1a ETAPA CAMINO DE SANTIAGO PORTUGUÉS INTERIOR: VISEU - ALMARGEM (15,2 Kms.)
17 de Octubre de 2024.
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Una consideración MUY IMPORTANTE a tener en cuenta antes de iniciar este camino: es IMPRESCINDIBLE contar con el apoyo de una aplicación GPS o track actualizado para orientarnos ante la incompleta señalización en alguna zona, señalización confusa o desaparición total de ella, pues caminaremos por parajes bastante solitarios y como veremos en posteriores crónicas, prácticamente transformados por los incendios. En mi caso he utilizado la aplicación Gronze Maps, que no me ha dado ningún tipo de problema en la ruta portuguesa, apoyado por un track de la aplicación Wikiloc, disponibles ambos también en enlaces facilitados en el apartado INFORMACIÓN PRÁCTICA.
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He dormido bastante bien para la cantidad de ruido que había ayer noche en la calle. Me ha despertado antes de hora la voz de algún crío alojado con sus padres que hablaba desde el pasillo, y si no fuera por eso habría pospuesto incluso la alarma del móvil. Además del cansancio de los dos días anteriores pateándome calles y monumentos, se une el hecho de que mi cuerpo sabe que estamos en modo vacaciones, y comienza a relajarse y a pedirme tiempo para hacerse una ITV.
El primer gesto una vez puestos los pies fuera de la litera ha sido acercarme al balcón y mirar hacia la calle para adivinar la climatología que me esperaba en mi primera etapa. Y de momento todo está tranquilo, aunque el cielo presenta nubes. Sorprendentemente estoy bastante tranquilo, con la expectación justa ya asimilada de un nuevo e intrigante camino que aparenta será solitario y resolutivo, como el que se adentra en un camino a medio hacer y deberá ir tomando decisiones en todo momento.
Me dirijo al cuarto de baño para el aseo, donde me he encontrado a Fabianne preparándose para una ducha. De ella me he despedido allí mismo recibiendo el primer "Buen Camino" del día. No termino de acostumbrarme a los cuartos de baño mixtos de algunos alojamientos...
Tras el aseo, llega la hora de ponerme el uniforme de peregrino que ayer noche dejé convenientemente extendido sobre las sillas de la habitación: calcetines anti ampollas, boxer antirozaduras, pantalones de trekking, camiseta de manga corta, mi riñonera porta botella...; Termino de acoplar la mochila, la chaqueta impermeable a mano por lo que pueda pasar, los bastones aún recogidos y atados a la mochila, impacientes con sus tacos de goma nuevos por ser liberados y caminar a la vez que yo ayudándome en todos los senderos como los perros que acompañan fieles al cazador .
Con todo listo he bajado las escaleras para colocarme la mochila abajo y salir expectante a la calle a comenzar este periplo de 19 días hasta Santiago de Compostela. Me despido de mi anfitriona y comienzo mis primeros pasos hacia la Praça da Sé para cumplir con el rito de la primera foto junto al monolito que marca la distancia hasta Santiago, y orar junto al Cruceiro Central pidiendo protección para este largo y desconocido camino. Este Cruceiro es un pelourinho o picota medieval de granito de 5 metros de altura, rodeado por seis escalones también de granito. Los pelourinhos cobran importancia en este camino, ubicados en las plazas principales de algunas de las aldeas o municipios que vamos a cruzar. Era el lugar donde se impartía justicia, sujetando a estas columnas a los criminales que se juzgaban.
Tanto la plaza como las calles adyacentes se presentan vacías, como si en lugar de jueves se tratase de un domingo festivo. Comienzo a "aperturizar" la bendita rutina de acostumbrar los ojos a localizar las diferentes señales del Camino de Santiago que me deben guiar, recibiendo cada encuentro con ilusión y emoción que sabe a reencuentro.
Con el estómago contento salgo de nuevo a caminar, con esa primera ansiedad que nos entra cuando parece que aún no nos hemos movido y el tiempo se nos echa encima. Y así me dirijo a cruzar sobre el Río Paiva sin poder evitar pararme a retratar algunas postales bucólicas y de la rutina diaria de los lugareños que este precioso entorno apartado de la ciudad me ofrece.
Mi objetivo ahora es desviarme del camino unos 200 metros para visitar el Monumento a Viriato. Así, al cruzar el Ponte da Ribeira, en lugar de continuar a la derecha por Rua do Coval, cogemos hacia la izquierda por Largo Nossa Sra. da Conceição. Atención si pretendes llegar cruzando el parking contiguo al monumento, porque el espejismo se convierte en vallado metálico sin acceso al otro lado, por lo que tuve que volver hacia atrás y rodear el aparcamiento.
Cumplido el saludo a Viriato regreso sobre mis pasos para volver a encontrarme con el Camino de Santiago, que en sus inicios me recuerda la salida de Oporto por el Camino Portugués Central, atravesando zonas residenciales y pisando asfalto.
Continuaremos caminando en esa alternancia de parcelaciones y zonas residenciales que a veces se hace aburrido, añorando senderos de verde que cuando se me ha presentado por fin, se ha desvanecido a los pocos metros manifestándose en un corto atajo entre asfalto y asfalto. Al menos algunos tramos de carretera en lugar de acera cuentan con arcén de tierra, y los aprovecho gustoso.
Y así he llegado a Bassar, donde el calor (bendito sea, que no quiero que parezca una queja...) y el trasiego por el alquitranado me han animado a desviarme a la derecha al Recreativo de Bassar, una especie de Centro o Club Social ideal para el descanso al contar con una explanada delantera con bancos, mesas y una fuente. Aquí me he pedido una Superbock enorme. La anécdota del momento ha sido cuando les he pedido si me podían sellar la credencial, a lo que se han negado contrariados, no porque no quisieran, sino porque entendí que no era algo habitual y no contaban con un sello o "carimbo" para ello. No obstante, la cocinera se ofreció a escribirme a mano en la credencial los datos del establecimiento como "justificante" de paso, algo que acepté divertido y agradecido porque estaban haciendo el intento de solucionarlo.
Salí a la puerta a sentarme tranquilo para beberme la cerveza, pero la cocinera no debió quedarse tranquila, y la buena mujer salió a buscarme para ofrecerse a hacerme una foto con mi móvil donde apareciera el nombre del establecimiento a mi espalda, y así tener una prueba gráfica de mi paso por aquí. ¡Qué feliz me hace encontrarme con buena gente!. No dejéis de parar en este lugar a tomar el aperitivo o comer, porque ya veis que seréis bienvenidos....
A partir de Bassar el camino se va haciendo más solitario, menos movimiento de personas y coches, aunque continuamos atravesando zonas habitadas. La siguiente parada será cuando me encuentre con la recoleta Capela de Nossa Senhora dos Milagres, abierta al público como la gran mayoría de iglesias en Portugal. En su interior, un recogido espacio para la oración, sin estridencias, con algún toque modernista que no desentona. El conjunto de este enclave lo rematan un fuente y lavadero a un nivel inferior con un gran azulejo costumbrista en tonos azules y un Cruceiro.
Continúo caminando, y el camino te lleva por lindes entre viviendas a modo de atajos cuyas mascotas no están acostumbradas al paso de peregrinos y ladran desaforadamente, obligándote a aligerar el paso para no molestar al vecindario recogido en sus casas y que se asoma curioso a ver qué pasa.
El sendero no es demasiado largo, aunque lo he disfrutado al máximo, y nos deja a pie de otra parada imprescindible, la Capela Santo António da Serra, a donde llegué justo cuando una señora que vivía en frente y otras dos que venían caminando por la acera se disponían a abrir una de sus puertas laterales y pasar a su interior. Di un rodeo a la Iglesia y caminé por la enorme explanada contigua con esbelto Cruceiro donde supongo se celebra alguna festividad o feria. Imaginé que las señoras venían a limpiar o preparar la capilla, así que me acerqué a pedir permiso para visitar su interior. Cuando me acerqué a la puerta pude ver a las tres señoras sentadas en la bancada rezando el rosario, y no dudaron en detenerse e invitarme a pasar sin casi darme oportunidad de pedírselo.
Pude pasar entonces a orar un instante, y pregunté por la posibilidad de sellar la credencial, pero de nuevo me encontré con que no tenían sello a disposición de los peregrinos, lo que afianzaba mi conclusión de que no es demasiado común en este camino, al menos aún, intercambiar momentos con los peregrinos porque no pasan demasiados. En su lugar, por segunda vez, me ofrecieron escribirme a mano una referencia para dejar testimonio, algo que rechacé porque dos comentarios escritos sustituyendo a un sello no se si iba a ser bien visto en la Oficina de Atención al Peregrino en Santiago de Compostela.
Al poco de haber salido de la Capilla, me arrepentí de haber rechazado el gesto de las señoras de querer escribirme en la credencial, porque aunque no sustituyesen a un sello, tendría un valor sentimental para mí, así que dejé mi mochila junto al Cruceiro y volví sobre mis pasos para acercarme de nuevo a la Iglesia. Sin embargo al escuchar de nuevo a las mujeres rezando me dió vergüenza volver a molestarlas y decidí marcharme. Pero mira por donde, las mujeres que escucharon acercarse mis pasos al pisar la gravilla, volvieron a interrumpir de nuevo su rezo y una de ellas salió a mi espalda a preguntarme si necesitaba algo. Le mostré entonces la credencial y un bolígrafo, y le dije que aceptaba que escribieran en ella para justificar mi paso por aquí.
Las señoras me regalaron además unas estampas de San Antonio que me acompañasen en mi camino, y de ellas me despedí agradecido por el tiempo que me dedicaron, con esa intención de agradar que se nota cuando no es habitual recibir a gente extraña interesada en acercarse a la Iglesia, al Santo y escucharlas. Cuando salí a la calle me detuve a leer lo que me habían escrito, siendo esto una petición para que San Antonio me proteja. Si alguna vez llegan a leer esto, muchísimas gracias por este precioso momento con ellas ...
Justo a los pocos metros alejándome de la capilla, comenzó a levantarse viento. El sol había desaparecido, y una ráfaga de lluvia me obligó a detenerme bajo un árbol para plantearme si ponerme o no el chubasquero . Momento ideal para pedir a San Antonio, ahora que lo tenía cerca, que fuera solo un amago pasajero de lluvia y no me fastidiase lo que me quedaba de etapa, y como se suele decir, fue "mano de Santo" ...
Caminaremos ahora de nuevo por tramo de asfalto, y regresaremos al sendero de tierra cuando, viendo una población de frente y abajo (Lageosa), la señalización nos desvié por un sendero bordeado de jaramas por el que descenderemos entre lindes de fincas . El sendero es estrecho y pedregoso, y en algunas secciones me parece que deja al descubierto calzada romana, por las enormes y lisas piedras que pisamos en este lugar apartado donde sólo este origen daría sentido a semejante obra .
Dejo atrás Quintãs y Pousa María, siendo en este último emplazamiento donde comienza otro largo camino de tierra que nos acompañará ya hasta el final de la etapa, y que atesora en gran parte del recorrido la joya de todo este periolo que hemos iniciado en Viseu, una bellísima calzada romana de sentimientos encontrados, que igual te da pena tener que pisarla, igual te enorgullece tener la oportunidad de poder caminar en solitario sobre semejante legado histórico. Huelga decirte, peregrino, que si caminas con bastones como yo, debes evitar su uso por este tramo, ni aunque tuviesen punta de goma...
Esta calzada, catalogada como Bien de Interés Público desde 1977 (poca protección me parece) tiene una longitud aproximada de 700 metros, presentando tramos mejor conservados que otros. Todo el entorno que lo rodea es pinar, por lo que si eres fan de las películas de romanos no es difícil sumergirte con la imaginación en aquellas épocas de esplendor en las que está vía se utilizaba como conexión entre Viseu, Braga y Astorga, siendo una de las siete rutas que partían desde Viseu. Imagínate todo lo que ha pasado por aquí encima, y ahí estás tú....
La calzada termina de forma abrupta e inesperada., pues cuando menos te lo esperas un tapón vegetal te hace percatarte de que la calzada desaparece para precipitarse unos 10 metros más abajo hacia la N2. Es como si esta colina hubiese sido cortada para hacer la carretera, llevándose desgraciadamente consigo la calzada romana que desde aquí continuaba. Mi duda era entonces por dónde debía continuar mi camino, pues no he visto ningún desvío, así que retrocedí sobre mis pasos para buscar alguna pista. Lo explico en el siguiente vídeo:
Una vez encontrado el desvío mal señalizado, he continuado caminando entre maleza y multitud de troncos caídos. Me sorprende que este tramo final se encuentre en tan mal estado al final de la temporada alta. De hecho debemos caminar fijándonos muy bien en el recorrido y buscando las pocas señales existentes, porque el camino se desdibuja en muchas ocasiones.
Atención también al siguiente vídeo, porque llegaremos a un punto en el que es fácil confundirse y continuar recto, cuando realmente lo que debemos hacer es descender por la izquierda:
Este pequeño tramo en descenso hacia la N2 es un cachito mágico de tranquilidad, verde, frescor y musgo de esos que tanto me gustan, un paréntesis de energía a pocos metros de llegar a la N2 y prácticamente ya al final de nuestra etapa de hoy. Realmente este recorrido por la calzada romana tiene algo "muy, pero que muy especial"...
Desde aquí ya solo tendremos que caminar un corto trecho por asfalto, divisando a lo lejos la infraestructura de un parque acuático que pertenece al Complexo Turístico da Praia Fluvial do Almargem, un proyecto inacabado y desgraciadamente abandonado en la actualidad que pone un poco los pelos de punta, pues este mastodonte reclama risas, chapuzones y gritos de adrenalina efervescente...
Y así he llegado por fin a Almargem, pueblo que me saludaba completamente vacío, tanto que una vez en la plaza de Iglesia, donde el GPS ubicaba el albergue, me costó localizarlo porque no había nadie a quién preguntar. Para ubicarte busca una cabina telefónica en una esquina, y justo por encima de un local bajo con dos ventanas y dos puertas, la verja de una parcela que pertenece al Albergue.
El Albergue es excepcional y extremadamente barato, pues 3 € es un precio irrisorio para su mantenimiento. Como muchos otros albergues públicos municipales, fue una antigua escuela reconvertida y cuenta con dos edificios, uno destinado al alojamiento con 20 plazas distribuidas en robustas literas con mantas en cada una de las camas y dos cuartos de baño, uno a la entrada y otro al final de la habitación, uno de ellos adaptado a personas de movilidad reducida. En otro edificio separado, encontraremos la zona social, con mesas, sillas, sofás y otro baño completo, así como la cocina. No hay lavadora/secadora, pero sí lavadero en el porche de este edificio, bastante sucio por cierto. El tendedero portátil que había en el lugar estaba roto, y lo coloqué como pude para poner a secar la camiseta que había usado en esta etapa y que lavé a mano.
Como he mencionado antes, el lugar lo tiene todo para pernoctar agusto, aunque me encontré algunos inconvenientes "no insalvables": falta de limpieza, y no había ni papel higiénico, ni jabón para fregar/ limpiar. La zona del dormitorio olía a tabaco, algo imperdonable a aquellos peregrinos que han pasado por aquí antes, pues el albergue cuenta con una enorme zona exterior, e incluso la zona social si quieres permitirte un desliz prohibido, ¿pero en la zona donde debemos dormir y con las ventanas cerradas?, no tiene perdón de Dios ...
La tarde ya a oscuras me sirvió para matar las horas barriendo la habitación y adecentado el baño ( la de partido que le he sacado a la pastilla de jabón y a un bote con gel hidroalcohólico), acompañado de una lista de música de YouTube. Por la noche, regreso al edificio social con cierta pereza para calentarme una pasta a la carbonara de esas que se hacen en cinco minutos, acompañado de chorizo, queso y otra naranja. Me sentí muy solo en esa solitaria sala de este albergue en tan apartado pueblo, rodeado de oscuridad en el exterior.
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