10a ETAPA CAMINO DE SANTIAGO PRIMITIVO: LUGO - FERREIRA (26,5 Kms.)
22 de mayo de 2022.
Hoy me he despertado con ganas de ponerme en marcha de nuevo. Es domingo, solo pensarlo da pereza levantarse, pero tras el parón de ayer empiezo a sentirme raro y siento ganas de continuar caminando. Con este ensayo de descanso, la mente muestra cierto temor a que todo se acabe, y quiere poner en marcha la maquinaria con ese regusto de saber que aún quedan varios días para el final del camino. Mucho silencio en casa de David, menos mal que ayer lo dejé casi todo recogido para no hacer ruido a las 7:30 de la mañana. En la cocina me esperaba una bandeja con una jarra de cristal con café con leche listo para calentar, y dos ensaimadas, gentileza de los anfitriones para que iniciara el camino con el cuerpo animado.
Para enganchar con el camino solo tenía que girar a la izquierda en la esquina del bloque de pisos en el que me había alojado y bajar la calle por detrás: ya estoy en el camino, cuesta abajo, mirando hacia arriba la ventana de mi habitación. Estamos caminando sobre la Vía Romana XIX que unía Braga con Astorga.
Pronto llegaremos al precioso Puente Romano, en el que te espera a su entrada un soldado que parece dispuesto a pedirte un salvoconducto ( o el diezmo, si le va la picaresca...) para dejarte pasar. Me encantan los lugares así, en los que parece que atraviesas portales que te transportan de un lugar a otro en cuestión de segundos, y así de pronto de la gran ciudad pasas a un entorno bucólico de río, árboles, puente milenario, historia...; Qué afortunados los que tengan una casita mirando a este río, donde gobiernan las ranas y su croar es el único ruido que se genera. Al bajar por uno de los laterales del puente hasta la orilla para sacar una foto de este y su reflejo, leí en un panel una pequeña historia que interpreté como de lavanderas que iban a lavar al río, y un pájaro que dejaba caer gotas de agua con su pico que, si te caía alguna sobre tu cabeza, serías siempre feliz. Ojalá se hubiese fijado el pajarito en mi cabezón, y se cumpliese mi interpretación de la historia.
A partir de aquí el camino va a continuar un rato paralelo al río, observando abajo instalaciones deportivas de remo y un club social que imagino en verano debe tener bastante vida. A continuación llegaremos a otro puente que de lejos parece colgante, sobre un área del río con un pequeño salto de agua y presencia de pescadores. En este punto comienza una pequeña cuesta, para que no se nos olvide donde nos encontramos, y a continuación un bonito paseo arbolado.
He vuelto a encontrarme con los madrileños, padre e hija, José y María. No los veía desde la noche que pasamos cenando y charlando en Berducedo. Me ha dado alegría porque habiéndome tomado un día de descanso en Lugo pensaba que no iba a volver a coincidir con ninguna cara conocida. Nos alojaremos en el mismo albergue y hemos caminado juntos toda la etapa.
Esta etapa tiene bastante asfalto y tramos paralelos a la carretera. Lo salvan algunos tramos boscosos, pequeñas aldeas solitarias que no nos sacan de contexto. Como de contexto sí nos sacó cuando llegamos, a unos 9 km de Lugo, a un pueblo con un pequeño área de vending repleto de personas buscando el sello a los que seguían dos autocares. Nos quedamos con ganas de un café ya que era mejor continuar 7 kms más hasta el siguiente punto abierto en el que parar definitivamente a comer, y esto fue en el Mesón de Crecente, donde nos agasajaron con una buena sopa de fideos, una carne de jabalí en salsa con patatas fritas y un flan casero buenísimos que nos dió vigor para finalizar la etapa y sospecha de que íbamos a llegar a la cena comunitaria del albergue haciendo aún la digestión.
Se nota mucha más gente en esta etapa, no se si es que una etapa por detrás venía mucha gente de Oviedo o que se han unido muchos participantes que empiezan su camino en Lugo. Noto también mucha presencia de personas extranjeras: alemanes, ingleses e inconfundibles italianos.
Fíjate cuando pases por tramos de arbolados a ambos lados del camino. Hoy van a saludarnos impresionantes robles de respetables circunferencias que habrán visto pasar a millones de peregrinos bajo su sombra. Sombra que en un día como el de hoy se ha tornado fresca, de esa que dan ganas de abrigarse un poco, pues al soleado día del inicio siguió el nublado y un pequeño "chirimiri" hasta el final de la jornada.
Hoy nos alojamos en el Albergue Ponte Ferreira. Me crea sentimientos contradictorios este lugar. Se encuentra en un entorno idílico, con un enorme prado en la parte de detrás para relajarse y el cauce de un río muy bien guiado a modo de fuente de piedra en la misma entrada que hace que el rumor del agua nos acompañe todo el tiempo. La atención es exquisita, se respira buen rollo en todo el lugar, y la cena comunitaria ha sido sensacional. Siendo una cena vegetariana, estaba todo buenísimo y en ningún momento te vas a quedar con hambre, pudiendo incluso repetir. La cena, que comienza a las 19:45 ha sido algo peculiar, pues al principio hay que cumplir con dos tradiciones: brindar con un aperitivo y presentarse diciendo el nombre y una palabra que identifique el por qué hacemos el camino. Algunos tienen tanta necesidad de desahogarse, que esta pequeña licencia hace que de una se pasen a concatenar mil palabras...;
¿Cuáles son los pequeños inconvenientes que le he visto al albergue, para nada insuperables?: tal y como diseñaron el Albergue en su origen, en las habitaciones hay escasez de enchufes. No lo hay en las literas, ni luz, y el móvil lo tienes que dejar conectado a una alargadera lejos de la cama. Faltan baños, pues los que hay que son tres al menos los que vi, y uno de ellos cerrado, comparten WC y una ducha en el mismo espacio, con lo que era incómodo si necesitabas una cosa u otra, sobre todo si estaba ocupado. La cobertura de móvil es prácticamente nula, y el wifi no lo mejora si lo necesitas. Pero como he dicho antes, para una noche creo que las ventajas compensan a las incomodidades (porque sí, estamos mal acostumbrados ...).
Aquí hemos conocido algunos peregrinos entrañables, como José Luis y su perro Bruno, que han podido alojarse en tienda de campaña. A Jose Luis le gusta dibujar, mientras el enorme y peludo Bruno gruñe para protegerlo de todo el que se acerca extraño. También conocimos al gran Rodolfo ( "¿quién soy yo para oponerme?'), con el que pude conversar un poco mientras intentaba infructuosamente subir fotos de la entrada del blog en el salón del albergue, y dábamos cuenta de lo que quedaba de una botella de vino. Con Rodolfo te das cuenta una vez más de que a cada uno de nosotros solo hay que tirarnos un poquito del extremo del hilo de nuestra historia, para que salga el verdadero motivo de nuestro Camino, y que este es en cierto modo el muro de las lamentaciones de muchos y muchas, en el que buscamos protección, desahogo, reflexión y consejo...
Cada vez nos acercamos más al tramo francés del camino, y el primitivo nos parece superado...; Mañana será otro día.
Buen Camino!.
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