¿ELIMINAR EL REQUISITO DE LOS 100 KMs PARA OBTENER LA COMPOSTELA EN EL CAMINO DE SANTIAGO?
Hoy se ha producido un debate en algunos de los foros del Camino de Santiago en Facebook en los que participo, en torno a una publicación del periódico El Español que recoge el sentir de varias plataformas del Camino de Santiago que cuestionan el requisito de exigir realizar al menos los últimos 100 km de cualquiera de los caminos para poder obtener la Compostela.
En resumen, estas plataformas alegan que este requisito está desvirtuando el camino al atraer a personas que quizá buscan otro tipo de experiencias alejadas del verdadero sentido del camino "ocasionando muchos problemas prácticos y también una pérdida de identidad y de experiencia peregrina". Se sugiere que "cada vez vemos más personas en el camino con maletas en vez de mochilas, e ir en romería los últimos 100 kilómetros sin apenas esfuerzo en cuatro o cinco jornadas y ocasionando una distorsión muy grande con el peregrino que viene más allá de Galicia" y que "por primera vez, muchos peregrinos finalizan su camino en Melide, Sarria o Tui por no encontrarse con el fenómeno excursionista".
Puedes acceder ar artículo completo pinchando AQUÍ.
Este debate no es nuevo y hace tiempo que se vienen escuchando quejas en este sentido sobre todo por parte de aquellos peregrinos más veteranos que han conocido el camino en diferentes épocas.
Me ha costado hilvanar una postura personal sobre este tema. Yo siempre he sido defensor de que cada uno debe realizar el camino como quiera, con más o menos kilómetros, con o sin mochila..., y que el que quiera huir de la marabunta sabe cómo y cuándo hacerlo. Conocí mi primer camino, el Camino Francés desde Ponferrada (protagonista estrella de la disputa al ser el más masificado) un mes de noviembre de 2019, casi desprovisto de peregrinos y con todos los ingredientes para enamorarme: silencio, naturaleza húmeda, verde en todo su esplendor, lluvia, frío, mucha soledad...; Ciertamente este mismo paisaje se me hizo desconocido y desconcertante en las últimas etapas del Camino Primitivo que finalicé este pasado mes de mayo y que coinciden desde Melide con el Camino Francés, sintiéndome a veces desubicado y en cierto modo triste. En una conversación entre peregrinos en el Albergue de Bodenaya se puso también de manifiesto cierto hartazgo y preocupación hasta de los propios hospitaleros, y este hartazgo a veces se nota también en algunos lugareños. En esta evolución acelerada del camino, son muchos los peregrinos que buscan la autenticidad aferrándose a cuatro o cinco puntos míticos del Camino de Santiago que de tan afamados que los ha hecho el boca a boca han perdido naturalidad o espontaneidad, y pareciesen más una experiencia programada del catálogo de Civitatis, y sus precursores, que son humanos, se vieran obligados a darlo todo por los fans.
Desde mi punto de vista, la culpa de lo que está pasando no la tienen los diferentes tipos de peregrinos que por el camino transitan, sino la información o percepción que del camino han recibido y que les hace estar en el lugar equivocado. El camino fue en su origen, fuera de toda duda, una peregrinación desde diferentes lugares del mundo a lo largo de la historia para visitar los restos del Apóstol Santiago, en una época de veneración absoluta a las reliquias, y por lo tanto esa peregrinación primigenia y a posteriori tenía una motivación religiosa. En torno a esta motivación se fueron perfilando y moldeando senderos, de este trasiego surgieron hospitales, conventos, monasterios, lugares de acogida..., y es este sentido el que se está perdiendo. Si la Xunta de Galicia para promocionar el Año Santo Xacobeo realiza una campaña llamada "Camina a Galicia" con determinados vídeos enfocados a difundir los parabienes de la comunidad como atractivo turístico donde la peregrinación y el enriquecimiento espiritual casi no tiene presencia, si se produce una serie en una plataforma televisiva subvencionada con dinero público donde no se preocupa nadie de cuidar el mensaje y se escenifican noches de fiesta chillout post etapa en los albergues, si muchos de los visitantes que bajan a la cripta del apóstol no saben qué hay allí abajo y ni tan siquiera por qué se baja, si en la Catedral se comercializa el Pórtico de la Gloria que fue la entrada natural de los peregrinos en la Catedral, y hasta la Puerta Santa, desprovista de todo carácter extraordinario de indulgencia eventual para parecer la entrada a otra tienda de souvenirs con esa puerta de cristal que te deja caer el alma al suelo tras tantos días caminando ...; entonces lo que atrae al camino no es su columna vertebral: la inspiración religiosa o espiritual, la búsqueda de ti mismo, el sacrificio, la entrega, la comunión con la naturaleza, la introspección, la vida en comunidad..., sino una ruta de senderismo, una jornada deportiva, una excusa barata para pasar un puente largo entre amigos con la cerveza como guía, la explotación de sus recursos naturales y orografía para competir, para entrenar, hasta para hacer acrobacias en quad...; La Compostela o su significado da igual en estos casos, es un souvenir gratis que todo el mundo se quiere llevar a casa y que se recoge en un edificio que parece la Agencia Tributaria.
La culpa tampoco la tienen los empresarios que acuden a proporcionar lo que el público reclama, y sí aquellas administraciones que se suponen vigilantes, que desvían caminos históricos con dudosas o inexistentes excusas, inventándose la "raya" haciéndola pasar a veces por sufrido, feo y arriesgado asfalto para colmar intereses de unos pocos y continuar alimentando el reclamo turístico, o transformando hitos cargados de simbolismo en inanimada infraestructura. Me fascinó en Asturias comprobar cómo a veces los senderos del camino pasaban casi a desaparecer ante ti, convirtiéndose en un estrecho hilo de tierra que a duras penas se mantiene despejado de maleza o dibujado entre las piedras por el paso natural de los peregrinos, y así se mantiene: ni más ancho, ni más despejado, ni cubierto de zahorra , hormigón o asfalto. Sin embargo hace unos días me enteré con horror de que el afamado y enorme mojón que marca la entrada a Galicia en el Camino Francés, en las estribaciones montañosas de O Cebreiro, había sido modificado en su base con una enorme loza de hormigón que lo convirtió en un photocall.
Por lo tanto, y partiendo de nuevo de que el camino no es de nadie y es de todos, creo que falta información sobre lo que verdaderamente es el Camino de Santiago, pero no con desviadas campañas publicitarias, que tampoco le han hecho falta a Fátima o a Lourdes: hay que vestirlo de nuevo de historia, simbología, misticismo, espiritualidad, encuentro, paz..., o simplemente quitarle los oropeles impuestos y decisiones fallidas, y hacerlo entender y respetar educando (no estaría de más empezar a poner en los caminos carteles adaptados al entorno que recuerden a los caminantes dónde se encuentran e invitando al respeto y al silencio), que el que busque otra cosa debe saber que hay tropecientas mil rutas preciosas cruzando el país de norte a sur y de Este a Oeste que seguramente cubrirán también sus necesidades, o muchos otros caminos paralelos para llegar a Santiago, pero que solo uno es el indicado para el peregrino que carga con una promesa, una culpa o la búsqueda de una luz, donde pueda encontrar la intimidad que necesita.
No obstante, a pesar de todo, da gusto leer cada día en redes sociales las primeras experiencias de muchos peregrinos, y saber que a pesar de esta deriva y descontextualización en algunas etapas, han disfrutado de la experiencia más enriquecedora de sus vidas y han encontrado lo que fueron a buscar, porque nada distrajo sus ojos y corazón del sentido de la flecha...
Buen Camino!
Comentarios
Publicar un comentario