Un cajón para recopilar experiencias, desahogos y reflexiones, pero sobre todo, un lugar para compartir. Realizando el Camino de Santiago descubrí que soy MÁS YO Y MÁS FELIZ, y que compartirlo en los foros de los diferentes caminos ha ayudado y animado a mucha gente a aventurarse a hacerlo o simplemente desplazarse y vivirlo con el pensamiento. Sirva entonces este lugar como punto de encuentro de todas esas publicaciones que se perdieron en Facebook...
12a ETAPA CAMINO DE SANTIAGO DE INVIERNO: SILLEDA - PONTE ULLA (19,89 Kms).
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1 de Noviembre de 2023 (Festividad de Todos los Santos).
He despertado cómodo. La habitación a esta hora ya había alcanzado el punto de calefacción suficiente a pesar del pequeño aparato calefactor, y apetecía no salir del saco en un día festivo que se presentaba como un domingo de invierno lluvioso y frío. Ha llovido toda la noche, y las veces que me he despertado para girarme en la cama se hacía evidente el viento golpeando y agitándolo todo ahí fuera, y lluvia, mucha lluvia. Yo miro hacia la ventana así, refugiado en el saco que me atrapa, pensando si servirá de algo lamentarme de que igual me acompaña la lluvia también en esta etapa, intentando dar lástima.
Después de asearme en ese antiguo, grande y silencioso baño de mi planta, llega el momento para las curas y ajustar calcetines y calzado. Aún es muy pronto para notar los resultados positivos de la medicación, pero estrenando la tobillera y pensando que al menos ya tengo el remedio, voy a caminar con otro garbo aunque me siga doliendo el tobillo.
No pierdo demasiado tiempo en organizar la mochila porque ya la dejé prácticamente lista ayer tras pasar por el autoservicio de la lavandería, así que pronto abandono la habitación, pensando que ahora sería buen momento para darle el relevo a otro peregrino con lo calentita que la dejo.
Nadie en el largo pasillo, nadie en las escaleras mientras bajo, nadie en la cocina que cruzo para abandonar el albergue. ¿Quién iba a necesitar levantarse pronto un día como hoy?: un peregrino; pero en este albergue creo que de los huéspedes que lo habitan el único que está de paso soy yo. En la recepción dejo preparada la mochila grande para que vengan a recogerla, y envío foto al transportista por WhatsApp tal y como habíamos acordado. A mí espalda la mochila pequeña con lo necesario para la jornada de hoy., sin olvidar obviamente el poncho y los pantalones de lluvia. Cada vez que necesito hacer uso del transporte de mochila por alguna necesidad siento cierta pena porque le resto a mi compañera de camino, ella que es testigo de todo lo que vivo, compartir conmigo otra etapa que seguro será también preciosa.
Justo acaba de llegar la hospitalera, que se preocupa de si he descansado bien. Después de hacerle partícipe de dónde había ubicado la mochila para la recogida y preguntarle dónde podría desayunar hoy festivo, me despido de ella agradeciéndole la amabilidad recibida. Y de nuevo salgo a la calle con la intención de parar en el primer bar abierto que me cruce para desayunar de entre las posibilidades que me había dado mi anfitriona.
Y esto fue en el Café Bar Parque, donde me tomé mis acostumbradas tostadas de mantequilla y mermelada y una magdalena acompañado de un café con leche que hoy se antojaba bien caliente. En el local, clientes mañaneros de esos que aunque sea festivo la cama se les hace un mundo y suelen levantarse bien temprano, saliendo de casa con la faena y la cama hecha y ocupando plaza durante un buen rato en el bar de toda la vida mientras se mira la tele con la mente puesta en otra cosa, se lee el periódico, o se curiosea observando a todo el que cruza la puerta.
Abandonado el bar cruzo la plaza y enfilo calle abajo para buscar la salida de Silleda. Sin darme cuenta me he pasado el desvío a la izquierda que nos guía por un sendero de tierra paralelo a la carretera, encorsetado entre vallados y la parte trasera de la línea de fincas que se suceden. Por momentos se hace complicado caminar porque este primer tramo, que cada vez se estrecha más, está todo encharcado y embarrado por las lluvias de la noche anterior, hasta el punto de que me falló la intuición a la hora de sortear un charco y el pie derecho lo he hundido en el barro hasta el tobillo...; atentos a las señales en este primer tramo.
Después de haber caminado un buen rato y salvar charcos y lodazales, me doy cuenta una vez más de que he vuelto a perder la gorra...: esta etapa me está empezando a parecer una gymkana. Rápidamente he retrocedido. A dos etapas de acabar este camino no iba a ser aquí que iba a flaquear y dejar abandonada esta gorra rencorosa. Y no tuve que caminar mucho, porque de pronto apareció un peregrino que la llevaba en una mano. Mi alegría fue doble, por haber recuperado mi querida gorra y por encontrarme con otro peregrino por estos lares. Se trataba de Vicente, que se incorporó al Camino de Invierno después de iniciar su peregrinación en León. Sabía que la gorra era mía porque me la había visto colgada en la cafetería donde había desayunado, aunque yo no me había percatado de su presencia. Tras agradecerle que cargase con ella hasta volver a toparse conmigo nos despedimos para dejarle que caminara a su ritmo, sabiendo que nos encontraríamos de nuevo en Ponte Ulla ya que dormiremos en el mismo alojamiento.
Me he detenido en una intersección donde un desvío se dirige hacia la aldea de San Fiz, para hacer una foto a una Cruz sobre una piedra que cobra protagonismo en esta esquina de fondo verde y despejado donde solo se aprecian algunas viviendas en parcelas diseminadas. A su lado como compañero fiel viendo pasar los años y los peregrinos, un mojón del Camino de Santiago. Un matrimonio entregado a la rutina de andar un rato por los alrededores para hacer ejercicio se paró a contarme los avatares que había sufrido dicha cruz, que fue cambiada de ubicación en varias ocasiones.
Atención tras dejar atrás está intersección, pues en un momento dado tenemos que desviarnos por un camino a la derecha que atraviesa una zona boscosa y si no nos fijamos en la señal y caminamos pensando en nuestras cosas alejados con la mente del paisaje que nos rodea, puede que continuemos caminando todo recto.
Hoy camino con la extraña sensación por todos conocida. Al nublado espeso y la preocupación por la llegada del temporal se une ese sentimiento que no puede camuflarse en ningún otro: el Camino se está acabando. Mi mente es consciente de que mañana llego a Santiago de Compostela, y aunque como un Nolotil esporádico me alivie el alma pensar que tras un día de descanso continuaré a Muxia y Fisterra, el Camino grande se acaba, y la continuación al Epílogo es solo un bálsamo que aunque deseado, en pocos días tendrá también fecha de caducidad, y ese final se lleva por delante esta pausa, bendita pausa en mi existencia, que me parece toda una vida...
Pesa también en el ambiente este día como una pátina de recuerdos que lo impregna todo la festividad de Todos los Santos, para la que todos los cementerios a nuestro paso a lo largo del camino se han ido engalanando de flores, de lustre de un día al año, de honra a los seres queridos que marcharon y que hoy nos hacen sentir culpables por el abandono el resto de meses pasados.
Yo me acuerdo de mi padre, cuyo nicho ya dejé pintado de blanco y con flores nuevas antes de iniciar este viaje, como cada vez que, desde que volví a Sevilla, sé que el día 1 de noviembre no voy a estar presente. Lo hago acompañado de mi cuñada María, y además de arreglar la de mi padre hacemos lo propio con el nicho de su madre. A mí me gusta además asear y dejar algunas flores en el nicho que hay justo encima de su madre donde descansa un chaval que murió muy joven, aficionado a la guitarra y al deporte, como atestiguan algunos desvencijados trofeos depositados sobre el estrecho marco de mármol blanco, y que por algún motivo no recibe demasiadas visitas o quien se acerca no es capaz de subirse ahí arriba...
Si en el Sur los protagonistas de los cementerios son mayoritariamente los claveles, en Galicia veo enormes y preciosos macetones de bola de crisantemos. Para los nichos que arreglamos en casa, me gusta utilizar reproducciones de flores y plantas silvestres , lo más naturales posibles, pues a mi padre le encantaba el campo, en el campo pasó sus últimos años, y del campo podía conseguir lo necesario, por ejemplo, para crear el más bonito centro de frutas a base de higos brevas.
Continuo caminando por un pequeño tramo de bosque con embarrado sendero, para llegar de nuevo a otra área despejada donde lo rural ha sido profanado por infraestructura desubicada para nuestra vista, acostumbrada ya a estas alturas a la naturaleza a mansalva, y una torre de luz o unas naves industriales fijan tu atención como una mancha de tomate en un pantalón blanco.
He llegado a un punto donde un panel nos informa de la cercanía del que se considera uno de los molinos más grandes de Galicia, al que hay que desviarse del camino unos 100 metros para visitarlo: el Molino de Covián (año 1810) y el área recreativa adyacente. Disponía de cuatro muelas que trabajaban a destajo, y una de sus curiosidades es que era un molino de "maquila", que hace referencia a la cantidad que el molinero cobraba en especie por moler el grano, "un cuartillo de harina por ferrado (medida gallega) de grano molido".
El río que le proporciona agua y que tenemos al lado es el Río Toxa, y ofrece también en sus cercanías la posibilidad de visitar una de las cascadas más altas de Galicia en caída libre. Lo desapacible del día y el temor a que la borrasca llegara de un momento a otro me desanimaron para desviarme hasta el Molino, así que lo incluí en la "Bolsa de Pendientes", y únicamente me acerqué al Río Toxa como todo curso de agua que se pone en mi camino para escucharlo y disfrutarlo.
Me encanta cuando me encuentro con pequeños "tesoritos" que a veces nos pasan desapercibidos simplemente por no pararnos a leer un poco. Así ha sucedido con un pequeño Puente de Piedra semioculto por la vegetación que lo cubre, que deberemos cruzar para dejar atrás el Río Toxa. Tal y como el panel anexo indica, sus reducidas dimensiones han facilitado durante siglos el trasiego de peregrinos y lugareños, datándose sus orígenes entre los siglos XVI y XVIII. En el catastro del Marqués de la Ensenada (1750 - 1754) quedó documentada la existencia en sus proximidades de un hospital de peregrinos bajo la advocación de Nuestra Señora de la Consolación.
Hasta llegar a Bandeira el camino ha discurrido plácidamente. El ambiente está fresco y el cielo cerrado, pero de momento no ha llovido. A pesar de que quiero aligerar el paso no puedo evitar pararme ante todo lo que llama mi atención: unas agallas o gallaritas de roble (que aunque a simple vista parezcan semillas o frutos del árbol, son órganos que desarrolla anormalmente la planta como reacción al ataque de un organismo o insecto que las parasitan), bonitas incrustaciones de piedra bajo un puente con motivos jacobeos (destrozadas visualmente por el estúpido empeño de cargar con un rotulador para ir ensuciando las infraestructuras del camino con inscripciones absurdas que ensucian paredes, dejando impronta negativa haciendo garabatos, corazoncitos y escribiendo fracesitas rebuscadas que alguien piensa que van a hacer pensar), o el simple contraste del paisaje con la luz apocada o la soledad del momento.
En Bandeira me he detenido en la Cafetería TaperíaAtly donde, siendo aún temprano, me pedí un cortado de café bien caliente que vino acompañado de un mini surtido de dulces que me aportaron energía para lo que quedaba de camino, ¡y por tan solo 1,19 €!. Normal que el local estuviera tan animado de gente...
Cuando he vuelto a salir a la calle, me he encontrado cuesta abajo en una esquina con la silueta de madera de un peregrino, de esas que dejan el hueco de la cara descubierto para que te hagas la foto de rigor caricaturizado con la vestimenta de un peregrino del medievo. Y sí..., lo he hecho..., he esperado que no pasase ningún coche para ponerme tras la silueta y hacerme yo mismo un selfie sin hacer demasiado el ridículo ...
No tenemos que caminar mucho para abandonar Bandeira, y pronto pasamos de nuevo al paisaje rural. Hacía frío cuando he salido del bar y lo noto más ahora que me he enfriado, pero he preferido no ponerme el chaquetón, que al caminar me hace sudar más de la cuenta y acaba empapado.
Me voy cruzando con pequeñas propiedades con vacas salpicadas en diferentes puntos y grandes y despejadas fincas. Llama mi atención la tipología y "accesorios" de alguna de estas propiedades en mitad del campo, y estoy seguro de que más de un "urbanita" ha decidido cambiar de vida trasladándose a vivir al campo sin abandonar las comodidades de la ciudad.
Ha comenzado por fin a llover, de momento de forma controlada, pero aún así y tras ponerme el chubasquero, decidí aligerar el paso por si lo peor de las predicciones estaba por llegar, y no me apetecía empaparme un día más, sino uno menos ...
Bajando una cuesta he adelantado a otro peregrino. La segunda presencia que me encuentro en un mismo día tras haber conocido a Vicente, acostumbrado como estaba ya a no encontrarme con nadie. Le he deseado buen Camino, pero no he podido detenerme a charlar con él tal y como me hubiese gustado porque iba hablando por teléfono, seguramente con su familia, a la que ponía al día del problema que arrastraba con las ampollas.
He llegado ante la Iglesia de San Martiño de Dornelas, y vuelvo a sentir la tristeza de no poder acceder al interior de una Iglesia que promete ser interesante, ni siquiera en un día como el de hoy, festividad de Todos los Santos, y con un cementerio al lado...; Un panel anexo nos explica que este lugar o coto fue donado por la Reina Doña Urraca a la iglesia compostelana en el año 1115. La Iglesia se considera ejemplar del románico compostelano rural y forma parte de la Ruta del Románico de Trasdeza. La parte que más llama la atención y que me encanta arquitectónicamente es el ábside semicircular en su parte trasera, y no te pierdas una pequeña fuente justo al lado con una antiquísima pila y "restregadero" de piedra para lavar la ropa.
He vuelto a encontrarme con el peregrino Vicente, y hemos caminado un tramo a la misma altura hasta que me he detenido a hablar con un lugareño que paseaba con dos perros y me ha saludado. Aquí nos hemos llevado un susto cuando los dos perros se han lanzado contra Vicente, no entiendo por qué, teniendo este que pegar un grito fuerte y utilizar los bastones para apartarlos. Menos mal que solo fue cosa de segundos y el dueño controló a los animales, aunque resultó un tanto desagradable la escena.
Vicente y yo hemos caminado juntos un tramo, hasta que llegamos a una zona de bosque donde un árbol hueco reconvertido en altar, protegido incluso con una mampara de metacrilato, me invitó a quedarme solo y orar un rato. Me di cuenta de que no llevaba conmigo la carterita de estampas que me ha acompañado en este camino, porque se quedó en la mochila grande que a estas horas ya debía estar en mi próximo alojamiento, así que no pude dejar la aportación que me apetecía...; es sin duda parada obligatoria en esta etapa, y por si mismo el lugar te impregnará de una solemnidad y energía que no esperas, recogiendo el testimonio de la fe de muchísimos peregrinos que han pasado por aquí antes, en un Camino tan solitario como este en el que casi no te has cruzado con nadie. Sin embargo estoy seguro que este es lugar de paso y de visita también de lugareños del entorno que cuidan de este punto de oración que se merece todos los respetos.
El camino desde aquí se va haciendo más y más grande en belleza según comenzamos a bajar hacia Ponte Ulla, donde el mullido verde se erige en protagonista, y la soledad en mayúsculas, sin ser un color, lo matiza todo. A lo lejos comenzamos a divisar enormes viaductos, y nuestro destino final se siente más cerca. Me he dado cuenta de que no me he percatado de la ubicación de la afamada Finca Anduriñas que se encuentra en esta parte de la etapa. Es un lugar que dicen acoge al peregrino con los brazos abiertos, con avituallamiento de donativo y todo lo necesario para el descanso y reponer fuerzas. No debía ser en este momento nuestro encuentro, así lo interpreto yo, por lo que pasa a mi "Bolsa de Pendientes" para un próximo camino.
Al final de la apoteósica bajada, a mano derecha hay un desvío que puede pasar inadvertido y que nos abre paso a una gran pradera rodeada de una carballeira que se erige como una fortaleza alrededor de lo que se conoce como el Área Recreativa de Campo de Gundián. Al fondo se encuentra el Santuario de la Virgen de Gundián, enmarcado por el Viaducto del Ulla o Puente de San Xoán da Cova, sobre el que discurre la vía férrea del tren de alta velocidad y que con una altura de más de 100 metros está considerado el puente más alto de España de entre los destinados al paso de trenes de alta velocidad.
Tómate tu tiempo en este lugar, no tengas prisa, Ponte Ulla ya está muy cerca...; disfruta de la tranquilidad, el silencio y las buenas vibraciones que este solitario lugar transmite. En el Santuario, dos grandes ventanas permiten ver su cuidado interior y la imagen de la Virgen de Gundián. Esta imagen se traslada en mayo a la Parroquia de Ponte Ulla, donde permanece hasta el 7 de septiembre que es de nuevo trasladada a su Santuario para, al día siguiente 8 de septiembre, celebrar una romería en su honor.
Definitivamente, en una próxima visita tengo que dedicar más tiempo a recorrer toda esta zona de la que no tenía conocimiento en esta ocasión.
Desde aquí ya no he tardado nada en llegar al final de etapa. Nos recibe el sonido evidente del Río Ulla que discurre paralelo al pueblo, y sobre el que se erige el puente que da nombre a la población y que estamos obligados a cruzar. Caminando sobre este puente abandonamos la provincia de Pontevedra para entrar finalmente en la provincia de A Coruña.
El pueblo se muestra vacío, y la oficina de turismo está cerrada. Con el GPS en mano no veía la hora de llegar a mi alojamiento, que se ha hecho de rogar al obligar a cruzar toda la aldea para salir en ascenso a la carretera N-525 dando una endemoniada vuelta.
El alojamiento que me acoge esta noche es el Albergue - Pensión O Cruceiro da Ulla. Un completo complejo que cuenta con albergue y habitaciones individuales. Precisamente me han alojado, supongo que porque éramos pocos huéspedes, en una estupenda habitación individual con cama de 105, calefacción y baño propio. Cuenta con su propia cafetería, donde imagino suelen parar camiones y vehículos que se desvían de la nacional para repostar en la gasolinera contigua. Fuera del establecimiento cuenta con máquinas automáticas para lavar y secar la ropa.
Después de la ducha caliente de rigor y ponerme ropa limpia, he bajado a almorzar. Allí se encontraba también el peregrino Vicente en el comedor, que ya había finalizado. Para comer, paella y carne cocida, y de postre tarta de turrón y café. La tarde ha comenzado a ponerse fea, y esto sumado al tiempo de sobra disponible me ha animado a meterme en mi cama para sumirme en un reconfortante siesta que prácticamente no finalizó hasta que bajé de nuevo para la cena. En esta ocasión compartí mesa con Vicente, apareciendo también el peregrino que dejé atrás hablando por teléfono saliendo de Bandeira, un chico colombiano que realizaba el camino portando peticiones de muchísima gente en una especie de peregrinación "Vicarie Pro" multitudinaria que creí entender patrocinaban su viaje.
Finalizamos la cena con una amena charla, chupitos mediante, para retirarnos a dormir sabiéndonos protegidos de la enorme tormenta que se avecinaba esta noche y que con toda seguridad nos va a acompañar en la próxima y más importante jornada. Pero a estas alturas, ¿a quién le importa?...
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17 de Octubre de 2024 . _____________________________________________________ Una consideración MUY IMPORTANTE a tener en cuenta antes de iniciar este camino: es IMPRESCINDIBLE contar con el apoyo de una aplicación GPS o track actualizado para orientarnos ante la incompleta señalización en alguna zona, señalización confusa o desaparición total de ella, pues caminaremos por parajes bastante solitarios y como veremos en posteriores crónicas, prácticamente transformados por los incendios. En mi caso he utilizado la aplicación Gronze Maps , que no me ha dado ningún tipo de problema en la ruta portuguesa, apoyado por un track de la aplicación Wikiloc , disponibles ambos también en enlaces facilitados en el apartado INFORMACIÓN PRÁCTICA . _____________________________________________________ He dormido bastante bien para la cantidad de ruido que había ayer noche en la calle. Me ha despertado antes de hora la voz de algún crío alojado con sus padres que hablaba desde el pasillo, y si ...
"El recorrido es lo que importa. El andar con sus traspiés y sus buenos pasos. La meta en realidad es peregrinar el camino paso a paso". Jorge González Moore. 4 de noviembre de 2023. Me he despertado con una sensación que se mueve entre lo nervioso, lo curioso, la complacencia ...; Después de finalizar un camino largo como el Camino de Invierno hace apenas 48 horas, ponerme de nuevo en marcha para un nuevo peregrinaje me resulta extraño, me motiva y calma el grito de desesperación del alma que como un niño chico berrea en el pecho porque se le ha terminado la hora de juego. El gran aliciente de este camino será volver a visitar Muxia después de aquella visita con mi hermana María Jesús y mi madre a Galicia en 2016, y sacar de la "bolsa de pendientes" un epílogo que quedó incompleto en 2020 por tener que dedicar el desvío hacia Muxia a poner en orden mis pies después del Camino de Santiago Inglés ... Enlace a la 1a ETAPA EPÍLOGO A FINISTERRE: SANTIAGO DE COMPOSTELA...
16 de Octubre de 2024. Me he levantado a las 7:30, aunque despertar me he despertado mucho antes y varias veces, peor que la noche antes de coger un avión. Por un lado la gente que llegó tarde a dormir aprovechando al máximo la noche de Oporto (totalmente entendible teniendo en cuenta que este es un albergue joven y no particularmente para peregrinos...), el ruido de la lluvia incesante y algo de frío que se colaba por la ventana abierta y que tuve que levantarme yo a cerrar, algo enorme y pesado que se ha caído desde la litera de arriba estrellándose como un peso muerto contra el suelo de tarima, otros compañeros de habitación que se levantaban a la vez que se acostaban los que llegaban tarde, continuando con el ruido de pasos y chanclas que se arrastran de un lado a otro, los cajones metálicos que se abren y se cierran...; por lo tanto la noche ha sido una sucesión de micro despertares, y en todos y cada uno de ellos pensaba que ya iba a sonar el despertador. Tengo los ojos que ...
Muy bien detallado espero realizar el próximo abril gracias por tu información
ResponderEliminarGracias a ti!. En próximos días publicaré la última entrada de este camino.
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