9a ETAPA CAMINO DE SANTIAGO FRANCÉS (DESDE ASTORGA): SARRIA - PORTOMARÍN (22,04 kms).


31 de octubre de 2022.

La lluvia ha vuelto al camino. Lo de ayer fue solo una tregua para insuflarnos ánimos de cara a las últimas etapas, y el ver desde la cama a mis compañeros de habitación ponerse el poncho de lluvia antes de salir ha sido una desalentadora imagen clarificadora de la climatología que me esperaba afuera. Casi nunca miro las predicciones el día anterior, no porque no quiera, sino porque no me acuerdo, y planifico la misma mañana la indumentaria que me he de poner y si he de hacer uso de cobertura de lluvia para mí y la mochila. Cuando salgo al patio se impone el sonido del chisporroteo del agua sobre las plantas y el agua de la fuente. Aún está amaneciendo y hace algo de frío, y esto provoca mi primer escalofrío desde la cintura a la nuca para terminar acumulándose en los mofletes. Es momento de abandonar el albergue por la puerta trasera y dirigirme de nuevo al cercano Mesón O Tapas a por un café caliente y una gran lasca de pan gallego tostado con mantequilla y mermelada. El Mesón ya presenta ambiente peregrino con todos los que hemos efectuado aquí la primera parada ocupando las mesas, y los que se atisban por la ventana subiendo cuesta arriba en sus primeros pasos: primeros del día para los que venimos de etapas anteriores, y primeros del camino para los que han comenzado aquí, que son bastantes teniendo en cuenta que coinciden estos días con el puente de la festividad de Todos los Santos.

Se nota el flujo constante de peregrinos cuando he comenzado a caminar y me he parado a hacerme una foto junto a las enormes letras blancas que componen el nombre de SARRIA a pie de camino, donde casi hay que guardar el orden de cola natural para ocupar el espacio momentáneamente para tu foto, mientras continúan subiendo la cuesta grupos o parejas de peregrinos en un incesante trasiego de ponchos de colores. Yo voy parándome cada dos por tres para hacer fotos a pesar de la lluvia, y de este modo voy dejando que me adelante la gente. El paisaje se muestra diferente al que recuerdo de 2019. A partir del Monasterio de la Magdalena, la cuesta abajo era entonces toda hielo, y el entorno del Ponte da Áspera que debemos cruzar después era un lienzo de escarcha blanca que cubría la vegetación, lo que le daba un atractivo inolvidable.

Más adelante me encuentro de nuevo con el tramo paralelo a la vía férrea, que en estos momentos está en obras y algún rail ocupa el camino. Allí un mojón que señala el camino complementario cruzando la vía me despista, y me imagino que está mal ubicado momentáneamente porque ni hay cruce de la vía en ese punto ni sendero al otro lado. Llego así a la primera cuesta del día, llevadera pero larga. Casi al inicio me detengo cuando oigo acercarse el tren y me giro para verlo pasar. Sigue mi gesto otro peregrino que venía detrás de mi, y allí estábamos los dos, como críos, esperando el tren acompañado de su estruendo particular. Imagino que a este peregrino, como a mí, le encandilan los trenes, las vías férreas y toda la infraestructura relacionada para atravesar cualquier orografía que se les ponga por delante, como los viaductos y túneles.




Continúo el ascenso, amenizado ahora por los ladridos de un perro que se dirige a todo lo que pasa por delante de sus dueños, una pareja de Huelva en la que ella se inicia en el peregrinaje, y que han venido acompañados de sus dos mascotas.

Sigue lloviznando, esa lluvia de quiero y no puedo que te hace confiar y pensar que el poncho sobra, pero que definitivamente te cala la ropa si lo haces. Yo opté por quitármelo, definitivamente tengo calor tras el esfuerzo de la cuesta y necesito al menos transpirar, o es la excusa que me invento para liberarme un rato. Lo que sí es incontestable es que la lluvia de estos días le está sentando estupendamente al campo, que respira por fin y exhala aromas a hierba, barro y ozono. Los árboles que jalonan el sendero vuelven a lucir ese musgo verde intenso, esponjoso y atrayente que lo cubre todo, que te apetece apretar pero que sin embargo acaricias suavemente para sentir su tacto aterciopelado.

Los peregrinos se siguen sucediendo por delante y detrás de mi. En esta etapa se nota ya muy seguido cuando, a pesar de que se encuentren lejos de ti, escuches sus voces y carcajadas, que suben de volumen según se acercan. Normal, nadie dijo que ser peregrino supone hacer promesa de silencio; el "quisquilloso" soy yo, un vicioso del silencio y de modular la voz adaptándome al entorno y las circunstancias.

Y así he llegado a Barbadelo, una pequeña parroquia en la que he vivido la primera experiencia desagradable de este camino, decepcionante y patética, esto último para culparme a mi mismo de haber entrado en semejante juego embaucador que pone de manifiesto la mercantilización dura que algunos negocios hacen del Camino Francés.  Me llamó la atención el nombre de este lugar del que no tenía recuerdos en mi primer camino, quizá porque todo estaba cerrado, sin casi peregrinos y solo era entonces un lugar de paso. Me recordó por su nombre a esa película de 1968 llamada "Barbarella", y eso hizo que me fijase en unos enormes carteles que invitaban, en español e inglés a estampar el sello en tu credencial, uno a las afueras del Albergue Casa Barbadelo y otro en la fachada de un establecimiento llamado Área de Descanso km. 108. Ambos carteles eran iguales, con enormes letras donde destacaba SELLO/STAMP, y me apeteció llevarme un sello estampado con el nombre tan particular de esta población; Me dirigí a la entrada del local abierto, que parecía ser un lugar de venta de típicos souvenirs del camino de los que tantos encontramos en Santiago. En la puerta unos peregrinos se despojaban de su mochila para entrar, y un señor, que era el que estaba a cargo del establecimiento, invitaba a pasar adentro. Antes de entrar, y sabiendo ya que era una tienda, le pregunté si podía sellar, y en lugar de responderme afirmativa o negativamente me preguntó de dónde era y desde dónde venía. Tras responderle, pensando yo que sería pura curiosidad o empatía, me dijo que pasase adentro, dirigiéndose directamente al mostrador. Una vez allí, y mientras me quitaba la mochila y buscaba la credencial para sellar, empezó a mostrarme pulseras varias de tela. Le mostré mis muñecas, llenas de pulseras del mismo tipo y le dije que gracias, pero que ya tenía suficientes. Entonces empezó a poner sobre la mesa diferentes Pins para que le comprase alguno. Ahí me di cuenta de por dónde iba el asunto y le volví a decir que no quería comprar ningún pin, y viendo su cara contrariada directamente le espeté: "No me vas a sellar la credencial, ¿verdad?", a lo que me respondió "pregunta más adelante". En ese momento tuve que contener mis demonios, y no pude más que decirle que actitudes como la suya y su modo poco ético de captar clientes son las que se están cargando el Camino Francés, despidiéndome deseándole toda la suerte del mundo (¡¡no te lo crees ni tú!!). Yo puedo entender que cada uno lleva su negocio como quiere y se las ingenia para captar clientela, y hasta que se utilice el reclamo del sello para atraer a los peregrinos al interior del negocio, de modo que tras estampar el sello, el peregrino de modo natural aproveche para echar un vistazo a los artículos de la tienda y a lo mejor hasta compre algo. Pero obligar a comprar una vez dentro como requisito ineludible para estampar un sello de paso del Camino de Santiago y utilizar este como gancho para introducirte en la tienda para ponerte en esa tesitura es vender este sello y pervertirlo, y supone además una forma muy antigua, mezquina y deleznable de hacer negocio. Por no mencionar la imagen que deben llevarse del camino los que han comenzado en Sarria su primera etapa, y de los españoles los peregrinos extranjeros que hayan tenido que pasar por adquirir algo ante la picaresca para estamparse el sello, o marcharse sin nada y avergonzados ante su negativa a comprar.  Sirva esta información para que todos aquellos peregrinos que no tengan la menor intención de comprar algo que no necesita, se abstengan de caer en la trampa del sello y accedan a este negocio, porque no lo van a obtener y porque semejante sello del Área de descanso Km 108 no merece un espacio en ninguna credencial del Camino de Santiago. Desconozco si la tienda pertenece al Albergue Casa Barbadelo, que tenía el mismo cartel en su entrada a pié de camino, pero si es así flaco favor le hacen estas formas para animar a disfrutar de su oferta.

La pelea interna con mis demonios ante la sinvergonzonería hizo que pasase de largo sin parar en la Iglesia de Santiago que allí se encuentra, de la que ni siquiera me percaté, pero menos mal que el camino se encarga de balancearlo todo a lo largo del día. De alegrarme un instante se encargó un curioso burro que asomaba su cabeza por encima del muro de la finca donde se encontraba, lindando con el camino. Allí me detuve un ratito para compartir con él unos orejones de esos que se multiplican en mi mochila, viendo ambos pasar a otros peregrinos con los que compartía Buen Camino.


Lo que me gusta del camino en esta fecha es que aún me encuentro abiertos algunos lugares que en 2019 estaban cerrados. Así fue con un bar de camino a Marzán llamado Taberna Mercado da Serra en el que hay que desviarse unos metros a la derecha, que en su momento no alivió las ganas de un desayuno completo de unos "poco" previsores peregrinos, pero esta vez me tomé la revancha con un café con leche y una napolitana de chocolate. Me gusta mucho el Paso de Marzán, ese trocito de paso pétreo de invierno paralelo al cauce del agua para permitir el paso de los peregrinos. A pesar de parecer insignificante creo que muy pocos peregrinos lo atraviesan sin hacerse una foto en este cachito del patrimonio viario.



Mientras tomaba unas fotografías del entorno e intentaba localizar por curiosidad qué fue lo que me asustó golpeando el suelo al otro lado de un muro de piedra, se cruzó conmigo una peregrina con la que me intercambié un Buen Camino, pero de pronto ella soltó un "eeeeh!!" que me hizo fijarme más en su cara, casi oculta por el gorro de lluvia de su abrigo: ¡Era Celine!. Me alegré mucho de encontrarme con ella, hablamos de David que ya se había marchado a Barcelona y quedamos en encontrarnos esta tarde en la Iglesia de San Nicolás en Portomarín para asistir a la misa del peregrino. Después continuó su camino rauda y veloz, pues camina bastante más rápida que yo.

El resto del camino ha sido un sucesivo paso por pequeñas y tranquilas aldeas y estampas de un precioso paisaje rural en el que de vez en cuando te encuentras con algún trabajador del campo con su mono azul y botas negras, ajeno por lo acostumbrado al tránsito de peregrinos, y  que cuando se gira para atender tu "buenos días" descubres que cuenta con muchos años a sus espaldas, y ahí continúan cada día, con abnegación y tan felices. Son personas ancladas en estos lares durante toda su vida, a lo mejor no han viajado nunca màs allá de su provincia, pero nada hace suponer que lo hayan echado de menos.

En Morgade aproveché que estaba abierto el Restaurante Casa Morgade para entrar a por una copa de vino y un pincho de tortilla. Creo que realmente he entrado buscando un poco de calor más que el avituallamiento, pues me sentía destemplado con la lluvia fina y el frío constante, a lo que se suma el sudor que se enfría. Busqué refugio en el salón interior, mientras el resto de peregrinos se quedaban en la terraza, y busqué de reojo una chimenea. Estuve agusto, y de una copa de vino pasé a dos que a mi cuerpo le sentaron estupendamente.

En Ferreiros he pasado delante del Albergue Restaurante Casa Cruceiro y me he visto famélico sentado en su terraza al sol engullendo un buen caldo gallego y pollo asado con patatas, con una botella de vino para mi solito. Eso fue en diciembre de 2019, con prácticamente nada abierto en esta etapa, y este local se me quedó grabado como un oasis en el desierto. Me doy cuenta de que los momentos de la comida son de los más gratificantes en el Camino de Santiago en cualquiera de sus variantes, y que disfrutar de la diferente gastronomía y vinos enriquece también el alma y genera buenos recuerdos.

Llegará un momento en esta etapa en la que no dejarás de mirar la distancia que marcan todos y cada uno de los mojones que te encuentras, pues sabemos que hoy nos encontraremos con el icónico mojón que marca los 100 kms. que restan hasta Santiago de Compostela. Este se encuentra en A Pena, y me lo he encontrado muy diferente al de 2019, bastante decorado y pintarrajeado entonces con mensajes varios. O lo han limpiado, o lo lo han cambiado por uno nuevo en algún momento de estos tres pasados años, pues luce que casi pasa inadvertido. El momento de la foto en este lugar te recuerda que la cuenta atrás a comenzado, y que desde aquí los kilómetros se irán restando a una velocidad que ni te imaginas, por lo que debemos aprovechar para disfrutar cada minuto, cada instante, cada estampa del camino, sin prisas....; Aquí me he encontrado, por enésima vez desde que comencé este camino en Astorga, con Antonella, una peregrina italiana que camina muy despacio y que siempre me acaba alcanzando en algún punto en todas las etapas por mis paradas varias. Casi me conoce bien, pues sé que me observa cuando me hace algún comentario sobre que he vuelto a cambiar de calzado, o que tengo cara de cansado. Ha sido ella la que se ha prestado a hacerme la foto en el mojón de los 100 kms. a Santiago.


Cuando ya he podido divisar a lo lejos Portomarín, he acelerado el paso, pero en A Parrocha me he encontrado con un bar restaurante a un lado del camino, Mesón O Descanso, que contaba con una espléndida terraza abierta a una pradera verde. En principio he pasado de largo, pero el lugar era tan bonito que entré a la pradera por la siguiente puerta y me dirigí al mesón a tomarme una copa de vino Mencía sentado al sol que por fin se asomó, un instante que me regalo para disfrutar porque yo lo valgo. Me quedé con ganas de probar sus hamburguesas, lo cual pasa al listado de "pendientes".

En la antesala de Portomarín, debemos decidir por qué camino queremos finalizar nuestra etapa, ya que existen hasta tres variantes como tres puertas sorpresa. En 2019 fuimos por el alternativo, a la derecha, de 1,05 kms. Era el más corto de los tres y en aquel momento nuestros pies no aceptaban de buen grado deleitarse un poco más alargando el final teniendo Portomarín ahí en frente. Recuerdo entonces ver aparecer el Embalse de Belesar entre el tupido arbolado junto al camino, y la ilusión que nos hizo divisar esa enorme lámina de agua que anunciaba la llegada a Portomarín. En esta ocasión decidí ir por el camino principal de 1,1 km, y que cuenta con un tramo de bajada por roca escalonada que se hacía un poco complicado por lo mojado de la lluvia, el barro y la altura de algunos escalones. En momentos como este se agradecen sobremanera los bastones (aviso a navegantes para primerizos que aún dudan sobre "bastones sí" o "bastones no"). En cualquier caso no es más que un tramo peculiar que enriquece la etapa a pesar de su dificultad.

Superado este tramo, ahí está por fin el hermoso Embalse de Belesar, de los paisajes más bonitos que recuerdo de mis seis caminos. Es un lugar con una energía muy especial y seguro que tiene mucho que ver en ello el haberse construido para retener el agua del río Miño sobre la antigua villa de Portomarín, de la que, por suerte o por desgracia, hoy podemos divisar parte de los restos del pueblo inundados debido a la escasez de agua que presenta por la falta de lluvias. Nada que ver con aquel embalse de 2019 que imponía respeto y daba vértigo con solo cruzar su puente, donde circulaban hasta barquitas. Hoy podemos ver un paisaje bien distinto, y al fondo, el verde oscuro profundo del agua lo sustituye el marrón de la tierra, piedras y graba, cubiertos por una capa de agua que deja paso a pequeños islotes que emergen. Pero esta falta de agua en ningún momento le resta belleza a este paisaje, que a mí me encanta, y que de vivir por aquí, sería punto de origen de largos paseos.

Me he parado un instante en el mirador antes de cruzar el puente. He tirado con ganas de la cuerda de la campana que cuelga de la espadaña en forma de corazón llamada "Liberty Bell". Me sentí eufórico con ese campanazo (aunque no opinaría lo mismo la señora que estaba justo al lado mirando el paisaje, a la que le tuvo que temblar la dentadura, y es que no pensé que sonara tan fuerte...). Tras esto, y sin prisa, he caminado hacia el puente, el cual he cruzado también de lado a lado para disfrutarlo y sacar fotos desde ambas perspectivas.







El colofón a esta agradable entrada a Portomarín es subir los 46 escalones (los he contado) sobre el arco del antiguo puente medieval para hacer la entrada triunfal en la localidad con el último esfuerzo. Aquí harás dos fotos, una de abajo hacia arriba, y otra cuando estés arriba para llevarte la postal que dejas atrás. Lo único que enturbia la escena son ese cúmulo de señalética en la rotonda donde reposa la escalinata, que afean y descontextualizan lo que imagino debe ser un Bien de Interés Cultural protegido.



Desde aquí, GPS en mano me he dirigido hacia el albergue elegido en esta segunda visita. Se trata del Albergue Huellas, que ya se ha convertido por méritos propios en uno de mis albergues favoritos. Se encuentra a poca distancia de la escalinata, en una calle paralela al río. La habitación asignada estaba compuesta por cuatro camas bajas ya listas para dormir, con sábanas de tela y manta de pelo incluida. Parece un dormitorio de cualquier hogar, moderno, con lamparitas sobre mesitas de noche, y un balcón con vistas impagables al Embalse de Belesar. En los dos modernos baños unisex disponibles en la planta, amplio plato de ducha con todo lo necesario: gel de baño y champú para el pelo. Hasta artículos de higiene íntima para las chicas que lo necesiten, algo que no había visto antes en ningún albergue. Cuenta con cocina, espacio de reunión y un patio con lavadero donde si lo deseas te lavan la ropa. Otro de sus puntos fuertes es que justo delante del albergue, al otro lado de la calle, cuenta con un área de recreo alfombrado de verde hierba para relajarse con las vistas y disfrutar de un precioso atardecer sentado en la terraza de la cafetería que hay justo al lado, D'gusta Bakery & Café. Puede que te cueste contactar con ellos para reservar pues tienen además una taberna en el pueblo junto a la Iglesia, A Taberna de Martiño, y a veces tardan en coger el teléfono, pero merece la pena el intento (además tienes otros modos de contacto en su página web).

En la habitación, a mi llegada, solo había un peregrino durmiendo la siesta. Después de ducharme pude conversar con él y presentarnos. Se llamaba Fernando, y casualmente es también sevillano, de Almensilla. Este es su primer camino y lo ha iniciado en Sarria. Está preocupado porque le operaron el menisco de una de las rodillas, y está pendiente de operación de la otra, que ha empezado a dolerle bastante. He querido animarlo, y hemos ido juntos a pasar un rato, dos tercios de cerveza Estrella Galicia mediante, en la terraza privilegiada de la cafetería junto al albergue (donde por cierto nos han ofrecido un trozo de tarta de queso buenísimo). Para entonces ya había recibido un WhatsApp de Celine con una captura de pantalla del horario de misas en la Iglesia de San Nicolás, que se suponía sería a las 19:30 para peregrinos. Así que aproveché el tiempo para conversar con Fernando y sentirme satisfecho de haber acertado con mi elección y poder estar en ese momento ahí viendo la puesta de sol.


A las 19:15 me despedí de Fernando, quedando en vernos a las 20:00 en la puerta de la Iglesia para irnos juntos a cenar . Y allí me dirigí para asistir a la misa del peregrino, pero para mi sorpresa la puerta estaba cerrada a cal y canto y un chico sentado en la puerta, porro de marihuana en mano y toda la tranquilidad del mundo, me hizo saber que la misa ya había comenzado a las 19:00 y no dejaban entrar a nadie más, no pudiéndose reunir él tampoco con otro peregrino que estaba dentro. Me sorprendió esta política de cerrar las puertas de la Iglesia e impedir el paso a los feligreses rezagados, sobre todo teniendo en cuenta que la información horaria que se ofrecía en internet era otra, pero "con la Iglesia hemos topado...". Yo aproveché para dar una vuelta por la plaza y echar un ojo a los restaurantes de la zona, y tomar algunas fotos. Del interior de la Iglesia solo pude hacerlo una vez terminada la misa y abiertas las puertas, mientras todos los peregrinos hacían cola para sellar su credencial.



Después he vuelto a reunirme con Fernando  para cenar. Hemos dado un pequeño paseo por la que parece es la calle principal, con bastantes comercios abiertos y mucha gente.  Para cenar nos hemos decantado por el Restaurante Xoanes, junto a la Iglesia. No tiene menú del día, pero sí una elaborada carta de buenísimos platos, y en mi elección incluí por su puesto el caldo gallego.

Fernando no consigue relajarse, lo noto. Está preocupado por los dolores que siente en la rodilla y está en cierto modo atemorizado de que todo se vaya al traste al no poder afrontar subidas y bajadas. Le he prestado la crema de calor que uso para las inflamaciones y contracturas que llevo siempre conmigo, a ver si le puede aliviar. Espero que mañana todo vaya mejor y pueda disfrutar su primera experiencia de camino y continuar hasta Palas de Rei, nuestro próximo objetivo. Ahora toca descansar, y mira por donde en la cama de al lado tengo a Antonella, la peregrina italiana, que dice me ha reconocido por mis deportivas grises junto a la cama...

Buen Camino!

INFORMACIÓN PRÁCTICA Y ENLACES:

Rúa Maior, 10 (Sarria)
+34982531582
info@alberguedonalvaro.com

Rúa Maior, 79 (Sarria)

Praza da Constitución, 4 (Sarria)
+34982535276

Rúa Serra Barbadelo, 5 (Sarria) - Pasado Barbadelo, antes de llegar al Paso de Marzán.
+34619060362

Morgade, 2 ( A Pinza)
+34676535369
casamorgade@casamorgade.com

Ferreiros, 2 - km 100,746 del Camino Francés (Paradela)
+34639020064
casacruceirodeferreiros@gmail.com

Parrocha, 2 As Cortes (Paradela)
+34687556805


Rúa do Peregrino, 15 (Portomarín)
+34684330078

Rúa Fraga Iribarne, s/n (Portomarín)
+34660396816

Rúa do Peregrino, s/n (Portomarín) - Junto al Albergue Huellas.
+34690705253

Rúa Fraga Iribarne, 4 (Portomarín)
+34982545124

Guía del Camino Francés Gronze.com 


App de seguridad ciudadana de la Policía y la Guardia Civil. Canal discreto y eficaz para solicitar ayuda de las fuerzas de seguridad ante cualquier hecho del que seas víctima o testigo. Entre sus principales funcionalidades destacan: 

Chat: contacta a través del chat, envía fotos y vídeos y obtendrás una respuesta inmediata desde el centro de Policía o Guardia Civil más cercano a tu posición.

Botón SOS: protección reforzada para colectivos vulnerables. Envía una alerta urgente al centro policial más cercano junto con tu posición y una grabación de audio de 10 segundos de lo que está pasando.

Guardián: comparte tu posición con los tuyos o con los servicios de rescate. Tu posición será enviada periódicamente para que puedas ser localizado rápidamente en caso de incidente.

Avisos localizados: recibirás un aviso en tu móvil si hay una emergencia de seguridad en la zona en la que te encuentras.

Acceso universal: adaptada a personas sordas e invidentes. Incorpora un traductor automático para poder comunicarte con las FFCCSE en más de 100 idiomas.



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