4a ETAPA CAMINO DE SANTIAGO FRANCÉS (DESDE ASTORGA): VILLAFRANCA DEL BIERZO - RUITELÁN (18,66 Kms).

 

26 de octubre de 2022.

Me duelen un montón los dedos meñiques de los piés. Son difíciles de curar y ya no sé dónde empieza o acaba la ampolla. Las uñas las doy por perdidas, otra generación nueva vendrá, (qué poco me duran las pobres...); Cualquier cosa que me ponga para cubrir los dedos me aprieta después contra la bota y me hace muy lento el caminar, así que una vez las botas puestas no puedo más que desear que los pies entren en calentamiento rápido, pues parece que solo así camino un poco mejor. Los apósitos que me compró Ana ayer en la farmacia, recomendados por el albergue porque eran especiales, "made in Villafranca" y premiados, no les veo nada de especial y son un engorro para pegar en el dedo meñique. Ahí están haciendo bulto, a ver cuánto me duran.

Me choca mucho la gente que es capaz de entrar, salir, levantarse de la cama, pasar por tu lado..., sin un buenos días, un hola, buen camino....; Me ha pasado con un italiano aposentado en la cama de al lado. Si ya ayer tardó varios segundos en responder al saludo cuando se incorporó el último a la habitación, esta mañana no ha devuelto ni un buenos días a ninguno de la habitación, y me debió hacer transparente cuando nos quedamos solos y él se marchó antes que yo sin decir adiós. Esto me ha hecho darme cuenta de que en este camino me estoy encontrando demasiada gente así, que pasa a tu vera adelantándote sin dedicarte una o dos palabras aunque les dirijas la mirada para hacerlo tú, pero cuando te quieres dar cuenta te han dejado atrás. Espero que no se pierda la buena costumbre de desearnos unos a  otros "Buen Camino", esas dos insignificantes palabras que nos hermanan, nos identifican entre nosotros y nos saca una sonrisa hasta en los momentos más fastidiosos.

He salido el último del albergue, para variar; El cielo de nuevo nublado pero parece que hoy nos puede dar una tregua. He buscado para orientarme el rumor del agua del río que recordaba, cuyo puente debemos cruzar. Muy cercano, el Bar La Kabila haciendo esquina en el que cientos de peregrinos han dejado huella de su paso de forma escrita en las paredes. Este bar siempre está abierto a pie de camino desde bien temprano para ofrecerte el primer café del día que tan bien sienta, y en mi caso además una tierna napolitana de chocolate. Con la primera dosis de combustible en el cuerpo, de nuevo mochila al hombro y a caminar...

Entramos de golpe ya en el entorno rural, y nos acompaña el canto de los pájaros y el olor a tierra y hierba mojada. Me siento incómodo con la mochila, que me parece que lleva el peso mal repartido, y el chaquetón puesto, que me está dando demasiado calor. Vuelvo a parar sobre un murete de piedra junto a la carretera para abrir las entrañas de la mochila y ponerme a recolocar las cosas, y hacer hueco a mi chaquetón, para caminar más confortable. Comienzo a caminar de nuevo, lento, demasiado lento y apoyado en los bastones. Ya llegaremos....; Me entusiasma pensar que acabo en Ruitelán, me reconforta parar en este lugar y tengo ganas de llegar.

Hoy el camino es duro de pisar, puro asfalto en toda la etapa. Los dedos meñiques no me están dando tregua, ¿cómo pueden fastidiar tanto esas dos criaturitas?. Me temo además que el apósito se haya movido de sitio. Se me está pasando por la cabeza un cambio de calzado, y me temo que voy a claudicar. Da gusto escuchar al Río Valcarce  de nuevo ahí abajo. La escasez de lluvias me hacían pensar que este característico sonido de la etapa de hoy no se hiciera presente, pero ahí está saludando el río y marcando territorio, como debe ser. 

Se acaba el circuito intramuros de hormigón que nos separa de la carretera y cruzamos hacia Pereje. Repleto de castaños la entrada, esta vez el colorido no es tan otoñal como la primera ocasión, pero de eso se trata, de encontrarme con facetas nuevas y fabricar nuevos recuerdos. A la entrada de Pereje definitivamente claudiqué. He buscado un lugar en el que apoyarnos la mochila y yo, delante de una casa deshabitada, y he sacado las chanclas. Ha sido una buena idea, porque al poder tener los dedos sueltos me hace menos daño, y además en esta etapa no vamos a encontrarnos senderos difíciles para caminar con ellas. No son lo más estético del mundo,  pero ¿y a quién le importa?.


Con estas pintas volví a ponerme en ruta, mucho más cómodo aunque sabedor de que tarde o temprano tendría que volver a realizar otro cambio porque el asfalto era demasiado duro para caminar con las chanclas, y yo que uso plantillas ortopédicas, lo estaba notando bastante.

Es una maravilla la cantidad de castañas que te encuentras por el suelo, tan lustrosas y grandes que da pena saltar por encima y dejarlas atrás. No he podido evitar coger un par de ellas y meterlas en la riñonera, mientras le daba bocado a una. Además son pilongas, fáciles de pelar, y están buenísimas. Hacía mucho tiempo que no las comía, y me imaginaba lo deliciosas que deben estar asadas. Se me vino a la cabeza un recuerdo de pequeño, cuando se usaba el brasero de carbón, o la "copa de cisco" que decíamos en mi tierra, para calentar la salita, ubicándola bajo las ropas de una "mesa camilla". Entonces hacíamos hueco entre las brasas e introducíamos las castañas partidas en dos, para asarlas y comerlas al instante. Creo que ese olor, y el de la alhucema que mi madre quemaba para perfumar la casa, son los recuerdos más indelebles que me quedan de esos braseros de antaño, junto a los momentos en que mi madre me mandaba a comprar la "tierra y el cisco", que vendían al peso y que yo transportaba en sendos envases vacíos de detergente Colón reciclados para este menester.

Hoy me ha ocupado en la mente una canción de Mercedes Sosa como banda sonora, la Canción de las Simples Cosas, de esas canciones que de materializarse sería el decorado que pisamos hoy:

"Uno se despide insensiblemente de 
pequeñas cosas,
lo mismo que un árbol
que en tiempo de otoño se queda
sin hojas.
Al fin, la tristeza es la muerte lenta
de las simples cosas,
esas cosas simples que quedan
doliendo en el corazón. 

Uno vuelve siempre a los viejos 
sitios donde amó la vida.
Y entonces, comprende 
cómo están de ausentes las cosas 
queridas.
Por eso, muchacho, no partas ahora 
soñando el regreso,
que el amor es simple y a las cosas 
simples las devora el tiempo..."


En
Trabadelo he parado a tomarme otro café con leche cargadito de café como a mí me gusta en el Bar Crispeta ( también tienen albergue), y no he podido contenerme a una porción de napolitana de chocolate casera que tenía ante mis narices en la barra del bar. No quiero ni pensar la cantidad de kilos que estoy volviendo a coger. Mi hígado graso debe estar de nuevo en alarma roja, pero es lo que hay...; En el camino debo hacer un paréntesis a mis rutinas de contenciones médicas, porque si hay un momento gratificante para mí después de tantos kilómetros caminando, es poder sentarme a la mesa y disfrutar de un espectacular caldo gallego, generosas carnes con patatas fritas caseras y buen vino de mesa. Ni me acuerdo de pedir la leche sin lactosa ni la sacarina,  a pesar de que los efectos secundarios los noto, pero que me quiten lo "bailao". Cuando regrese a Sevilla seré más disciplinado y perderé lo acumulado (o no...).

Me ha sorprendido gratamente encontrarme capillas abiertas en esta etapa, donde puedes orar y poner el sello en tu credencial, sin necesidad de que haya nadie que las vigile. Así ha sido en la Portela de Valcarce (Capilla de San Juan), Ambasmestas (Capilla de la Virgen del Carmen) y Vega de Valcarce (Iglesia de Santa María Magdalena). A estas alturas ya había realizado un nuevo cambio de calzado, y he tirado de las zapatillas deportivas, más ligeras y con tejido elástico que no me aprieta los dedos meñiques en demasía, y ya lo puedo soportar.

En Vega de Valcarce me he desviado a un precioso rincón de descanso junto a un prado en el que las vacas pastaban a mi lado, la Panadería Cerezales, en la que me tomado una cerveza mientras me preparaban un bocadillo para llevar de bacon y queso ya que iba a llegar a Ruitelán justo a la hora de comer, y no quería zamparne un copioso menú ahora para poder disfrutar después de la cena. La señora que atendía era muy amable, dialogamos un rato sobre la facilidad de algunas personas para aprender idiomas, y cómo le gustaría a ella aprender inglés para atender mejor a todos los peregrinos que se acercan. Le dí algunas opciones y me fui con esa satisfacción que te dan los lugares donde te sientes bien acogido sabiendo que la próxima vez que pase por estos lares, será parada obligatoria.

Y con calma pero con ganas de llegar encarrilé el último tramo hasta Ruitelán. De lejos podía divisar ya los enormes viaductos que coronan estas cimas, cuyo sonido de los camiones que lo cruzan se expande y baja hasta el pueblo recordándote el vértigo que produce sólo con mirar esa mole. Cuando por fin llegué al Albergue Pequeño Potala subí como siempre por su derecha y me encontré su fachada con brochazos de azul tan encantadora. Me tomé mi tiempo para hacerme una foto y abrí la puerta esperando el sonido de la campanita que al atropellarse con la puerta avisa a los hospitaleros de que un peregrino llega. Salió a recibirme Luis, nos saludamos, me registré y me acompañó a mi habitación, justo en frente de la que ocupé en 2019, ahora ocupada por los tres mexicanos, que ya habían llegado mucho antes que yo y que pasé a saludar. Esta habitación la ocupamos solo una chica que llegó después y yo, de hecho finalmente fuimos solo seis peregrinos esa noche, incluido un ciclista de O Grove que venía en biclicleta desde Bélgica, y con el que pudimos compartir entre todos historias de caminos, de debilidades, de proezas, del espíritu que nos mueve....; La cena de manos de Carlos, a las 19:00 (incluida en el precio de la estancia junto al desayuno, por solo 20 €), fue espectacular: una riquísima crema de zanahoria para entrar en calor, una enorme ensalada con queso fresco, espaguetis carbonara y postre casero, regado por buen vino que nos acompañó también en la sobremesa. Me relaja mucho este lugar, tiene una energía especial. No es un albergue moderno, no cuenta con el wifi más rápido, ni el baño más sofisticado, pero te hace feliz.

Mañana me toca otra etapa estrella, subir a O Cebreiro va a ser un reto esta vez, ¿lo haré en chanclas, con las botas, con las deportivas? , ¿me va a llover?. Sea como sea, en O Cebreiro me veo.

Buen Camino!

INFORMACIÓN PRÁCTICA Y ENLACES:

C/ Ribadeo, 10 - Calle del Agua (Villafranca del Bierzo)
+34987542658
+34658049244

C/ Campo de la Gallina, s/n - A la altura de la Iglesia de Santiago, en una bajada a la derecha ( Villafranca del Bierzo).
+34987542356
+34987540089

C/ Concepción, 13 (Villafranca del Bierzo)
+34658763990

Camino de Santiago , 162A - A pié de camino (Trabadelo)

Carretera Nacional VI, 38- Hay que desviarse unos metros por un camino recto a la izquierda (Vega de Balcarce)
+34987543202

Ctra. Nacional VI, 20 ( Ruitelán)
+34987561322
pequepotala@hotmail.com



App de seguridad ciudadana de la Policía y la Guardia Civil. Canal discreto y eficaz para solicitar ayuda de las fuerzas de seguridad ante cualquier hecho del que seas víctima o testigo. Entre sus principales funcionalidades destacan: 

Chat: contacta a través del chat, envía fotos y vídeos y obtendrás una respuesta inmediata desde el centro de Policía o Guardia Civil más cercano a tu posición.

Botón SOS: protección reforzada para colectivos vulnerables. Envía una alerta urgente al centro policial más cercano junto con tu posición y una grabación de audio de 10 segundos de lo que está pasando.

Guardián: comparte tu posición con los tuyos o con los servicios de rescate. Tu posición será enviada periódicamente para que puedas ser localizado rápidamente en caso de incidente.

Avisos localizados: recibirás un aviso en tu móvil si hay una emergencia de seguridad en la zona en la que te encuentras.

Acceso universal: adaptada a personas sordas e invidentes. Incorpora un traductor automático para poder comunicarte con las FFCCSE en más de 100 idiomas.



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Comentarios

  1. Que superés toda dificultad , con esa actitud positiva que demuestras.

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  2. ojala te hayan mejorado esos pies, animo peregrino!!!

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