2a ETAPA CAMINO DE SANTIAGO FRANCÉS (DESDE ASTORGA): FONCEBADÓN - PONFERRADA (26,8 Kms).

 

24 de octubre de 2022.

Me he despertado a las 3:30 de la madrugada con unas ganas tremendas de orinar. He mirado el reloj pensando que casi sería la hora de levantarse, por si me hacía el perezoso y me aguantaba las ganas, pero a pesar de que la sensación fuera de que llevase un montón de horas durmiendo, ¡solo eran las 3:30 a.m.!. Es lo que ocurre cuando te vas a la cama tan pronto y estás acostumbrado a dormirte tarde, que las noches se te hacen larguísimas. Lo peor ha sido que ya no podía dormir, y ahora a ver qué hacía en medio de toda esa oscuridad. Mi vecino de litera, Javier, uno de los mexicanos, creo que está en la misma situación, porque lo oigo suspirar. Los demás intercambian diferentes muestras de estar en algún lado de la psique: durmiendo, unos respiran fuerte, alguno ronca, y otro peregrino necesita usar una máquina para la apnea del sueño. 

Viendo que agudizar el oído no me bastaba para cerrar los ojos, decidí coger el móvil y ponerme a escribir en el blog para adelantar el trabajo de la etapa hasta Foncebadón, ya que el momento festivo de ayer noche con los muchachos no me dejó tiempo para la escritura. Y así me dieron, cuando quise darme cuenta, las 6:30 a.m, rogando que no me alcanzara el sueño justo ahora que comenzaban a despertarse los primeros peregrinos madrugadores.

Es ponerse uno a abrir y cerrar cremalleras y enseguida le sucederán otros que como un resorte se levantan y se ponen a hacer lo propio, y en medio de la oscuridad de la habitación se escuchan unos pies arrastrando las chanclas, una bolsa de plástico que se abre, el cargador del móvil que se desconecta y cuyo cuerpo de cable se deja caer al suelo, el crujir al unísono de varios somieres que vuelven a su posición cuando los peregrinos se incorporan, los buenos días, el grifo del baño que se abre, se cierra porque sale fría y se vuelve a abrir de inmediato con el monomando en la posición de caliente y al máximo de potencia, la puerta de madera de la habitación que se abre y se cierra..., y de pronto alguien considera que aunque haya aún gente durmiendo es hora de encender la luz, y el sonido entonces se camufla dando protagonismo a las imágenes en movimiento.

Como siempre, he remoloneado para dar tiempo a salir a los peregrinos. Se colaba el aroma a café escaleras arriba, y eso me ha animado a ponerme en marcha. Cuando lo he tenido casi todo listo, solo quedaba del grupo folclórico Ricardo, de Toledo, que como yo prefería esperar a que empezara a amanecer para salir a caminar, en lugar de hacerlo con todo oscuro. Decidimos desayunar juntos en el bar del albergue, café con leche grande y napolitana de chocolate. El hospitalero de la mañana nos invitó a salir a la puerta: desde la altura a la que estábamos en Foncebadón se contemplaba un amanecer precioso, con luna incorporada, que poco a poco cubría de una luz mágica a la única calle del pueblo y sus desgastados tejados.


Ricardo ha salido a caminar ya, me dijo que lo haría despacio, mientras yo terminaba de recoger. Creo que le gusta caminar acompañado y compartir impresiones. Me alegro de haber encontrado pronto gente con la que intercambiar experiencias, pues en las dos noches en el albergue de Astorga no tuve oportunidad de conectar con nadie.

El amanecer se hace de rogar, creo que nos quiere decir o enseñar algo, y cuando me pongo en marcha aún lo hago en semioscuridad. No hay nadie en la calle del pueblo y su silueta impone. Me paré a fotografiar la espadaña de la Iglesia, esa a la que se encaramó una vecina cuando parte del Cabildo y las fuerzas de seguridad se personaron para descolgar las campanas y llevárselas entonces de un Foncebadón en ruinas, no contando con la presencia y empeño de esta aguerrida señora, que amenazó con chocar a pedradas la cabeza del que se atreviera a tocar las campanas. Y aquí siguen las susodichas, como permanece en la historia esta anécdota y la hazaña de la buena señora. La siguiente fotografía fue para una enorme familia de gatos que se apiñaban a la puerta de una casa, calentándose unos a otros arremolinados en torno a la mamá. Más entrañable no podía ser la estampa...



Varias veces me he tenido que parar en el ascenso hacia la Cruz de Ferro para mirar hacia atrás y contemplar el espléndido paisaje del amanecer sobre Foncebadón y el maremágnum de nubes que amenazaban con cubrirlo todo avanzando lentamente sobre el campo y casi a nuestra misma altura. Un peregrino parado ante lo que debía ser un panel que explicaba las vistas que tenías ante tí desde un privilegiado mirador, se quejaba del daño que muchos peregrinos ocasionan al mobiliario del camino con sus borrones, pintarrajeos varios, dedicatorias, dibujos, jaculatorias y frases varias rotuladas sobre lugares que no están ahí para eso. A mí me llama la atención que puedan tener a mano un rotulador en la mochila cuando yo a veces no recuerdo ni en qué bolsillo me he guardado el móvil.

La Cruz de Ferro está muy cerca de Foncebadón. Todos sabemos que está a 1,9 kms, un paseíto, pero intentas adivinar a lo lejos un poste largo de madera y este no aparece en el horizonte, hasta que te lo encuentras de frente...; Es increíble la sensación de ver que está ahí, a pocos pasos, uno de los hitos más importantes de todos los Caminos de Santiago. Sólo por haber llegado hasta aquí ya ha merecido la pena este nuevo camino, porque si alguna vez recibí la llamada, estoy seguro de que fue aquí, con 17 años, en ese autobús de Aventura 92 que pasó a su lado y en el que nos explicaron qué era ese montículo enorme de piedras, quiénes las transportaban y su valor, y ese flash de mirar por la ventana hasta perderlo de vista, no se me ha olvidado nunca.

¡Que se vayan todos que necesito estar solo! te atreves a pensar cuando ves a otros peregrinos como tú subidos al montículo de piedras dejando su legado. Tiene tanta energía este lugar que te dejará desconcertado y se te olvidará lo que querías decir, lo que querías pedir, y hasta te ofuscarás porque sientes que no le has puesto el necesario empeño al momento. Pero ya está, tranquilízate, estás aquí, deja tu piedra, párate unos instantes, y contempla...; Aquí he dejado una piedra que hace unos años recogí en la playa de Son Serra de Marina, en Mallorca. Fué una piedra buscada, porque abundan allí las piedras agujereadas, y durante un tiempo la utilicé como soporte para plumas. Tan especial era que de Mallorca la traje conmigo a Sevilla en mi traslado definitivo de residencia, y allí ha estado hasta que se embarcó en mi mochila para quedarse aquí en la Cruz de Ferro. Le he pegado un pequeño colgante con forma de vieira que formaba parte de una pulsera que compré a mi madre en una de mis llegadas a Santiago, para que ella estuviera presente en este momento, y porque todos mis deseos iban dedicados a ella. Antes de emprender viaje a este camino le pedí que la sujetara un rato en sus manos, y sé que hoy su energía también está en ella formando parte de la magia de este universo sagrado que apunta al cielo para hacer llegar las rogativas de millones de peregrinos que han dado forma con sus piedras a este enorme montículo que todos atravesamos en nuestro camino hacia Ponferrada.







Satisfecho por haber podido cumplir con este deseo que tenía pendiente puse rumbo de nuevo hacia Ponferrada. A poca distancia aparece junto a la carretera Manjarín y su Centro de Interpretación Templario Medieval. Un obstinado esfuerzo de Tomás, alma máter de la obra, empeñado en sacar adelante este punto de acogida de peregrinos apartado de la civilización que choca con las exigencias actuales de la normativa. Tomás tiene la mirada triste, cansada. Se sabe que está enfermo, pero él no deja de transmitir su afán por poner de nuevo al día este albergue improvisado a todo el que llega. Sueña con que algún día la administración invierta en su adaptación como lugar de acogida internacional que es (se pregunta que por qué no le pueden ayudar con alguna subvención europea), o que cada uno de los peregrinos hagan una aportación económica para ponerlo en pié. No sé si algún día alguien se hará eco y le dará esa alegría, aunque me temo que ese colorido conglomerado abanderado por la Cruz de los templarios desaparecerá cuando Tomás parta...

A partir de Manjarín las oscuras nubes han dejado caer intermitentes ráfagas de lluvia y el tiempo se ha puesto más desapacible. Tomás recomendaba desviarse a la carretera a partir de Riego de Ambrós porque con la lluvia la bajada desde El Acebo estaba más complicada y había mucha piedra suelta, pero a mí no me agrada la idea . Este tramo es precioso y me ha recordado en muchos momentos a la ruta por Hospitales en el Camino Primitivo, cuando estás ahí arriba divisando el horizonte de montañas desde tu solitario sendero, con las nubes avanzando poderosas. Ya aquí se deja notar lo pedregoso del camino y hay que caminar con cuidado para evitar torceduras de tobillo. 

Antes de llegar a El Acebo hay otro mirador privilegiado que se anuncia como el primer banco y pueblo del Bierzo. El banco hace referencia a dos bancos situados estratégicamente a una altura que permite divisar todo el valle y el pueblo desde el borde mismo de la colina. Pena que llovía y que con el poncho de lluvia puesto se antoja más perezoso quitarte la mochila y la indumentaria para maniobrar y sacarte una foto ideal, pero lo suplí con un selfie. En El Acebo he parado en La Casa del Peregrino, para tomarme un reparador aperitivo a base de caña de cerveza y un pincho de tortilla acompañado de dos tostadas de tomate. Después de esta parada de avituallamiento, de nuevo he pedido ayuda para colocarme el poncho y me he puesto otra vez en ruta hacia Ponferrada, descendiendo más y más. 

Atravesaremos Riego de Ambrós, pequeño y hermoso pueblo que parece deshabitado, y que sin embargo conserva aires de fiesta con alguna cadeneta de colores colgando de la calle que recuerda a fiestas de verano. He observado en varios lugares la típica construcción que se repite de casa de madera con balcón a la calle y escalera exterior de subida, abandonadas en muchas ocasiones. Intento transportarme a tiempos mejores asomándome a alguna ventana que no me deja ver nada más que oscuridad o acumulación de tablas derruidas y escombros. Todo lo que te hayan dicho de la bajada desde El Acebo es tremendamente cierto y a partir de Riego de Ambrós presenta su peor cara. Sin embargo es un sendero muy bello, que con esas largas y abultadas láminas de piedra ahora mojadas te recuerda a caminos medievales en los que eres uno más de los peregrinos que debe enfrentar, y ahí estás tú... Sólo hay que bajar despacio y con siete ojos, y pasarás la prueba como tantas otras.

Me ha hecho mucha ilusión también llegar a Molinaseca. Quería encontrarme de nuevo con el Puente Romano y su río, ese que en 1992 nos acogió a 400 estudiantes de 37 países que retozamos bañándonos en un agua tan helada que a mí me dejaba sin respirar. Fué tal la impresión cuando me sumergí sin pensarlo que no pude dejar de nadar hasta el otro lado para salir cuanto antes. Hoy sin embargo la estampa no tiene nada que ver y el río presenta un triste curso de agua que casi se puede cruzar a pié en la zona que se convertía en piscina. En las siguientes fotos podéis ver la comparativa (yo soy el saco de huesos del bañador verde claro):



Paré a almorzar en el Mesón Restaurante Puente Romano, justo a la izquierda del puente una vez lo cruzas. Tiene menú del día del peregrino a 16 euros, y me he comido una sopa berciana muy rica que nunca había probado, junto a unos huevos fritos con patatas y chichos ( viene a ser el relleno del chorizo, buenísimo...). Todo ello acompañado de vino y agua, y de postre, flan casero de coco. Con el amable camarero he conversado sobre la poca agua que presenta el río, y me ha contado cómo la piscina natural se nutre del agua de los deshielos, y que la falta de nieve y de lluvia ha traído esto.

Con energías renovadas he retomado el camino, ya en solitario porque no he visto en todo el tramo ningún peregrino ni por delante ni por detrás. La entrada en Ponferrada se hace un poco larga. Hay un punto en el que las guías te ofren la posibilidad de continuar por la carretera en lugar de seguir por el camino oficial, ya que por la carretera es más corto para llegar al final de la etapa, pero he querido finalizarlo como toca, por el camino histórico, entre vides y alegatos a restos romanos, y con la lluvia de nuevo encima he llegado por fin a Ponferrada.  

Aquí me alojo en Albergue Guiana, un albergue privado muy grande con muchas comodidades. Tiene varias habitaciones de literas por cada planta. En mi caso me tocó una habitación en la segunda planta, con seis plazas en literas y una cama baja. Sólo estábamos tres: una chica italiana (Marta), una chica de Vitoria ( Ana) y yo. Cuentan con baño y ducha en el vestíbulo de cada habitación, separado de la zona de literas por una puerta que aporta más intimidad y evita ruidos. Grandes zonas comunes y una espléndida cocina y comedor donde he cenado con mis compañeras de habitación, ya que hoy he visitado el supermercado para comprar algo ligero para cenar.

Mañana vuelvo a comenzar desde Ponferrada, como mi primer camino francés de 2019, y me apetece mucho volver a recordar todos los lugares de paso. A ver cómo se comporta la lluvia. Los pies me los noto inflamados del esfuerzo de la bajada de hoy, espero que no me abandonen, que el pinzamiento de la espalda lo estoy llevando bien y no me apetece otra historia dolorida.

Buen Camino!

INFORMACIÓN PRÁCTICA Y ENLACES:

C/ Real, s/n (Foncebadón)
+34655329667

C/Real, s/n (Foncebadón)
alberguedparroquiales@gmail.com



C/ Real, 67 - 69 (El Acebo de San Miguel)
+34987057875
lacasadelperegrino@gmail.com

C/ La Presa, s/n (Molinaseca)
+34987453154

Avda. El Castillo, 112 - 114 (Ponferrada)
+34987409327
info@albergueguiana.com

C/ Obispo Camilo Lorenzo, 2 (Ponferrada)
+34987413381
albergue@sannicolasdeflue.com



App de seguridad ciudadana de la Policía y la Guardia Civil. Canal discreto y eficaz para solicitar ayuda de las fuerzas de seguridad ante cualquier hecho del que seas víctima o testigo. Entre sus principales funcionalidades destacan: 

Chat: contacta a través del chat, envía fotos y vídeos y obtendrás una respuesta inmediata desde el centro de Policía o Guardia Civil más cercano a tu posición.

Botón SOS: protección reforzada para colectivos vulnerables. Envía una alerta urgente al centro policial más cercano junto con tu posición y una grabación de audio de 10 segundos de lo que está pasando.

Guardián: comparte tu posición con los tuyos o con los servicios de rescate. Tu posición será enviada periódicamente para que puedas ser localizado rápidamente en caso de incidente.

Avisos localizados: recibirás un aviso en tu móvil si hay una emergencia de seguridad en la zona en la que te encuentras.

Acceso universal: adaptada a personas sordas e invidentes. Incorpora un traductor automático para poder comunicarte con las FFCCSE en más de 100 idiomas.



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