gacha, aunque esto me ha permitido también reparar en una curiosa seta blanca y alargada que de algún modo atraía a una enorme babosa negra de las que tanto abundan por aquí arriba. El sendero nos hace dar un rodeo en altura que nos ofrece una última y atrayente perspectiva hacia el otro lado del castillo y la compacta aldea que queda a sus pies, recordándome a una aldea gala.








No me podía creer que hoy me sucediera lo mismo que ayer, y que cuando ya estaba introduciendo mis pasos en los límites de Quiroga el cielo se abriera para dejar caer sobre mí toda el agua de lluvia que había contenido a lo largo de la etapa, pero con una  fuerza inusitada. En cuestión de segundos, como en la entrada a A Rúa, me he empapado de arriba a abajo y creo que no se me han salvado ni los calzoncillos. Tanta agua me ha caído que no he sido capaz ni de hacer un esfuerzo para llegar directamente al alojamiento, sino que me he parado en el primer bar que me he encontrado abierto en la larga Rúa Real, con abuelos sentados tranquilamente a la puerta bajo un toldo, para tomarme el café caliente que llevaba necesitando toda la etapa. Se trata del Bar Restaurante Matrioshka. Cómo me vería la camarera, de acento ruso, que me insistió en que entrara hasta el fondo a calentarme a pesar de mis apuros por el rastro de agua que iba dejando a mi paso.

Con un poquito de mejor cuerpo, y agradecido por la amabilidad, me puse de nuevo la mochila al hombro para buscar mi alojamiento. Camino arriba por la Rúa Real vamos a ser espectadores de cuatro fantásticos murales que se muestran enormes a nuestro paso. Todos pertenecen a una exposición de arte urbano catalogada bajo el nombre de "Arte No Ar Quiroga". El primero de ellos denominado "Niño con Aceituna" (del artista Mon Devane), el segundo "Joven en la Orilla del Agua" con una mirada preciosa en una composición que tiene aromas de verano y Mediterráneo  (obra del artista Iván Floro), seguidos de uno del que desconozco el nombre que muestra un retrato campestre donde abuela y nieta observan a un grupo de ocas protagonistas (obra de los artistas Alba Fabre y Jokin Oregi "Sor2"), que no aparece catalogado en la guía que ubica los murales en los diferentes puntos de la localidad porque fue realizado este pasado verano; y otro inmenso que es imposible dejar de mirar llamado "Peregrina del Camino de Invierno" (también del artista Mon Devane).






Frente al mural de la peregrina se encuentra el Hostal Quiper, que será mi alojamiento en Quiroga, situado sobre un bar del mismo nombre en un bloque de pisos. He de mencionar aquí que Quiroga sí dispone de albergue municipal, pero los comentarios que había leído sobre el mismo eran demasiado buenos, incluso mencionaban la falta de agua caliente en un albergue más enfocado a los grupos escolares y los campamentos, por lo que me decidí por este alojamiento privado que ha sido un acierto. La recepcionista, muy amable, me dió a elegir entre una habitación con dos camas o una con cama de matrimonio, optando por esta última, una habitación de buen tamaño y baño privado con acceso a una terraza al precio de 28 € . De nuevo me siento mal de entrar en una habitación con todo tan limpio y mi atuendo "zarrapastroso". La recepcionista me hizo saber que no era adecuado beber agua del grifo, porque se mostraba turbia, y que en días como hoy de tanta lluvia era posible hasta que cortaran el suministro. Me bajó una botella de agua de dos litros de su propia casa proveniente de un manantial y me entregó papel de periódico para introducir en las botas. Tras esto me encerré raudo en la habitación para meterme en la ducha y darme un buen baño de agua caliente antes de que la mala suerte hiciera que cortaran el agua de paso por las inclemencias metereológicas.  Tras esto, una pequeña siesta para dirigirme después a cenar al recomendado Restaurante Chapakuña 3, muy cercano al Hostal para ir paseando y donde he disfrutado de una olla de delicioso y reparador caldo gallego de la que casi me como tres platos, un enorme plato de carne estofada con patatas, flan de turrón , vino tinto para acompañar y café. Creo que si volviera a Quiroga no iba a hacer el intento de probar en otro lugar, pues todo estaba buenísimo. Aquí me he encontrado de nuevo al peregrino alemán con el que coincidí camino de Sobradelo en la etapa Puente de Domingo Flórez - O Barco de Valdeorras, que además está también alojado en mi mismo hostal. Así la cena se ha hecho también más agradable teniendo alguien con quién charlar sobre los avatares del camino.

Fuera del restaurante sigue lloviendo. Esto, y el cansancio que se me ha hechado encima tras la cena, me han desanimado para dar un paseo por el entorno, así que he regresado al Hostal para meterme en la cama, esperando que la calefacción, que salta a ratos, pueda hacer algo por mi mojada indumentaria y la mochila, que comienza a oler a musgo...

Mañana el día pinta feo según dicen, aunque espero que como muchas otras veces, las predicciones se equivoquen o lleguen tarde. 

Buen Camino!


INFORMACIÓN PRÁCTICA Y ENLACES:

Rúa do Progreso, 202 1° D (A Rúa de Valdeorras)
+34636897217
fabiosanchezjares@hotmail.com

Albergue de hospitalidad tradicional (donativo), que abre sus puertas el 15 de marzo de 2024. Gestionado por la Asociación Galega de Amigos do Camiño de Santiago (AGACS). Ofrece cena y desayuno comunitarios.
Avda. Vilela, 32 (A Rúa de Valdeorras)

Rúa do Progreso, 83 (A Rúa de Valdeorras)
+34988310187


Rúa Real, 177 (Quiroga)
+34982435162


Rúa Real, 62 (Quiroga)
+34982428451
+34626062372

Rúa Real, 118 (Quiroga)
+34662103650
alberguedequiroga@gmail.com

Rúa Río Lor, s/n (Quiroga)
+34982428602




App de seguridad ciudadana de la Policía y la Guardia Civil. Canal discreto y eficaz para solicitar ayuda de las fuerzas de seguridad ante cualquier hecho del que seas víctima o testigo. Entre sus principales funcionalidades destacan: 

Chat: contacta a través del chat, envía fotos y vídeos y obtendrás una respuesta inmediata desde el centro de Policía o Guardia Civil más cercano a tu posición.

Botón SOS: protección reforzada para colectivos vulnerables. Envía una alerta urgente al centro policial más cercano junto con tu posición y una grabación de audio de 10 segundos de lo que está pasando.

Guardián: comparte tu posición con los tuyos o con los servicios de rescate. Tu posición será enviada periódicamente para que puedas ser localizado rápidamente en caso de incidente.

Avisos localizados: recibirás un aviso en tu móvil si hay una emergencia de seguridad en la zona en la que te encuentras.

Acceso universal: adaptada a personas sordas e invidentes. Incorpora un traductor automático para poder comunicarte con las FFCCSE en más de 100 idiomas.




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