5a ETAPA CAMINO DE SANTIAGO FRANCÉS (DESDE ASTORGA): RUITELÁN - O CEBREIRO (9,11 Kms).

27 de octubre de 2022.

Ayer acordamos despertarnos para desayunar a las 7:30 de la mañana, pero los mexicanos, ansiosos por caminar, a las 7:00 ya estaban en planta buscando el desayuno. A pesar de despertarme antes de hora, esperé acurrucado en el grueso edredón nórdico gris y amarillo media horita más, sabedor de que a la hora fijada, como es costumbre en esta casa, sonaría la música que nos despertaría, comenzando por el "Ave María" de Schubert. Del repertorio, que no cesa durante el desayuno, me quedo también con la canción "Alegría" del Circo del Sol, que me envuelve de energía positiva.



Cuando yo entraba a desayunar, ya partían los mexicanos. En el comedor sólo quedaban el ciclista de O Grove y la chica que compartió habitación conmigo. A la mesa, tostadas, mantequilla, mermelada, café, leche, yogur griego, cereales, un pastelito y zumo de naranja que tuvieron que reponer para mí, pues mis compañeros arrasaron con las vitaminas. 

Al final me quedé solo desayunando, y aproveché para charlar un rato con Carlos, uno de los hospitaleros. Carlos me dió la mala noticia del día y del futuro: el Albergue Pequeño Potala va a cerrar próximamente sus puertas para siempre. Él y Luis se van a jubilar, y no encuentran proyecto para su viejo pero acogedor albergue que pueda caber en sus nuevas vidas. Han sido muchos años viviendo allí mismo y recibiendo peregrinos en su casa, transmitiendo buen rollo importado de sus viajes y aprendizajes espirituales. A mí me ha dado muchísima pena pues se había convertido en uno de mis albergues favoritos. Con esta mala sensación de la mañana me preparé para salir de nuevo a caminar y subir a O Cebreiro, despidiéndome de Carlos, dándole las gracias por todo y deseándoles toda la suerte del mundo. Me alegro mucho de tener el sello de su casa en dos de mis credenciales.

He vuelto a decidir salir a caminar con las chanclas. Las botas me siguen apretando demasiado mis maltratados dedos meñiques. Ponerles apósitos no me ayudan, porque elevan la presión al restar espacio, así que con chanclas me dispuse a subir la reina de las etapas. Mi único deseo es que al menos no lloviera, para no mojarme los calcetines. El día se presentaba nublado, pero de momento nada hacía presagiar lluvia.

Ruitelán presenta algo más de vida que cuando la conocí en 2019; al nuevo bar abierto a la entrada se une otro pequeño bar a la salida del pueblo que te invita a degustar café y dulces. Una chica se afanaba en preparar los reclamos en la puerta: coquetas sillas, macetas, muestra de tarta de Santiago...; Pronto aparecen tras de mí otros peregrinos, de los que caminan en grupo y parecen todos uniformados. Las Herrerías tampoco es ahora aquel pueblo desolado que conocí en noviembre de 2019. Además me comentó Carlos que habían abierto algún albergue nuevo más en este mismo pueblo. Me sorprendió encontrarme en el espacio de una puerta entreabierta de una casa, frente a la penumbra de la habitación cerrada, y sobre una vieja mesita de noche, una enorme calabaza customizada para Halloween, y que semejante costumbre americana haya llegado hasta estos recónditos paisajes. Antes que esto habría agradecido la ambientación con alguna "meiga". Dicen que Las Herrerías se está poniendo de moda para pernoctar, y a mí los albergues y establecimientos no me encajan en este pequeño pueblo pequeñito y desvencijado.

Pasado Las Herrerías comienza la primera subida pronunciada, precalentamiento para lo que se avecina: a casi 1300 metros de altitud, con desniveles bastante pronunciados, está nuestra meta . 

A mi espalda oigo un grito divertido, que me lleva a pensar que debo aminorar el paso para dejar pasar al peregrino ruidoso. Un poco más adelante me alcanzan un señor acompañado de sus dos hijos pequeños . El menor de los dos me mira con cierta curiosidad y me lanza un "Buen Camino".  He sentido una mezcla de ternura y alegría al ver a estos dos pequeños personajes con sus mochilitas y bordones subiendo a O Cebreiro con paso firme acompañados de su padre. Cuando ya me hubieron adelantado y los perdí en una curva, volví a escuchar el grito divertido, y supe entonces que se trataba del más pequeño de los dos niños peregrinos, lanzando un grito a las montañas para que estas les devolvieran un eco prodigioso .

Los pies aún no se me han calentado y me siguen doliendo. Decidí sentarme sobre un quitamiedos apartado de la carretera para descansar un poco, saludando a otros peregrinos que me seguían. Un ratito después emprendí de nuevo la marcha para ahora ya sí, girar a la izquierda en la bifurcación que nos separa de la carretera, camino para los ciclistas, y nos adentra en la montaña donde comenzaremos a subir lentamente como en una montaña rusa de un parque de atracciones. 

El bosque está precioso y como a mí me gusta, húmedo, repleto de musgo, y en silencio...; Por el suelo no dejan de aparecer castañas hermosísimas. No he tenido más remedio que echarme a un lado para sentarme sobre un murete de piedras y comerme cuatro de ellas. Son fáciles de pelar y están deliciosas, mejor que cualquier snack del supermercado. Solo me habré cruzado con dos o tres peregrinos subiendo este primer tramo, y no he visto ninguna cáscara en el suelo, nadie se las come.... También es verdad que es temprano, y a estas horas solo suben los que como yo han pernoctado abajo, en Las Herrerías o Vega de Valcarce. En todos la expresión de sus caras y sus cuerpos es de extenuación. O Cebreiro no lo pone fácil para alcanzar la cumbre, y aquí hay que pagar peaje. Aún podemos darnos con un canto en los dientes, que no está lloviendo...

Antes de llegar a La Faba he parado junto a una fuente que ya conocía a cambiarme el calzado: paso de las chanclas a las zapatillas de deporte, que me sostienen mejor los pies para ascender y no me aprietan tampoco los dedos. Estas zapatillas me están dando un juego increíble, por solo 10 € que costaron en Decathlon. De aquí, recordando un simpático gatito que jugueteaba con todos los peregrinos que se acercaban a la fuente en 2019, continué hasta La Faba. 

Habiendo un bar abierto, con alegre música en el exterior para hacerte saber su posición, era hora de desviarme para tomar un café con leche y descansar un poco para coger fuerzas. Se trataba de la Cafetería Tito's La Faba. A la salida me ha sorprendido ver el Albergue El Refugio completamente destruido en su interior, y señales de que sufrió un aparatoso incendio. Por lo visto el suceso tuvo lugar la noche del 1 de enero de este año, y el incendio lo devoró todo. Me imagino lo difícil que tiene que ser para los servicios de emergencia desplazarse hasta aquí  en un incendio de estas circunstancias, y lo doloroso para sus dueños, que a lo mejor han perdido su sustento de vida.

No se ha puesto a llover aún pero corre un viento frío, el cielo está nublado y empiezan a rodear la zona un batallón de nubes que se mueven muy deprisa. El paisaje es sensacional, como siempre, y me doy prisa en tomar fotos y avanzar. Es increíble que camines en solitario un rato largo, y basta que te pares un momento resollando para que de pronto aparezca como si nada y de la nada un ciudadano coreano que parece que se hace este camino a diario, avanzando ligero, derecho y sonrisa en ristre.

Comienza a hacer bastante frío y a ponerse todo aún más negro. Sin embargo esto no hace sino embellecer aún más el paisaje, y tu ego te hace pensar que estás viviendo un momento único en las alturas, donde la climatología adversa gana muchos puntos cuando lo tengas que contar. Yo sigo parándome a hacer fotos, aunque ya hay momentos en que el viento casi me arranca el móvil de las manos. Pena que las fotos o vídeos jamás puedan hacer justicia a  lo que realmente pueden ver nuestros ojos. Parece que algún conjuro evita que puedas recoger toda esa inmensidad y profundidad, que el que lo quiera ver, sentir y respirar, solo tiene un camino: venir hasta aquí.


Cuando por fin he llegado al enorme y colorido mojón que nos da la bienvenida a Galicia, me he encontrado para mí sorpresa a un numeroso grupo de personas que habían bajado hasta este punto desde O Cebreiro para hacerse una foto, acompañados del conductor del bus. Ahora entiendo más que nunca para qué se hicieron esos enormes pedestales a doble altura a los pies del mojón, convirtiéndolo en un espacio de photocall donde cabe mucha gente, quitándole toda la solemnidad, autenticidad y sentimiento que este lugar tenía entonces para todos los peregrinos que subían. Lo peor de todo es que la obra ni siquiera la han hecho bien, y algunos de los enormes bloques que configuran este nuevo espacio se han soltado en tan poco tiempo, y delante mía una señora se ha tropezado cayéndose de boca contra el suelo pasando un mal rato después por el susto, la verguenza de caerse delante de todo el grupo y la suciedad de la ropa. El grupo se ha portado bien conmigo en condescendencia por ser peregrino y me han permitido colarme para hacerme las fotos yo solo en todo el espacio.

A partir de aquí, como si de la seña de identidad de Galicia se tratase de cara a promocionarse, ha comenzado a llover, y no ha parado hasta que he llegado al mismísimo Albergue de la Xunta de Galicia. Me siento muy feliz de estar aquí, atravesando la aldea con poquita gente y suelo mojado. El Albergue de la Xunta se encuentra ya a la salida de la aldea en dirección al camino, sobre una colina a la que el albergue se ha adherido adaptando sus diferentes alturas. Es bastante grande, con dormitorios en cada planta (a mí me ha tocado en la de abajo) y muchas literas, pero sin agobios. Hasta las estanterías para las botas tienen buenas vistas. El agua caliente ha tardado en llegar a la ducha, y más que caliente es templada, pero a mí me ha bastado.

Tras la ducha y ponerme ropa limpia, salí a dar mi primer paseo por la aldea, con el cielo negro de lluvia y viento frío, pero estaba aquí tal y como yo quería está vez y lo iba a aprovechar. Paseé por el entorno del Santuario de Santa María a Real do Cebreiro, me paré ante el busto dedicado a Elías Valiña al que saludé con una inclinación de cabeza, y repasé todas y cada una de las placas que le han dedicado. Después quise buscar las ubicaciones que recordaba de aquel mes de septiembre de 1992 en el que O Cebreiro era una fiesta, llena de tenderetes donde servían el mismo pulpo que impregnaba de olor los alrededores, un pequeño espacio más abarrotado aún si cabe con estos 400 jóvenes de 37 países que allí llegamos. Recuerdo una atracción de las de entonces, que consistía en un camión al que podías acceder, previo pago, para ver a una vaca con cinco patas, malformaciones que en esos años aún parecían prodigios de la naturaleza. Y recuerdo la procesión de la Virgen de O Cebreiro, que costaba moverse entre tanta gente, y que 30 años después volví a visitar esta tarde durante la misa del peregrino. Aquí va un recuerdo de ese día de 1992:


He aprovechado para visitar por dentro una de las pallozas abiertas al público, justo a la entrada de la aldea desde el camino. El acceso es gratuito y permite ver cómo se distribuyen los espacios y el modo de vida de entonces. Conocerás curiosidades como que el heredero principal era el primogénito, con la intención de que este conservara el patrimonio conseguido por los padres (y dentro de este la casa), o que la construcción se hacía redonda para que el calor llegase mejor a todas partes. Parece mentira pero en un día de viento y lluvia como el de hoy, no se nota nada el frío, ni aparece gotera alguna en estos tejados vegetales.

Después del paseo y de hilvanar recuerdos, me dirigí a almorzar al restaurante del Hotel O Cebreiro, donde ya estuve en 2019. Si bien pensaba regalarle a mi cuerpo la deliciosa sopa de ajo, el caldo gallego se impuso con solo verlo, acompañado de unas costillas al horno con patatas fritas. De postre, queso fresco de O Cebreiro con carne de membrillo, ¡¡riquísimo!!. De beber, vino de la casa y agua. No he probado vino malo, como suele ocurrir, en todo el camino. Curiosamente, en esta época del año, con el frío, a mi cuerpo le tira más el vino que la cerveza, y en ello ando, escandalizando a mi hígado graso.


Después del almuerzo reparador, me dirigí de nuevo al albergue para dormir una siesta que me supo a gloria, hasta las 18:30 que me dispuse a dirigirme a la Ermita para asistir a la misa del peregrino de las 19:00. 

La Ermita se encontraba espectacular, aún no había prácticamente nadie, las luces apagadas, y solo estaban tenuemente iluminados algunos espacios, como el altar principal. En el suelo frente al Santísimo, una flecha y una franja hechos a base de velas rojas encendidas, lo que invitaba aún más al recogimiento. A la derecha del altar, las Reliquias del Santo Milagro (del que dejaré un enlace con una explicación más detallada) y la imagen del siglo XII de la Virgen de O Cebreiro, igual de bella 30 años después; y a la izquierda la tumba de Elías Valiña, el precursor del Camino de Santiago que conocemos hoy en día, y creador de las primeras flechas amarillas mundialmente conocidas que todos seguimos. Supe también que fue un firme defensor de la restauración y conservación de las pallozas que hoy podemos contemplar. Cualquier homenaje en su memoria es poco para compensar lo que este buen hombre hizo y espero que nunca caiga en el olvido, porque pocos peregrinos se acercaban hasta su tumba, posiblemente por desconocimiento.

Después de la misa se produjo un momento muy bonito en un acto importante para el peregrino que desea la bendición. Nos invitaron a todos a ponernos en círculo en torno al altar, y se ofreció a algunos de nosotros recitar la oración en los diferentes idiomas allí presentes. A continuación nos regalaron a cada uno algo que aunque pueda parecer insignificante, todos guardaremos como oro en paño: fueron pasando una bolsa de terciopelo con piedras en su interior, y los peregrinos fuimos introduciendo la mano para extraer una. Las piedras tenían pintada la flecha amarilla que debía guiarnos sanos y salvos hasta Santiago. A partir de ahora, uno más de mis talismanes...

Tras salir de misa di un último paseo bien abrigado para ver anochecer desde el punto donde esta la escultura de la peregrina. Es impresionante sentir la inmensidad del lugar y saber que te quedas allí arriba mientras oscurece, rodeado de montañas, sin miedo, sabedor de que tendrás lugar seguro para pasar la noche. Piensa uno en esos peregrinos que según la leyenda podían perderse antes de llegar a este punto, y que los monjes del antiguo monasterio aquí enclavado intentaban orientar en días de borrasca y niebla haciendo sonar la campana.

Para cenar he vuelto al Hotel O Cebreiro, esta vez pensando en tomar algo ligero, la sopa de ajo tal vez. Y me tomé la sopa..., y unos huevos fritos con patatas y bacon. Ahora ya es momento de encerrarse en el albergue. Me noto cansado y el sueño acecha. Aquí he conocido, de un modo que no voy a reproducir, a David, un chico brasileño que viene acompañado de Celine, una chica francesa. Ambos viven en Cataluña, pero se han conocido y enamorado en el Camino de Santiago.

Mañana me espera otra interesante etapa hasta Triacastela que tengo ganas de volver a hacer, con el aliciente de que esta vez Triacastela no será lugar de paso, sino la parada obligatoria. Ahora me dispongo a dormir mecido por el sonido del viento enfurecido ahí afuera, el cual pretende asustarnos sin saber que hay algunos como yo que, como a un niño pequeño montado en un columpio al que su padre empuja, grita eso de ¡¡más fuerte!!, ¡¡dale más fuerte!!.

Buen Camino!

INFORMACIÓN PRÁCTICA Y ENLACES:

Ctra. Nacional VI, 20 ( Ruitelán)
+34987561322
pequepotala@hotmail.com




App de seguridad ciudadana de la Policía y la Guardia Civil. Canal discreto y eficaz para solicitar ayuda de las fuerzas de seguridad ante cualquier hecho del que seas víctima o testigo. Entre sus principales funcionalidades destacan: 

Chat: contacta a través del chat, envía fotos y vídeos y obtendrás una respuesta inmediata desde el centro de Policía o Guardia Civil más cercano a tu posición.

Botón SOS: protección reforzada para colectivos vulnerables. Envía una alerta urgente al centro policial más cercano junto con tu posición y una grabación de audio de 10 segundos de lo que está pasando.

Guardián: comparte tu posición con los tuyos o con los servicios de rescate. Tu posición será enviada periódicamente para que puedas ser localizado rápidamente en caso de incidente.

Avisos localizados: recibirás un aviso en tu móvil si hay una emergencia de seguridad en la zona en la que te encuentras.

Acceso universal: adaptada a personas sordas e invidentes. Incorpora un traductor automático para poder comunicarte con las FFCCSE en más de 100 idiomas.



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Comentarios

  1. me emociona leer tu relato del dia a dia, las fotos está perfectas, te lo dice un aficionado a la fotografia, buen camino!!!!

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    1. Muchas gracias por tus comentarios. Me alegro de que te gusten las publicaciones y las fotos. Gracias también por tus fotografías, que las subiré en cuanto actualice todas las publicaciones con enlaces y demás. Espero que hayas tenido un Buen Camino tú también. Un abrazo!

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  2. Pues si, tuvimos buen camino, pero este año no lo terminamos, nos quedamos en Villafanca del Bierzo. Esperamos finalizar el año que viene Dios mediante, un abrazo!!!

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